En período preelectoral debemos estar preparados para toda clase de juegos de magia política. En los últimos días hemos asistimos a la fascinante batalla del Gobierno contra la oposición a causa de los impuestos, en la que un día se acusa al Partido Popular de ser el malo de la película por querer bajarlos, para caer en la cuenta al día siguiente de que, en realidad, eso de bajar los impuestos puede ser beneficioso para las clases medias y bajas, es decir, el gran caladero de los votos en ciernes.
Pero las sorpresas no se quedan ahí. Así estalló la primera fase de la crisis latente en la Generalitat de Cataluña con la destitución por Pere Aragonés de su coaligado vicepresidente que le había planteado una moción de confianza. La ruptura ha sido un hecho.
|