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Después de los duros años del Covid, las celebraciones multitudinarias por la Navidad han vuelto a Belén y Jerusalén, así como las visitas organizadas a Tierra Santa. Esas celebraciones y visitas han coincidido con la formación de un nuevo Gobierno en Israel presidido por Netanyahu con el apoyo de partidos de extrema derecha y ultraortodoxos. Israel, que en su fundación fue un Estado claramente aconfesional, camina de forma preocupante hacia la eliminación de la separación entre la Religión y el Estado. Esperemos que no vaya a más.
El pasado martes pudimos asistir durante el programa “El hormiguero” de Antena 3 a una experiencia sociológica bastante enriquecedora. En dicho espacio en algunas ocasiones se realizan experiencias con cámara oculta muy interesantes. Normalmente enfrentan a distintas generaciones, solicitándoles opiniones y reacciones ante un tema concreto.
Con pomposo titular casi con letra catástrofe el entonces magistrado Emiliano Rolón, al tiempo de la selección de terna para la Fiscalía General del Estado expresaba en ABC: "La personalidad de quien lidera es determinante". El magistral anuncio hacía presagiar la eventual elección de un ciudadano honorable, integro, fiero con el ilícito y dispuesto a enfrentar el aparato (la rosca para el vulgo tribunalicio).
Es real la identificación entre la filosofía y la religión. Si bien es indiscutible que las cuestiones que tratan ambos saberes son enfocadas de maneras diferentes, existen puntos en común, en relación con las conductas y las actitudes ante la vida y la realidad. La filosofía se fundamenta en la argumentación racional, la lógica y el análisis crítico, en cambio en la religión lo prioritario es la fe o la confianza en la divinidad.
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