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Es ahora cuando me ha dado miedo, pánico, terror... Creo que si me los muestran hace cinco o seis años, ¡que ya existían!, o no me lo hubiera creído o esos poemas me hubieran parecido tan artificiales como la voz de un robot, voces que no llegarán a la categoría de los talones de un recitalillo de tres al cuarto. Pero es ahora cuando me sobrecogen, cuando un ingeniero informático me muestra una aplicación, una de esas app modernas que ni siquiera parecen tener palabra que pronunciar, por ir vestida de palabra inglesa y neologismo.
La app de crear versos en cuestión, es monstruosa, es como si acabara de aparecer en nuestra vida para darnos miedo, para aterrorizarnos, cuando sólo nos quedaba un poco de recogimiento ante las barbaries de guerras, penalidades e injusticias mundanas del XXI. Ahora, que quizá te queda un verso para leer y del que alimentarte, que esté escrito por una máquina, aunque haya sido programada por humanos escritores o incluso poetas, le quita todo el glamour que pueda tener de cara a aplaudir sentimientos y maneras de decir cosas bellas y verdaderas, porque tanto verdad como belleza están cercanas a los creadores de la poesía.
Si la inteligencia artificial crea drones, coches sin conductor, partidas de ajedrez máquina-humano y cualquier otra manera de mezclar inteligencias prácticas con humanos de artificio, ha llegado el momento de unir nuestras fuerzas para saber diferenciar unas obras y otras, por supuesto, todas humanas, pero serían todas aceptables, tendremos la duda de si han sido creadas por una persona o un motor informático, no hablemos ya de calidad, de rima, de cadencia, de ritmo…
¿Quién nos asegura que la mitad de los poemas que circulan por las redes no han sido creados por una máquina?, una máquina sensible, profunda en su manera de pensar, ¿pensar?Se dice que desde hace años circula un libro de poemas “inteligente”, creado por inteligencia artificial, lo firma Microsoft, su título podría ser tan sugerente como “La luz solar se perdió en la ventana de cristal”, o sea un título largo como tantos otros títulos largos y sugerentes. Para realizarlo, los humanos hicieron que una máquina memorizara poemas de 500 poetas del último siglo y generó 10.000 poemas, así surgió un centenar de sonetos que conforman el libro.
Los medios de comunicación comentan que entre los expertos en el arte poético, porque cualquiera no lo es, por muchos grandes especialistas lectores o críticos que se jacten de ello, hubo lectores que detectaron que se trataba de un robot-poeta, si es que ese tándem existe o puede llegar a existir. A los chinos no les acaba de convencer esta manera loca de crear poemas, si es que existe otra cuerda, y los acusan de resultados poco espirituales. Lo chocante es que no se conforman con el verso, y ya están pensando en novelas románticas y de fantasía. Fin de los escritores. Miedo me dan los Días de la Poesía.
El pasado martes pudimos asistir durante el programa “El hormiguero” de Antena 3 a una experiencia sociológica bastante enriquecedora. En dicho espacio en algunas ocasiones se realizan experiencias con cámara oculta muy interesantes. Normalmente enfrentan a distintas generaciones, solicitándoles opiniones y reacciones ante un tema concreto.
Con pomposo titular casi con letra catástrofe el entonces magistrado Emiliano Rolón, al tiempo de la selección de terna para la Fiscalía General del Estado expresaba en ABC: "La personalidad de quien lidera es determinante". El magistral anuncio hacía presagiar la eventual elección de un ciudadano honorable, integro, fiero con el ilícito y dispuesto a enfrentar el aparato (la rosca para el vulgo tribunalicio).
Es real la identificación entre la filosofía y la religión. Si bien es indiscutible que las cuestiones que tratan ambos saberes son enfocadas de maneras diferentes, existen puntos en común, en relación con las conductas y las actitudes ante la vida y la realidad. La filosofía se fundamenta en la argumentación racional, la lógica y el análisis crítico, en cambio en la religión lo prioritario es la fe o la confianza en la divinidad.
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