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Jesús Martínez Madrid, Gerona

​Para mantener el matrimonio

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Ante la situación que estamos viendo y, algunos sufriendo, en muchas situaciones matrimoniales y afecta a las familias y a la sociedad, creo importante contestase a la pregunta ¿Cómo se consigue no romper el matrimonio? Con el diálogo. Y solo hay diálogo cuando los esposos están dispuestos a amar. Y amar supone entrega, generosidad, pensar en el otro, espíritu de servicio, adelantarse en posibles necesidades. Con ese fondo es fácil que haya diálogo. Hay que hablar, dedicar tiempos de tranquilidad, de sosiego, sin prisas, para contar, para escuchar, para proponer. Por lo tanto cada cónyuge debe considerar, en un examen de conciencia sincero, si su vida es para el otro. Si hay verdadero empeño de entrega.


“Como lo que une a las personas es el amor, los esposos deben proponerse todos los días conservar el amor que los llevó a decidir formar una familia. El amor se dirige siempre a algo o a alguien que es bueno, pues no se puede querer lo malo. Por esta razón, las personas se quieren cuando descubren el bien que posee el otro. Y se quieren más cuando el amor es correspondido. Las personas que saben querer a los demás con generosidad y lealtad no son egoístas, narcisistas o ególatras, lo que les hace ser buenas y dignas de ser queridas”.


Desde ese presupuesto se puede dialogar. Hay que dar más importancia a los ratos de diálogo que a las series o a los caprichos personales. Hay que buscar los momentos adecuados para que sean frecuentes.

​Para mantener el matrimonio

Jesús Martínez Madrid, Gerona
Lectores
martes, 14 de marzo de 2023, 08:21 h (CET)

Ante la situación que estamos viendo y, algunos sufriendo, en muchas situaciones matrimoniales y afecta a las familias y a la sociedad, creo importante contestase a la pregunta ¿Cómo se consigue no romper el matrimonio? Con el diálogo. Y solo hay diálogo cuando los esposos están dispuestos a amar. Y amar supone entrega, generosidad, pensar en el otro, espíritu de servicio, adelantarse en posibles necesidades. Con ese fondo es fácil que haya diálogo. Hay que hablar, dedicar tiempos de tranquilidad, de sosiego, sin prisas, para contar, para escuchar, para proponer. Por lo tanto cada cónyuge debe considerar, en un examen de conciencia sincero, si su vida es para el otro. Si hay verdadero empeño de entrega.


“Como lo que une a las personas es el amor, los esposos deben proponerse todos los días conservar el amor que los llevó a decidir formar una familia. El amor se dirige siempre a algo o a alguien que es bueno, pues no se puede querer lo malo. Por esta razón, las personas se quieren cuando descubren el bien que posee el otro. Y se quieren más cuando el amor es correspondido. Las personas que saben querer a los demás con generosidad y lealtad no son egoístas, narcisistas o ególatras, lo que les hace ser buenas y dignas de ser queridas”.


Desde ese presupuesto se puede dialogar. Hay que dar más importancia a los ratos de diálogo que a las series o a los caprichos personales. Hay que buscar los momentos adecuados para que sean frecuentes.

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