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El teólogo Olegario González de Cardedal, señalaba un aspecto que desfigura a la sociedad española: la desaparición de toda alusión a Dios en el lenguaje público, como si la fe en Dios no estuviera presente en la vida de muchos españoles, y como si no hubiera dejado huella alguna en nuestra historia.
En un luminoso artículo publicado el mes anterior hacía referencia al gran diálogo entre el entonces cardenal Ratzinger y el filósofo agnóstico Habermas, en el que concordaron que, ni el creyente puede imponer su lenguaje al increyente, ni este a aquel, pero ambos han de esforzarse en un diálogo significativo. Recuerda que el silencio sobre Dios empobrece nuestra convivencia, por eso González de Cardedal propone como tarea para los cristianos, en la España de hoy, proferir el nombre de Dios en un tono de verdad y de sobriedad que permitan percibirlo como fundamento de nuestro ser humano.
No voy a matarme mucho con este artículo. La opinión de mi madre Fisioterapeuta, mi hermana Realizadora de Tv y mía junto a la de otras aportaciones, me basta. Mi madre lo tiene claro, la carne le huele a podrido. No puede ni verla. Sólo desea ver cuerpos de animales poblados de almas. Mi hermana no puede comerla porque sería como comerse uno de sus gatos. Y a mí me alteraría los niveles de la sangre, me sentiría más pesada y con mayor malestar general.
En medio de la vorágine de la vida moderna, donde la juventud parece ser el estándar de valor y el ascensor hacia el futuro, a menudo olvidamos el invaluable tesoro que representan nuestros ancianos. Son como pozos de sabiduría, con profundas raíces que se extienden hasta los cimientos mismos de nuestra existencia. Sin embargo, en muchas ocasiones, son tratados como meros objetos de contemplación, relegados al olvido y abandonados a su suerte.
Al conocer la oferta a un anciano señor de escasos recursos, que se ganaba su sobrevivencia recolectando botellas de comprarle su perro, éste lo negó, por mucho que las ofertas se superaron de 10 hasta 150 dólares, bajo la razón: "Ni lo vendo, ni lo cambio. El me ama y me es fiel. Su dinero, lo tiene cualquiera, y se pierde como el agua que corre. El cariño de este perrito es insustituible; su cariño y fidelidad es hermoso".
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