En los últimos días, izquierda y derecha en España pretendieron hacer paralelismos de lo que sucede en nuestro país con lo que ocurría en Brasil. Afortunadamente estamos lejos de un asalto violento a las principales instituciones del Estado. Aquí nadie cuestiona los resultados electorales y conviene no exagerar en estas cuestiones tan delicadas.
Los acontecimientos de Brasil tienen mucho que ver con una devastadora destrucción de la cultura política, la extensión de las noticias falsas y el cuestionamiento de las fuentes de información verificada. Nosotros no hemos llegado a ese punto.
No obstante, tanto los sucesos de Brasilia, como el asalto al Capitolio en Estados Unidos hace dos años, son un serio aviso y creo que hemos de estar sobre aviso. La democracia entra en crisis cuando sus fundamentos culturales se disuelven. La democracia requiere información veraz, una conversación entre los diferentes sujetos políticos y sociales y una valoración del otro, del diferente. Todo eso hay que cuidarlo. Aquí ante cualquier tema lo primero que salta es la crítica al partido contrario, especialmente desde los partidos en el Gobierno.
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