Tengo la suerte y el privilegio de poder disfrutar de este día del padre junto a mis hijos mayores, pero sé que muchos otros no la tendrán. Actualmente, vemos a los refugiados ucranianos, casi todos mujeres y niños, que han dejado atrás la guerra y también a sus padres, luchando por defender su territorio y quien sabe cuándo los volverán a ver.
En los casos de divorcio conflictivo suele ser el padre el que pierde la custodia de sus hijos, aunque no sea el causante de esa conflictividad. Y hay otros casos en que el padre es borrado sistemáticamente de la vida de sus hijos por malmeter ideas contra aquellos e impedirles que los vean, lo que resulta de una terrible injusticia. Tampoco dejo de recordar un caso que me afectó particularmente. Por estas mismas fechas, Antonio Salgado perdió a su hijo, Miguel ángel, asesinado por un sicario contratado por su ex mujer, Dolores Martín Pozo, ante la certeza de perder la custodia de su hija a la que se creía con derecho exclusivo. Aquí, se da la triste y doble circunstancia en que una hija pierde a su padre y un padre pierde a su hijo por la insensatez y el egoísmo de una mujer perturbada y obsesionada en conseguir lo que quiere a toda costa. Por eso, esta fecha me produce un sentimiento dual. Estoy feliz y triste, por el reencuentro con el amor paternal en su presencia o ausencia. Hoy, como cada año, festejaré con mis hijos y saludaré a Antonio, intentando inútilmente paliar su desconsuelo.
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