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La reforma a fondo de las pensiones lleva a ciertos planes de empresa y de individuales, que más que un simple complemento, terminan convirtiéndose en cuasi-obligatorios, con el inconveniente de la muy desigual cobertura en función del estatus laboral y social. El ministro Escrivá se aferra al escaso desarrollo de los planes privados en España y a su ineficaz regulación, y en esto razón no le falta.
También es cierto que el sistema de pensiones necesita una reforma. Pero en lugar de abrir un debate franco, el gobierno se ha lanzado por la puerta de atrás a modificar la lógica misma del sistema, o al menos a dejar sentadas las bases. Que las empresas y trabajadores recurran a planes privados o públicos es secundario en comparación con la magnitud de los cambios que se perfilan con esta reforma.
EH Bildu estaría integrada por militantes de Aralar, Alternativa, EA e Independientes, todos ellos fagocitados por la estrella-alfa Sortu, cuyo ideólogo sería el actual candidato a Lehendakari, Pello Otxandiano, quien decidió revisar la anterior estrategia de Bildu e incorporar a su bagaje político la llamada inteligencia maquiavélica.
El pasado martes mientras limpiaba uno de los patios de colegio que me toca dos veces a la semana, una niña intentaba proteger a una abeja que no podía volar cogiéndola con una hoja y la apartó para que nadie la pisara estando pendiente para ver si se podía recuperar a lo que se sumaron una compañera y un compañero. Gestos que demuestran más empatía que muchos adultos.
En la colosal vorágine de los tiempos modernos, nos encontramos enredados en un tejido de deseos y ansias desbocadas. Nos hemos convertido en una sociedad dominada por la avaricia, un apetito voraz que desemboca en la insaciabilidad. La hambruna crónica de la insatisfacción. Más y más por el mero más y más. Lejos queda la capacidad personal y colectiva de detenernos a pensar quiénes somos y echar la vista atrás para recapitular de dónde venimos.
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