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Etiquetas | Poesía | Poemas | Poeta | Gabriela Mistral | Juan Ramón Jiménez
Poesía

Poemas

|

Gabriela Mistral (Chile, 1889 -1957) Premio Nobel 1935. Poeta de altura, corazón ancho en su palpitar de pensamiento modernista, sencillo de equipaje rebosante de amor.


Agua poema. Agua en un apasionado y dulce canto a al venero de lo natural, los ríos del agua.

Gabriela Mistral.


Hay países que yo recuerdo

como recuerdo mis infancias.

Son países de mar o río,

de pastales, de vegas y aguas.


Aldea mía sobre el Ródano,

rendida en río y en cigarras;

Antilla en palmas verdi-negras

que a medio mar está y me llama;

¡roca lígure de Portofino,

mar italiana, mar italiana!

Me han traído a país sin río,

tierras-Agar, tierras sin agua;

Saras blancas y Saras rojas,

donde pecaron otras razas,

de pecado rojo de atridas

que cuentan gredas tajeadas;

que no nacieron como un niño

con unas carnazones grasas,

cuando las oigo, sin un silbo,

cuando las cruzo, sin mirada.

Quiero volver a tierras niñas;

llévenme a un blando país de aguas.


En grandes pastos envejezca

y haga al río fábula y fábula.


Tenga una fuente por mi madre

y en la siesta salga a buscarla,

y en jarras baje de una peña

un agua dulce, aguda y áspera.


Me venza y pare los alientos

el agua acérrima y helada.

¡Rompa mi vaso y al beberla

me vuelva niñas las entrañas


Agua en el agua (Juan Ramón Jiménez)


En este corto poema sobre el agua, el escritor utiliza adjetivos calificativos para destacar la importancia y belleza de agua, además describe como le gustaría que la muerta fuera como un chorro de agua.


Quisiera que mi vida

se cayera en la muerte,

como este chorro alto de agua bella

en el agua tendida matinal;

ondulado, brillante, sensual, alegre,

con todo el mundo diluido en él,

en gracia nítida y feliz.


Culpable de la nada y todo

sobre el calor de los días

todo dolor es desmesura

esa mirada triste ternura.


¿Qué será el niño cuando hombre?

El paragua dormido cuelga

El fuego avanza enfurecido

donde la lluvia dibujó su sed.

tu voz todo arroyo seco llora

Para qué rezar si el fuego es diablo.


Francisco Vélez Nieto


«Los nueve monstruos»


“Y, el dolor crece en el mundo a cada rato y duele en los rostros del alma, Sufre y Lamenta, condena voluntad del hombre cuan treinta minutos por segundo, paso a paso,

y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces

y la condición del martirio, carnívora, voraz,

es el dolor dos veces

y la función de la yerba purísima, el dolor

dos veces

y el bien de ser, dolernos doblemente.

Jamás, hombres humanos,

hubo tanto dolor en el pecho, en la solapa, en la cartera,

en el vaso, en la carnicería, en la aritmética!

Jamás tanto cariño doloroso,

jamás tanta cerca arremetió lo lejos,

jamás el fuego nunca

jugó mejor su rol de frío muerto!

Jamás, señor ministro de salud, fue la salud

más mortal

y la migraña extrajo tanta frente de la frente!

Y el mueble tuvo en su cajón, dolor,

el corazón, en su cajón, dolor,

la lagartija, en su cajón, dolor.


Crece la desdicha, hermanos hombres,

más pronto que la máquina, a diez máquinas, y crece

con la res de Rosseau, con nuestras barbas;

crece el mal por razones que ignoramos

y es una inundación con propios líquidos,

con propio barro y propia nube sólida!

Invierte el sufrimiento posiciones, da función

en que el humor acuoso es vertical

al pavimento,

el ojo es visto y esta oreja oída,

y esta oreja da nueve campanadas a la hora

del rayo, y nueve carcajadas

a la hora del trigo, y nueve sones hembras

a la hora del llanto, y nueve cánticos

a la hora del hambre y nueve truenos

y nueve látigos, menos un grito.


El dolor nos agarra, hermanos hombres,

por detrás, de perfil,

y nos aloca en los cinemas,

nos clava en los gramófonos,

nos desclava en los lechos, cae perpendicularmente

a nuestros boletos, a nuestras cartas;

y es muy grave sufrir, puede uno orar…


Pues de resultas

del dolor, hay algunos

que nacen, otros crecen, otros mueren,

y otros que nacen y no mueren, otros

que sin haber nacido, mueren, y otros

que no nacen ni mueren (son los más).

Y también de resultas

del sufrimiento, estoy triste

hasta la cabeza, y más triste hasta el tobillo,

de ver al pan, crucificado, al nabo,

ensangrentado,

llorando, a la cebolla,

al cereal, en general, harina,

a la sal, hecha polvo, al agua, huyendo,

al vino, un ecce-homo,

tan pálida a la nieve, al sol tan ardido!

¡Cómo, hermanos humanos,

no deciros que ya no puedo y

ya no puedo con tanto cajón,

tanto minuto, tanta

lagartija y tanta

inversión, tanto lejos y tanta sed de sed!

Señor Ministro de Salud: ¿qué hacer?

¡Ah! desgraciadamente, hombre humanos,

hay, hermanos, muchísimo que hacer.


Y, desgraciadamente,

el dolor crece en el mundo a cada rato,

crece a treinta minutos por segundo, paso a paso,

y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces

y la condición del martirio, carnívora, voraz,

es el dolor dos veces

y la función de la yerba purísima, el dolor

dos veces

y el bien de ser, dolernos doblemente.

Jamás, hombres humanos,

hubo tanto dolor en el pecho, en la solapa, en la cartera,

en el vaso, en la carnicería, en la aritmética!

Jamás tanto cariño doloroso,

jamás tanta cerca arremetió lo lejos,

jamás el fuego nunca

jugó mejor su rol de frío muerto!


Jamás, señor ministro de salud, fue la salud

más mortal

y la migraña extrajo tanta frente de la frente!

Y el mueble tuvo en su cajón, dolor,

el corazón, en su cajón, dolor,

la lagartija, en su cajón, dolor.

Crece la desdicha, hermanos hombres,

más pronto que la máquina, a diez máquinas, y crece

con la de Roseau, con nuestras barbas;

crece el mal por razones que ignoramos

y es una inundación con propios líquidos,

con propio barro y propia nube sólida!


Y la tierra, señores que manda

Invierte el sufrimiento posiciones, da función

en que el humor acuoso es vertical

al pavimento,

el ojo es visto y esta oreja oída,

y esta oreja da nueve campanadas a la hora

del rayo, y nueve carcajadas

a la hora del trigo, y nueve sones hembras

a la hora del llanto, y nueve cánticos

a la hora del hambre y nueve truenos

y nueve látigos, menos un grito.”

(Fragmento)


Versos de dolor y amor hacia un futuro donde llegaremos a estar sobre una tierra calcinada, paralelismo a un consumo desorbitado conducieno la manada de los todavía son seres humanos.

Poemas

Poesía
Francisco Vélez Nieto
viernes, 29 de julio de 2022, 12:49 h (CET)

Gabriela Mistral (Chile, 1889 -1957) Premio Nobel 1935. Poeta de altura, corazón ancho en su palpitar de pensamiento modernista, sencillo de equipaje rebosante de amor.


Agua poema. Agua en un apasionado y dulce canto a al venero de lo natural, los ríos del agua.

Gabriela Mistral.


Hay países que yo recuerdo

como recuerdo mis infancias.

Son países de mar o río,

de pastales, de vegas y aguas.


Aldea mía sobre el Ródano,

rendida en río y en cigarras;

Antilla en palmas verdi-negras

que a medio mar está y me llama;

¡roca lígure de Portofino,

mar italiana, mar italiana!

Me han traído a país sin río,

tierras-Agar, tierras sin agua;

Saras blancas y Saras rojas,

donde pecaron otras razas,

de pecado rojo de atridas

que cuentan gredas tajeadas;

que no nacieron como un niño

con unas carnazones grasas,

cuando las oigo, sin un silbo,

cuando las cruzo, sin mirada.

Quiero volver a tierras niñas;

llévenme a un blando país de aguas.


En grandes pastos envejezca

y haga al río fábula y fábula.


Tenga una fuente por mi madre

y en la siesta salga a buscarla,

y en jarras baje de una peña

un agua dulce, aguda y áspera.


Me venza y pare los alientos

el agua acérrima y helada.

¡Rompa mi vaso y al beberla

me vuelva niñas las entrañas


Agua en el agua (Juan Ramón Jiménez)


En este corto poema sobre el agua, el escritor utiliza adjetivos calificativos para destacar la importancia y belleza de agua, además describe como le gustaría que la muerta fuera como un chorro de agua.


Quisiera que mi vida

se cayera en la muerte,

como este chorro alto de agua bella

en el agua tendida matinal;

ondulado, brillante, sensual, alegre,

con todo el mundo diluido en él,

en gracia nítida y feliz.


Culpable de la nada y todo

sobre el calor de los días

todo dolor es desmesura

esa mirada triste ternura.


¿Qué será el niño cuando hombre?

El paragua dormido cuelga

El fuego avanza enfurecido

donde la lluvia dibujó su sed.

tu voz todo arroyo seco llora

Para qué rezar si el fuego es diablo.


Francisco Vélez Nieto


«Los nueve monstruos»


“Y, el dolor crece en el mundo a cada rato y duele en los rostros del alma, Sufre y Lamenta, condena voluntad del hombre cuan treinta minutos por segundo, paso a paso,

y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces

y la condición del martirio, carnívora, voraz,

es el dolor dos veces

y la función de la yerba purísima, el dolor

dos veces

y el bien de ser, dolernos doblemente.

Jamás, hombres humanos,

hubo tanto dolor en el pecho, en la solapa, en la cartera,

en el vaso, en la carnicería, en la aritmética!

Jamás tanto cariño doloroso,

jamás tanta cerca arremetió lo lejos,

jamás el fuego nunca

jugó mejor su rol de frío muerto!

Jamás, señor ministro de salud, fue la salud

más mortal

y la migraña extrajo tanta frente de la frente!

Y el mueble tuvo en su cajón, dolor,

el corazón, en su cajón, dolor,

la lagartija, en su cajón, dolor.


Crece la desdicha, hermanos hombres,

más pronto que la máquina, a diez máquinas, y crece

con la res de Rosseau, con nuestras barbas;

crece el mal por razones que ignoramos

y es una inundación con propios líquidos,

con propio barro y propia nube sólida!

Invierte el sufrimiento posiciones, da función

en que el humor acuoso es vertical

al pavimento,

el ojo es visto y esta oreja oída,

y esta oreja da nueve campanadas a la hora

del rayo, y nueve carcajadas

a la hora del trigo, y nueve sones hembras

a la hora del llanto, y nueve cánticos

a la hora del hambre y nueve truenos

y nueve látigos, menos un grito.


El dolor nos agarra, hermanos hombres,

por detrás, de perfil,

y nos aloca en los cinemas,

nos clava en los gramófonos,

nos desclava en los lechos, cae perpendicularmente

a nuestros boletos, a nuestras cartas;

y es muy grave sufrir, puede uno orar…


Pues de resultas

del dolor, hay algunos

que nacen, otros crecen, otros mueren,

y otros que nacen y no mueren, otros

que sin haber nacido, mueren, y otros

que no nacen ni mueren (son los más).

Y también de resultas

del sufrimiento, estoy triste

hasta la cabeza, y más triste hasta el tobillo,

de ver al pan, crucificado, al nabo,

ensangrentado,

llorando, a la cebolla,

al cereal, en general, harina,

a la sal, hecha polvo, al agua, huyendo,

al vino, un ecce-homo,

tan pálida a la nieve, al sol tan ardido!

¡Cómo, hermanos humanos,

no deciros que ya no puedo y

ya no puedo con tanto cajón,

tanto minuto, tanta

lagartija y tanta

inversión, tanto lejos y tanta sed de sed!

Señor Ministro de Salud: ¿qué hacer?

¡Ah! desgraciadamente, hombre humanos,

hay, hermanos, muchísimo que hacer.


Y, desgraciadamente,

el dolor crece en el mundo a cada rato,

crece a treinta minutos por segundo, paso a paso,

y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces

y la condición del martirio, carnívora, voraz,

es el dolor dos veces

y la función de la yerba purísima, el dolor

dos veces

y el bien de ser, dolernos doblemente.

Jamás, hombres humanos,

hubo tanto dolor en el pecho, en la solapa, en la cartera,

en el vaso, en la carnicería, en la aritmética!

Jamás tanto cariño doloroso,

jamás tanta cerca arremetió lo lejos,

jamás el fuego nunca

jugó mejor su rol de frío muerto!


Jamás, señor ministro de salud, fue la salud

más mortal

y la migraña extrajo tanta frente de la frente!

Y el mueble tuvo en su cajón, dolor,

el corazón, en su cajón, dolor,

la lagartija, en su cajón, dolor.

Crece la desdicha, hermanos hombres,

más pronto que la máquina, a diez máquinas, y crece

con la de Roseau, con nuestras barbas;

crece el mal por razones que ignoramos

y es una inundación con propios líquidos,

con propio barro y propia nube sólida!


Y la tierra, señores que manda

Invierte el sufrimiento posiciones, da función

en que el humor acuoso es vertical

al pavimento,

el ojo es visto y esta oreja oída,

y esta oreja da nueve campanadas a la hora

del rayo, y nueve carcajadas

a la hora del trigo, y nueve sones hembras

a la hora del llanto, y nueve cánticos

a la hora del hambre y nueve truenos

y nueve látigos, menos un grito.”

(Fragmento)


Versos de dolor y amor hacia un futuro donde llegaremos a estar sobre una tierra calcinada, paralelismo a un consumo desorbitado conducieno la manada de los todavía son seres humanos.

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