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Las elecciones en el país heleno de este domingo han dejado de ser LA noticia para convertirse en una más

Qué pasa con Grecia

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Las elecciones en Grecia de este domingo han dejado de ser LA noticia para convertirse en una más de ellas; nuestro mundo es un pozo sin fondo donde se depositan las ilusiones y esperanzas de la actual sociedad; pocas, muy pocas banderas helenas ondean -yo no he visto ninguna- por los balcones de nuestras calles.


Parece que fue ayer cuando gran cantidad de españoles volvieron sus ojos a los biznietos de Aristóteles, Sócrates y Platón para conversar sobre la gran utopía que, de la mano de Tsipras, podría devolver la felicidad a los griegos que, aunque ya han sido desplazados de las primeras páginas de la prensa, siguen agolpándose en los cajeros para sacar algún que otro euro que les permita ir tirando.


No sé lo que va a ocurrir este domingo porque los malditos sondeos dan un empate técnico entre la derecha, Nueva Democracia de Melmarakis y la izquierda de Tsipras, Siryza, aunque más a la siniestra de ella se encuentra la escisión de Varufakis formando una izquierda que se sale en lo radical.


Sin gran pasión, el líder de “Podemos”, Pablo Iglesias, ha acudido en alguna ocasión durante la campaña a apoyar a Tsipras, pero, ya decía, sin mucho apasionamiento ya que el fracaso Siryza ha hecho mella en el electorado de “Podemos”; ya ven que los mandamases de la descafeinada Izquierda Unida española, Alberto Garzón y Cayo Lara, ni siquiera han asomado sus narices por la campaña griega.


Cuando Tsipras ganó las elecciones convocó a su pueblo mediante referéndum para hacerle frente a la Europa de los Mercaderes y solicitó un NO como una casa, de ahí que lo escriba con mayúsculas, a las políticas de austeridad; venció pero arrollando de forma tal que era un pueblo en su totalidad el que se enfrentaba a la famosa Troika; el entusiasmo duró poco tiempo, la realidad se impuso al ímpetu y Tsipras, y Grecia con él, claudicó ante el capitalismo.


Ahora vuelve Tsipras a pedir la confianza a Grecia pero con más mesura, sabedor que dar palos al aire es recibirlos él; por ello, su confianza está depositada en la Ley Electoral de Grecia, esa que aquí es denostada y criticada por todos.


Tsipras solamente desea obtener un voto más que Nueva Derecha, pues la ley helena premia con 50 escaños a la lista más votada, pero hasta con ese regalo es difícil que obtenga la mayoría absoluta.


Lo sabremos en cuestión de horas.

Qué pasa con Grecia

Las elecciones en el país heleno de este domingo han dejado de ser LA noticia para convertirse en una más
José García Pérez
sábado, 19 de septiembre de 2015, 08:46 h (CET)

Las elecciones en Grecia de este domingo han dejado de ser LA noticia para convertirse en una más de ellas; nuestro mundo es un pozo sin fondo donde se depositan las ilusiones y esperanzas de la actual sociedad; pocas, muy pocas banderas helenas ondean -yo no he visto ninguna- por los balcones de nuestras calles.


Parece que fue ayer cuando gran cantidad de españoles volvieron sus ojos a los biznietos de Aristóteles, Sócrates y Platón para conversar sobre la gran utopía que, de la mano de Tsipras, podría devolver la felicidad a los griegos que, aunque ya han sido desplazados de las primeras páginas de la prensa, siguen agolpándose en los cajeros para sacar algún que otro euro que les permita ir tirando.


No sé lo que va a ocurrir este domingo porque los malditos sondeos dan un empate técnico entre la derecha, Nueva Democracia de Melmarakis y la izquierda de Tsipras, Siryza, aunque más a la siniestra de ella se encuentra la escisión de Varufakis formando una izquierda que se sale en lo radical.


Sin gran pasión, el líder de “Podemos”, Pablo Iglesias, ha acudido en alguna ocasión durante la campaña a apoyar a Tsipras, pero, ya decía, sin mucho apasionamiento ya que el fracaso Siryza ha hecho mella en el electorado de “Podemos”; ya ven que los mandamases de la descafeinada Izquierda Unida española, Alberto Garzón y Cayo Lara, ni siquiera han asomado sus narices por la campaña griega.


Cuando Tsipras ganó las elecciones convocó a su pueblo mediante referéndum para hacerle frente a la Europa de los Mercaderes y solicitó un NO como una casa, de ahí que lo escriba con mayúsculas, a las políticas de austeridad; venció pero arrollando de forma tal que era un pueblo en su totalidad el que se enfrentaba a la famosa Troika; el entusiasmo duró poco tiempo, la realidad se impuso al ímpetu y Tsipras, y Grecia con él, claudicó ante el capitalismo.


Ahora vuelve Tsipras a pedir la confianza a Grecia pero con más mesura, sabedor que dar palos al aire es recibirlos él; por ello, su confianza está depositada en la Ley Electoral de Grecia, esa que aquí es denostada y criticada por todos.


Tsipras solamente desea obtener un voto más que Nueva Derecha, pues la ley helena premia con 50 escaños a la lista más votada, pero hasta con ese regalo es difícil que obtenga la mayoría absoluta.


Lo sabremos en cuestión de horas.

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