Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Democracia | Izquierda | Derecha | España | Europa
​Ojalá esté equivocado y sea que tengo un mal día

Pesimismo y decepción

|

La llegada de la democracia a nuestro país me llegó en plena juventud y me ilusioné con ella. Creí que se abría un periodo de paz y prosperidad y sobre todo de hermandad y convivencia. Aunque me resistí, estas ilusiones comenzaron a venirse abajo pronto. La democracia no era la panacea de nada, sino una forma diferente de organizar el poder para que siguieran mandando los de siempre, o mejor dicho, los de siempre y los que seguían bien vivos y al acecho.


La convivencia entre los que se habían enfrentado en tiempos pasados no duró y volvieron a repartirse las fichas blancas y negras en el viejo tablero. La democracia como gobierno de la mayoría de los ciudadanos, que eligen a los mejores, no garantiza nada ni en la antigua Grecia ni en ningún sitio. La propaganda electoral y el recuento de votos queda siempre bajo sospecha de manipulación por los magos de la publicidad y los sondeos de opinión.


La derecha y la izquierda son cada vez más parecidas y sus valores coincidentes. El antiguo lema: divide y vencerás sigue vigente y aparecen siglas nuevas que se dicen de derechas o de izquierdas, pero no lo son. En lo único que coinciden derechas e izquierdas es en hacerse con el poder y gozar de sus prebendas. Ni los que se dicen derechas defienden los valores cristianos y conservadores, ni los que dicen izquierdas se preocupan de verdad por los trabajadores o los pobres.


Todo es cuestión de etiquetas. La izquierda se pone la etiqueta de progresista y con ella cuela, de matute, el aborto, el divorcio, las leyes de género, el matrimonio homosexual o la ley de memoria histórica y apedrea a la derecha con la etiqueta de fascista.


Pero la derecha, creyendo que el progreso es lo que dicen las izquierdas, olvida sus propios valores y vota también a favor de lo que dice la izquierda y son tan abortistas, tan divorcistas, tan defensores de las leyes de género, etc. como las izquierdas. Por favor: no quieren parecer retrógrados. Pero es que la Comunidad Europea, que también alardea de democracia, hace las mismas cosas y si alguno de sus miembros se niega a secundarlas -Polonia o Hungría- se les amenaza con la expulsión.


Si para formar parte de la UE cualquier país tiene que renunciar a sus leyes propias, algo está fallando en Europa y su cacareada democracia es tan cuestionable como en España.


Por todas estas razones mi entusiasmo democrático se fue al garete y me quedé con mi decepción.


Por otro lado, es inquietante la difusión de la agenda 2030, el nuevo orden mundial y el anuncio del gran reinicio. Todo ello en manos de personajes turbios y multimillonarios que parecen tenernos en sus manos a través de los medios de comunicación o las ONG y los adelantos técnicos que nos conocen a todos y saben el sitio exacto en el que nos encontramos en cada momento.


Como no creo que la unión de nuestros políticos y los multimillonarios estén tratarnos de beneficiarnos, creo que iremos a peor, aunque quizás yo no estaré ya aquí para comprobarlo.

Pesimismo y decepción

​Ojalá esté equivocado y sea que tengo un mal día
Francisco Rodríguez
martes, 26 de octubre de 2021, 09:17 h (CET)

La llegada de la democracia a nuestro país me llegó en plena juventud y me ilusioné con ella. Creí que se abría un periodo de paz y prosperidad y sobre todo de hermandad y convivencia. Aunque me resistí, estas ilusiones comenzaron a venirse abajo pronto. La democracia no era la panacea de nada, sino una forma diferente de organizar el poder para que siguieran mandando los de siempre, o mejor dicho, los de siempre y los que seguían bien vivos y al acecho.


La convivencia entre los que se habían enfrentado en tiempos pasados no duró y volvieron a repartirse las fichas blancas y negras en el viejo tablero. La democracia como gobierno de la mayoría de los ciudadanos, que eligen a los mejores, no garantiza nada ni en la antigua Grecia ni en ningún sitio. La propaganda electoral y el recuento de votos queda siempre bajo sospecha de manipulación por los magos de la publicidad y los sondeos de opinión.


La derecha y la izquierda son cada vez más parecidas y sus valores coincidentes. El antiguo lema: divide y vencerás sigue vigente y aparecen siglas nuevas que se dicen de derechas o de izquierdas, pero no lo son. En lo único que coinciden derechas e izquierdas es en hacerse con el poder y gozar de sus prebendas. Ni los que se dicen derechas defienden los valores cristianos y conservadores, ni los que dicen izquierdas se preocupan de verdad por los trabajadores o los pobres.


Todo es cuestión de etiquetas. La izquierda se pone la etiqueta de progresista y con ella cuela, de matute, el aborto, el divorcio, las leyes de género, el matrimonio homosexual o la ley de memoria histórica y apedrea a la derecha con la etiqueta de fascista.


Pero la derecha, creyendo que el progreso es lo que dicen las izquierdas, olvida sus propios valores y vota también a favor de lo que dice la izquierda y son tan abortistas, tan divorcistas, tan defensores de las leyes de género, etc. como las izquierdas. Por favor: no quieren parecer retrógrados. Pero es que la Comunidad Europea, que también alardea de democracia, hace las mismas cosas y si alguno de sus miembros se niega a secundarlas -Polonia o Hungría- se les amenaza con la expulsión.


Si para formar parte de la UE cualquier país tiene que renunciar a sus leyes propias, algo está fallando en Europa y su cacareada democracia es tan cuestionable como en España.


Por todas estas razones mi entusiasmo democrático se fue al garete y me quedé con mi decepción.


Por otro lado, es inquietante la difusión de la agenda 2030, el nuevo orden mundial y el anuncio del gran reinicio. Todo ello en manos de personajes turbios y multimillonarios que parecen tenernos en sus manos a través de los medios de comunicación o las ONG y los adelantos técnicos que nos conocen a todos y saben el sitio exacto en el que nos encontramos en cada momento.


Como no creo que la unión de nuestros políticos y los multimillonarios estén tratarnos de beneficiarnos, creo que iremos a peor, aunque quizás yo no estaré ya aquí para comprobarlo.

Noticias relacionadas

Alberga la voz protocolo acepciones varias. La cuarta de ellas, siguiendo al DRAE, define esta palabra como ”secuencia detallada de un proceso de actuación científica, técnica, médica, etc.”. Al parecer, todo protocolo supone una garantía para evitar decisiones improvisadas en los distintos ámbitos y tranquilizar, de paso, a los destinatarios de la actuación, que pueden ser los miembros de un colectivo concreto o, en algunos casos, toda la población.

Si algo nos va quedando claro, es la enorme complicación de la cual formamos parte activa. El cielo nos plantea retos de altura si queremos ser consecuentes y la materia resulta muy superficial, la mayor parte es indetectable en el Universo como materia oscura. Las energías y las condensaciones nos traen de cabeza, hasta el punto de que avanzamos sin avanzar, de ver sin ver, o muchas situaciones similares.

Hoy comienzan las elecciones en la India. Están habilitados para votar más de 960 millones de habitantes en comicios de formato singular que van a durar 44 días. El país encarna la mayor democracia del mundo y, a diferencia de lo que suele acontecer en occidente, se espera un incremento del número de ciudadanos que acudan a las urnas.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto