Recuerdo que el Tribunal británico de Apelación ha confirmado la legislación que permite el aborto de personas con síndrome de Down hasta el momento de su nacimiento. Es un caso más, no obstante son todos ellos, en efecto, extremos de una pendiente que, por desgracia, no costaba demasiado imaginar.
O se defiende y promueve la vida humana en su totalidad, desde el inicio en la concepción hasta su muerte natural, o todo quedará abierto a consensos más o menos radicales, y que alarmen más o menos a corazones y conciencias en función del tamaño, cuantitativamente hablando, de la barbaridad cometida.
Aborto y eugenesia son dos caras de la misma moneda, la de una cultura de la muerte, inmisericorde, injusta y que, como vuelve a demostrarse con el caso británico, se ensaña especialmente con los más débiles.
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