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La reacción ante la posibilidad de que una mujer pueda ver en una ecografía el estado en que se encuentra la vida que ha engendrado y pueda escuchar el latido del corazón, solamente demuestra que, quienes defienden el hipotético derecho al aborto, saben perfectamente que están atentando contra una vida humana.
Ahora lo que toca, según Sánchez, es discutir la posibilidad de que las mujeres gestantes en Castilla y León se informen, si lo desean, más y mejor, a través de una ecografía o de la escucha del latido del corazón de su hijo.
Inmediatamente, los componentes de la coalición socialcomunista y los de los partidos afines, se han lanzado en tromba -tipo mastín- a intentar contrarrestar las medidas a favor de la vida, con la proclamación de unos pretendidos derechos a favor de la muerte.
Y como tienen por costumbre buscan una coartada, y han cargado contra la Iglesia y los curas que, al parecer, son los “inventores” del derecho a la vida y quienes han creado una cultura antiabortista.
Achacar al Papa, a la Iglesia y a los curas, oponerse al aborto sin más motivo que sus intereses, además de ser antiguo y poco original, es una falsedad obra de la mala fe y de la incultura.
Ni los curas, ni las monjas, ni el Papa, han “inventado” nada. La defensa de la vida es un derecho básico en el Derecho Natural y lo único que hace la Iglesia es señalar la existencia de ese Derecho Natural anterior a cualquier derecho positivo.
Se hace difícil pensar que las “irenesmonteros” y compañeras, consideran delito las agresiones sexuales y las violaciones, porque van contra el sexto mandamiento o que proscriben la violencia física contra la mujer, porque conculca el quinto precepto del Decálogo. Todas esas acciones son intrínsecamente malas y atentan gravemente contra el Derecho Natural y es en eso en lo que se basan las tipificaciones posteriores, por más que las defensoras del aborto quieran obviarlo.
Pureza es un vocablo que, al margen de su denotación, acopia connotaciones varias. Se define, en general, por oposición a sus opuestos, es decir, a las diferentes manifestaciones de la inmundicia, la contaminación y demás mugres, que, por otra parte, pueden referirse no solo a lo físico y palpable, sino asimismo a la dimensión espiritual, en el sentido de pecado, maldad o desviación moral.
Ayer, día 1 de junio, se celebraba el absurdo Día de la Leche. ¿Qué es exactamente lo que hay que celebrar en la explotación y muerte de animales sumado al impacto medioambiental de estas industrias sin escrúpulos? La industria láctea no deja de lloriquear para recibir más subvenciones ya que, al fin y al cabo, viven de eso en lugar de fomentar las alternativas vegetales para sustituir la leche y disfrutar también del queso, lácteos o cualquier receta de repostería.
Por fas o por las tribulaciones acechantes de una manera denodada, por el carácter pusilánime acentuado con cada frustración o por las poco atinadas propuestas vitales emprendidas; escuchamos esa frase tan manida de no encontrarle sentido a la vida. Dicha expresión denota una situación lamentable de por sí, pero especialmente dolorosa si prestamos atención a los sufrimientos que la acompañan.
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