El Estado del bienestar nórdico sigue siendo el paradigma de la protección social, pero los procesos de reforma iniciados en los años 90 aún no han terminado. Esto se está apreciando en algunos estados. Ahora, por ejemplo, el nuevo gobierno de coalición danés, liderado por los socialdemócratas, prepara una nueva vuelta de tuerca para evitar que las prestaciones sociales desincentiven la búsqueda de empleo. Esto es, que un número excesivo de personas viva a costa del resto. El argumento es que el actual modelo no es sostenible, pero el problema es más complejo que hacer que los números cuadren.
Puede que la productividad no sea ni siquiera la parte más difícil de la ecuación, asumiendo que el tiempo está de parte de la innovación y el progreso tecnológico. Se trata de un reto común a todas las sociedades europeas: el Estado del bienestar se construyó sobre la base de un consenso social que se ha debilitado y sin el cual no se legitiman los impuestos necesarios para financiar el gasto social.
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