Al iniciar las clases tras el periodo vacacional navideño me parece hacer un repaso sobre que se piensa enseñar sobre nuestra historia. En los contenidos comunes de la asignatura de Historia de segundo de Bachillerato, el Gobierno de Pedro Sánchez ha eliminado momentos claves de nuestro pasado común para la configuración de la identidad de España, como los referidos a la Hispania romana, los visigodos, Al-Ándalus, el reinado de los Reyes Católicos, el siglo de Oro, la conquista y evangelización de América, o el reinado de los Austrias. Serán sustituidos por una narración del pasado a partir de la Constitución de 1812, con añadidos como los dedicados a los nacionalismos, la memoria democrática o el desarrollo sostenible, con peso excesivo del período de la Segunda República.
Los responsables de Educación deberían atender a las recomendaciones de la Academia de la Historia antes de consumar esta propuesta basada en la ignorancia y en el falseamiento de una historia común, sin la que no se puede entender el presente. Desconocer la historia, más aún, falsearla, significa empobrecer nuestra memoria y generar sujetos más débiles y desguarnecidos frente a los retos del presente.