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Unidos |
El caso es que se gustaban. O eso decían |
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Llevaban un tiempo queriendo salir juntos, pero la vida no les deparaba el momento. Cuando uno ponía su punto de mira en el norte, el otro iba a buscarse la vida hacia el sur; cuando éste disponía de tiempo, aquel no recordaba la última vez que se había podido permitir malgastarlo. Si al más avispado las estrellas se le convertían en escalones para asaltar los cielos, al más predispuesto le amargaban la vida las arenas movedizas, los enanos crecientes y los extintores que no daban para tanto incendio. Cuando nada de esto sucedía, estaban las diversas familias para oponerse a una unión que envolvían con sus prejuicios y tachaban de errónea. Al menos hasta que llegó el momento interesado en que a todos les pareció mejor dejar que la cosa fluyera. Hoy, tanto tiempo después de aquello, nadie podría decir a ciencia cierta quien dio el primer paso. Los libros de historia se detienen en exceso en el último puntapié.
El caso es que se gustaban. O eso decían.
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