Nuestras virtudes, inclinaciones, trastornos, complejos, etc. marcan la forma en la que desempeñamos nuestro trabajo. Un estudio realizado en 2012 por psicólogos de la Universidad de Emory en Georgia encontró que varios presidentes exhibían rasgos psicopáticos, entre ellos Bill Clinton. Ya como vicepresidente, Richard Nixon tomaba medicamentos para la ansiedad y la depresión, junto con pastillas para dormir que ingería con alcohol. Al presidente Johnson le gustaba humillar a los subalternos convocándolos a tomar un dictado mientras orinaba en un lavabo o defecaba en un inodoro. Abraham Lincoln fue propenso a la melancolía a lo largo de su vida, según el biógrafo David Herbert. Donald. Theodore Roosevelt luchó contra una depresión severa al principio de su carrera política, después de la muerte de su joven esposa en el Día de San Valentín de 1884. El profesor Davidson dice que el tormento interno de Pierce lo llevó a renunciar a cualquier papel ejecutivo real mientras la nación se dirigía hacia la guerra civil. John Adams, el segundo presidente del país, fue descrito por su archirrival Thomas Jefferson como "absolutamente loco por momentos". Según el profesor Davidson, un trastorno depresivo importante dejó a Calvin Coolidge y a Franklin Pierce incapaces como líderes después de que murieran sus hijos. Por ello, los presidentes de Estados Unidos se someten a chequeos anuales y se hacen públicos sus resultados.
Y yo me pregunto ¿será ésta la razón por la que en España oímos a ministros/as proponiendo e impulsando disparates...
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