Ante el temor, la incertidumbre y la preocupación de la sociedad actual, es bueno y necesario aportar esperanza, confianza y paz. El Papa Juan Pablo II, estableció la festividad de la Divina Misericordia, por las revelaciones que había recibido una monja también polaca, Faustina Kowalska. Quiero recordar brevemente alguno de los mensajes transmitidos por Cristo a dicha monja.
“Las llamas de la Misericordia me abrasan. Quisiera verterlas sobre las almas humanas. ¡Grande es el dolor que me aflige cuando ellas no vienen a recibirla! ¡Yo soy el Amor y la Misericordia! ¡Habla a todo el mundo de Mi Misericordia. Pinta un cuadro según el modelo que ves, y escribe debajo: Jesús en Ti confío. Yo prometo al que venere esta imagen de la Misericordia, que no se perderá. Los rayos de luz que ves en la imagen representan la sangre, y el agua que brotaron de mi corazón cuando fue abierto por la lanza en la cruz. Feliz será el que viva a la sombra de estos rayos, ya que la mano de la justicia divina no llegará a tocarlo. Yo protegeré las casas y ciudades en donde se encuentre y venere esta imagen. Que nadie tema acercarse a Mi, aun cuando sus culpas fuesen las más atroces Derramaré todo el océano de mis gracias sobre las almas que se acerquen a mi Misericordia. El mundo no hallará paz hasta que acuda con confianza a Mi Misericordia”. ¿Tienes temor, has perdido la paz? Ya sabes dónde puedes recuperarla, acudiendo confiadamente a la Misericordia de Cristo, que permanece clavado en la Cruz por que te ama. Le hemo costado mucho sufrimiento, dolor, angustia y no quiere que nos perdamos. Ten la completa seguridad que El te va a escuchar y dile: “Jesús, en Ti confío”