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Jaime Fomperosa Aparicio, Santander

El rayo que cayó sobre el Vaticano

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Cuando renunció el Papa Benedicto XVI, cayó un rayo sobre el Vaticano, y un rayo anuncia una tormenta, al menos en la naturaleza. Y esto no se trata de alucinaciones, ni de falsos videntes, ni de mentes visionarias, fue un aviso venido del cielo y eso es irrefutable. El cielo anuncia el comienzo de una nueva era, que no solamente se refiere a la Iglesia Católica, también para la sociedad, sobre todo a Occidente antes cristiana y ahora pagana y perseguidora de Cristo y de su Iglesia. Todo está claro y manifiesto si queremos ver la realidad. 


La desacralización de la Iglesia Católica, es de extrema gravedad y al perder la Iglesia su carisma que es espiritual y santificación  de los fieles, la sociedad queda inerme pues ha perdido el apoyo sobre el cual se asentaba, y esto, ya no es de ahora, llevamos sobre todo de los años 60 del siglo pasado, con el establecimiento de la nueva Iglesia, progresista y desacralizada, que no ha mejorado, sino que ha empeorado progresivamente. 


Y volvamos al rayo que cayó sobre la cúspide de la Basílica de San Pedro sobre el Vaticano y ¿Qué pasa con el mundo Cristiano, sobre todo Europa y principalmente España? La inmoralidad, la corrupción, la impiedad y las leyes establecidas y que siguen estableciendo, ha colmado la paciencia de Dios, al cual ya ni se le nombra, Y esto no se arregla cambiando de gobierno, sino convirtiéndonos. Y el católico que mantiene la fe en Cristo  sufre viendo como es tratado  en la Divina Eucaristía. La purificación se acerca y la estamos pidiendo a gritos, y sin duda alguna España, Nación privilegiada por Dios, cuna de innumerables  santos y mártires, será la más castigada. El aviso del cielo fue bien claro, esta era se termina y solo nos queda una solución: o conversión o condenación. 


Cristo murió clavado en la Cruz para liberarnos del pecado, si lo rechazamos nosotros mismos nos condenamos y a los que le han  traicionado, les espera, si no se convierten, un final como el de Judas que se  ahorco. Yo no puedo callar, porque me haría cómplice, son palabras duras pero se trata de la salvación de las almas y no podemos hacer inútil la Pasión y Muerte de Cristo que murió por nuestros pecados y para darnos la vida eterna.

El rayo que cayó sobre el Vaticano

Jaime Fomperosa Aparicio, Santander
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jueves, 6 de octubre de 2022, 09:12 h (CET)

Cuando renunció el Papa Benedicto XVI, cayó un rayo sobre el Vaticano, y un rayo anuncia una tormenta, al menos en la naturaleza. Y esto no se trata de alucinaciones, ni de falsos videntes, ni de mentes visionarias, fue un aviso venido del cielo y eso es irrefutable. El cielo anuncia el comienzo de una nueva era, que no solamente se refiere a la Iglesia Católica, también para la sociedad, sobre todo a Occidente antes cristiana y ahora pagana y perseguidora de Cristo y de su Iglesia. Todo está claro y manifiesto si queremos ver la realidad. 


La desacralización de la Iglesia Católica, es de extrema gravedad y al perder la Iglesia su carisma que es espiritual y santificación  de los fieles, la sociedad queda inerme pues ha perdido el apoyo sobre el cual se asentaba, y esto, ya no es de ahora, llevamos sobre todo de los años 60 del siglo pasado, con el establecimiento de la nueva Iglesia, progresista y desacralizada, que no ha mejorado, sino que ha empeorado progresivamente. 


Y volvamos al rayo que cayó sobre la cúspide de la Basílica de San Pedro sobre el Vaticano y ¿Qué pasa con el mundo Cristiano, sobre todo Europa y principalmente España? La inmoralidad, la corrupción, la impiedad y las leyes establecidas y que siguen estableciendo, ha colmado la paciencia de Dios, al cual ya ni se le nombra, Y esto no se arregla cambiando de gobierno, sino convirtiéndonos. Y el católico que mantiene la fe en Cristo  sufre viendo como es tratado  en la Divina Eucaristía. La purificación se acerca y la estamos pidiendo a gritos, y sin duda alguna España, Nación privilegiada por Dios, cuna de innumerables  santos y mártires, será la más castigada. El aviso del cielo fue bien claro, esta era se termina y solo nos queda una solución: o conversión o condenación. 


Cristo murió clavado en la Cruz para liberarnos del pecado, si lo rechazamos nosotros mismos nos condenamos y a los que le han  traicionado, les espera, si no se convierten, un final como el de Judas que se  ahorco. Yo no puedo callar, porque me haría cómplice, son palabras duras pero se trata de la salvación de las almas y no podemos hacer inútil la Pasión y Muerte de Cristo que murió por nuestros pecados y para darnos la vida eterna.

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