Es triste y cruda la realidad de tantos cristianos perseguidos por su fe. La sangre derramada, de forma habitual, en este caso en África, nos habla del escándalo mismo de la cruz.
Como afirmaba recientemente y de forma muy gráfica el Padre Wenceslao Belem, un sacerdote de Burkina Faso, otro de los lugares que padece el flagelo del terror, el Kaláshnikov del que ha entregado su vida por el Evangelio es la oración, la santa Misa y el rosario. Ese es el camino, el de que quienes a diario tratan de vencer el mal con las ramas pacíficas del Bien.
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