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Llueve y deja de llover, pasará hasta la medianoche, lloverá y entonces ¿qué?, nada, que llueva, que me quedo dormida viendo las series de acción de televisión, entre las olas tempestuosas de sentirme vieja e indecisa, pero con suerte, también.
Confieso que estoy confusa y estándolo he escrito dulces poesías que a la basura no deben ir a parar, bellas, cortas, concisas, son momentos de la vida, lamentos, canciones, experiencias. Sentir ser pobre, no poder hacer nada por remediarlo, sólo mantenerse día a día y luchar para seguir viviendo, aunque sea con el monedero vacío, aunque esté gorda y fea, aunque desee viajar a Colombia o Bolivia para vivir siendo más pobre aún, sentir serlo pero no poderlo cambiar.
Y volvería, a pasar…
Viviendo lejos, en otra ciudad, caen miles de truenos de forma bestial, sintiendo pena, llorando como el mar va la vida mía llena de necesidad.
El corazón se pone de piedra y ya nada ni nadie me hará reír.
En el mundo de la Cultura de las Artes así actúan muchos, sin sustento de base. Anochecía cuando llegó el tren, empero, el tren pudo haber llegado mucho antes. La verdad era que se había retrasado horas y aún no se sabía por qué. Era una conversación frívola, con intercambio de chismes sobre amistades del vecindario.
En su nuevo libro, el reputado economista Juan Torres López los analiza como expresiones de una crisis del capitalismo neoliberal que, ante la desorientación y la impotencia de la izquierda contemporánea, choca con la democracia y alimenta el auge de la extrema derecha.
A Mercedes Isabel: A mi edad, me pregunto, sin pretender escribir los versos mas triste esta tarde. Como olvidarte, flor de mi vida. Desventurado sería, no haberte tenido.
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