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Refiriéndose a Rusia y Ucrania, muchas veces he escuchado la sentencia de que “no hay nada que justifique la invasión de un país a otro”. A mí me parece que lo que pretenden las personas que esgrimen esta máxima, es coaccionar al otro para que deje de pensar y se pliegue al discurso del emisor.
Yo creo que dependiendo de quién invade y quién es el invadido, se puede comprobar reacciones contradictorias con respecto a este axioma. Lo gracioso es que estas personas sufrieron esta misma sutil imposición sin que ellos opusieran resistencia, la hicieron suya y la incorporan a su argumentarlo.
Ejemplos para justificar una invasión tenemos muchas: ahí está la invasión de Gran Bretaña a las Islas Malvinas, la invasión de China al Tibet, la invasión de Irak por parte de EE.UU, etc. La lista de las invasiones justificadas por Estados Unidos fluctúa en torno a los 315 casos, no incluye acciones encubiertas o numerosos casos en los cuales las fuerzas de ese país se estacionaron en el exterior desde la Segunda Guerra Mundial como parte de fuerzas de ocupación u otras operaciones similares.
En fin, si repasamos la historia de todos los países del mundo, incluso España, podemos comprobar que muy pocos, o ninguno están acreditados para esgrimir la sentencia anterior porque en algún momento fuimos invasores y en aquel entonces, lo justificamos y quizás algunos lo sigan justificando...
Tal y como vaticiné en mi columna del domingo pasado, la noche del 28M fue tan infartante para el partido socialista que ni en sus peores crisis se había producido tan espectacular desolación en su sede de la calle Ferraz. A partir de esa noche, todo hacía presagiar que mientras más de ocho millones de ciudadanos festejábamos el brillante éxito electoral del centro y la derecha, Pedro Sánchez debería estar rumiando su reacción desde la madriguera de su fortaleza monclovita.
El pasado viernes 2 de junio acudí a FNAC San Agustín de Valencia en cuál acogía en su Fórum de cultura la presentación de la novela "Mundo al revés: HISTORY" (Ediciones Hades, 2023), del poeta y novelista valenciano Ángel Padilla, quien ha publicado muchos libros en distintas editoriales, tanto de novela como de poesía, y ha ganado varios premios literarios, como el Ignotus o el de lecturas poéticas en Abastos organizado por el Ayuntamiento de Valencia.
EH Bildu estaría integrada por militantes de Aralar, Alternativa, EA e Independientes, todos ellos fagocitados por la estrella-alfa Sortu, pero seguiría estigmatizada por su negativa a condenar el terrorismo de ETA, lo que le habría convertido a ojos del establishment navarrista UPN-PSN en un "paria político" al que hay que condenar al ostracismo y mediante pactos públicos o acuerdos tácitos impedir que acceda a ninguna instancia de poder en Navarra.
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