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Imagino aquel juicio falseado,
En manos de un nefasto reyezuelo.
El prefecto, de corazón de hielo,
Poncio Pilato, cruel y desnortado.
Y veo a Jesús, en una Cruz clavado,
Sus ojos suplicantes hacia el Cielo.
Y a sus pies una Madre sin consuelo
Llorando por el Hijo asesinado.
Y después, a Jesús Resucitado,
Gozando con el Padre Celestial
Enel Cielo que Dios ha preparado.
Con la Virgen, su Madre, que, a su lado,
Elevada en un bello pedestal
Nos ofrece su manto inmaculado.
La poesía del maestro Enrique González Arias nos demuestra no solo su calidad humana, también la belleza con la que, desde hace mucho tiempo ha venido fraguando su obra literaria. Misma que el autor la cincela con los martillos de la vida, la existencia y la contemplación de lo inefable.
No soy un poeta al uso, ni he presumido de serlo; hubiera sido un abuso afirmarlo y sostenerlo como haría un ser obtuso.
Nos encontramos una tarde de este extinto mes de marzo con el polifacético José Antonio García Palazón para hablar sobre su trayectoria literaria, instándolo a que nos enterara de cuáles son sus referentes y premisas así como de sus próximos proyectos. Personaje excéntrico y heterodoxo donde los haya nos obsequió un agradable rato de conversación.
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