En esta España democrática, progresista y moderna, se persiguen con saña solamente los delitos de unos delincuentes y no las mismas aberraciones en otros malhechores igualmente canallas.
Y debe de ser porque los curas y las monjas en las mentes de estos retrógrados de la justicia, además de ver en curas y monjas quienes envenenan las fuentes, descubren también a quienes queman herejes, persiguen a supuestas brujas, torturan a los indios de las tierras que conquistan y roban en los confesionarios las herencias de viejecitos abducidos por las sotanas.
Todo muy moderno, muy del S.XXI, muy en defensa de las víctimas, pero oliendo a podrido, a rancio y a sectario.
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