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Tenemos un problema con nuestra demografía. El índice de fecundidad en España durante los próximos años va a estar en torno a 1,5 niños por mujer. La esperanza de vida para los hombres va a subir hasta los 87 años y para las mujeres casi hasta 92. El envejecimiento y la inversión de la pirámide de la población van a ser notables.
Hay múltiples razones para que en España tengamos tan pocos hijos. Hay razones económicas, ser padre y ser madre supone tener menos sueldo. Las mujeres con edades entre 16 y 34 años que tienen hijos aumentan sus posibilidades de quedarse en paro. Hay discriminación para las mujeres que quieren ser madres. Los jóvenes no tienen estabilidad laboral y el acceso a la vivienda es muy complicado. ¿No hay manera de solucionar el tema del futuro demográfico?
Por fas o por las tribulaciones acechantes de una manera denodada, por el carácter pusilánime acentuado con cada frustración o por las poco atinadas propuestas vitales emprendidas; escuchamos esa frase tan manida de no encontrarle sentido a la vida. Dicha expresión denota una situación lamentable de por sí, pero especialmente dolorosa si prestamos atención a los sufrimientos que la acompañan.
Un consuelo es una esperanza, como la de Sísifo, como también de Penélope, entre otras (os) que, incesantemente lucharon y lucharon hasta lograr sus objetivos. De tal suerte, la esperanza, es lo último que se debe perder, porque sino, nuestra mente podría colapsar, desembocar en una obsesión.
Ya le gustaría a Yolanda Díaz tener un currículum como el de Yanis Varoufakis: economista, catedrático universitario, político, escritor y autor de varios libros de economía y política, además de líder del nuevo partido MeRA25. Toda una joya de la economía teórica y que llevados a la práctica sus conocimientos en Grecia condujeron al fracaso, al caos y finalmente a su dimisión del Gobierno de Alexis Tsipras, tras haber sido elegido consejero del Consejo de los Helenos.
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