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Un fraude electoral tiene una consideración legal semejante a la de un golpe de Estado

Superando la sorpresa del 26J

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¿Por qué uno llega a creer que en el 26-J se produjo un fraude electoral para robar más de un millón de votos a Unidos Podemos? ¿El desmesurado error de las empresas demoscópicas que a lo largo de la campaña y a pie de urna se repitió una y otra vez? No, entre otras consideraciones, porque dichas empresas disponían de nulos datos “históricos” de intención de voto relativos a Unidos Podemos, circunstancia que les hizo muy difícil “cocinar” un posible resultado electoral para esta coalición.

Lo que verdaderamente nos ha inducido a muchos a pensar que en estas elecciones se había producido un fraude electoral es la revelación de las actividades ilícitas que el ministro del Interior ha llevado a cabo en su despacho, utilizando los aparatos del Estado para combatir a sus adversarios políticos. Claro, si uno sabe que su ministro del Interior se dedica a estas prácticas y se encuentra con que los resultados electorales no tienen nada que ver con las encuestas a pie de urna, pues lo primero que se le pasa por la cabeza es que se ha producido un fraude electoral.

Un fraude electoral tiene una consideración legal semejante a la de un golpe de Estado; algo extraordinariamente grave, el mayor atentado posible contra un sistema democrático. Pero es que, además, nos distrae del análisis riguroso de las verdaderas causas que han llevado a una coalición como Unidos Podemos a perder más de un millón de votos en el corto espacio de tiempo de seis meses.

Pasado el primer calentón, superado el estado de estupefacción que nos haya podido producir la jornada electoral y su resolución, tenemos que analizar con tranquilidad qué está pasando en España, de qué manera se están produciendo las transformaciones sociales que, sin duda, se están produciendo , y por qué se producen estas migraciones de votos entre partidos de esta forma tan acelerada y desconcertante.

A mi modo de entender, los agentes que actúan sobre el mapa electoral son los siguientes:
1- La corrupción en las instituciones, concentrada fundamentalmente en el PP; el castigo y el perdón.

2- La brecha generacional y el conflicto territorial, dos ejes que confrontan a las fuerzas políticas que tradicionalmente se situaban en el eje izquierda-derecha.

3- La inutilidad de situarse en el eje izquierda-derecha y la falta de definición de un nuevo eje que lo pueda sustituir para definir los agentes del actual conflicto social y dar solución los problemas reales de la gente.

Así que, más allá de que se hayan producido irregularidades durante las elecciones del 26-J, en lo que ha de trabajar Unidos Podemos es en construir una herramienta eficaz para unir a las mayorías sociales y un programa claro, realista y eficaz que le permita liderar el cambio que necesita la ciudadanía española para superar los graves problemas que hoy padece.

Superando la sorpresa del 26J

Un fraude electoral tiene una consideración legal semejante a la de un golpe de Estado
Mario López
jueves, 30 de junio de 2016, 08:15 h (CET)
¿Por qué uno llega a creer que en el 26-J se produjo un fraude electoral para robar más de un millón de votos a Unidos Podemos? ¿El desmesurado error de las empresas demoscópicas que a lo largo de la campaña y a pie de urna se repitió una y otra vez? No, entre otras consideraciones, porque dichas empresas disponían de nulos datos “históricos” de intención de voto relativos a Unidos Podemos, circunstancia que les hizo muy difícil “cocinar” un posible resultado electoral para esta coalición.

Lo que verdaderamente nos ha inducido a muchos a pensar que en estas elecciones se había producido un fraude electoral es la revelación de las actividades ilícitas que el ministro del Interior ha llevado a cabo en su despacho, utilizando los aparatos del Estado para combatir a sus adversarios políticos. Claro, si uno sabe que su ministro del Interior se dedica a estas prácticas y se encuentra con que los resultados electorales no tienen nada que ver con las encuestas a pie de urna, pues lo primero que se le pasa por la cabeza es que se ha producido un fraude electoral.

Un fraude electoral tiene una consideración legal semejante a la de un golpe de Estado; algo extraordinariamente grave, el mayor atentado posible contra un sistema democrático. Pero es que, además, nos distrae del análisis riguroso de las verdaderas causas que han llevado a una coalición como Unidos Podemos a perder más de un millón de votos en el corto espacio de tiempo de seis meses.

Pasado el primer calentón, superado el estado de estupefacción que nos haya podido producir la jornada electoral y su resolución, tenemos que analizar con tranquilidad qué está pasando en España, de qué manera se están produciendo las transformaciones sociales que, sin duda, se están produciendo , y por qué se producen estas migraciones de votos entre partidos de esta forma tan acelerada y desconcertante.

A mi modo de entender, los agentes que actúan sobre el mapa electoral son los siguientes:
1- La corrupción en las instituciones, concentrada fundamentalmente en el PP; el castigo y el perdón.

2- La brecha generacional y el conflicto territorial, dos ejes que confrontan a las fuerzas políticas que tradicionalmente se situaban en el eje izquierda-derecha.

3- La inutilidad de situarse en el eje izquierda-derecha y la falta de definición de un nuevo eje que lo pueda sustituir para definir los agentes del actual conflicto social y dar solución los problemas reales de la gente.

Así que, más allá de que se hayan producido irregularidades durante las elecciones del 26-J, en lo que ha de trabajar Unidos Podemos es en construir una herramienta eficaz para unir a las mayorías sociales y un programa claro, realista y eficaz que le permita liderar el cambio que necesita la ciudadanía española para superar los graves problemas que hoy padece.

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