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Para bien, porque nos beneficiamos de la cercanía, la ayuda y el consuelo de los demás, y para mal, porque, lejos de una suerte de libertad desvinculada que se nos quiere vender, cualquier problema de uno repercute en los demás y nos interpela hasta el punto de preguntarnos si no estoy llamado a ser yo también como aquel Simón, que venía de Cirene, y que ayudó a Jesús a llevar la cruz durante un largo trecho de la Vía Dolorosa.
Un amor que está particularmente atento a las necesidades de aquellos hermanos más frágiles, que no los estigmatiza ni los descarta, sino que les acompaña en su camino de dificultad, al tiempo que le ofrece, en el mismo gesto generoso de cargar con la cruz del otro, un camino de esperanza que venza con el ejemplo la tentación del sinsentido y la desolación en la que se encuentra sumida cada vez más gente.
Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.
Gladio (espada en latín), fue el nombre que se le dio a la "red de agentes durmientes desplegados por la OTAN en Italia y preparados para entrar en acción en caso de que los soviéticos invadieran Europa Occidental", y serían la fuerza aliada que permanecería detrás de las líneas soviéticas para facilitar el contraataque.
El diccionario es permisivo, incluye la rigidez en la delimitación de las entradas y salidas; al tiempo que acoge la pérdida de los formatos cerebrales a la hora de regular las ideas entrantes o las emitidas tras elucubraciones varias. A veces no está tan claro si apreciamos más los desajustes o seguimos fieles a ciertos límites establecidos.
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