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Con esto de la pandemia nos vemos obligados a viajar en el recuerdo

Una noche mágica en Salzburgo

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Durante bastantes años un grupo de amigos hemos dedicado nuestras vacaciones a recorrer diversos países europeos a bordo de autobuses, autocaravanas o coches privados. Esto nos ha permitido conocer bastante bien el viejo continente. Su cultura, su comercio y su “bebercio”. Como supongo, mis queridos lectores han podido experimentar que el recorrer ciudades en grandes grupos es bastante incómodo y te invita a pensar que te encuentras entre un rebaño de turistas. (Aun no se había inventado eso de “la inmunidad de rebaño”). Consiguientemente, llegado el atardecer te escapas junto a un pequeño grupo a fin de disfrutar de la ciudad que visitas. A ser posible mezclándote con los habitantes del lugar. 


Aquel día habíamos llegado a Salzburgo. Iniciamos la visita turista de la mano de un guía que parecía sacado del ejército prusiano. Nos enseñó diversos templos con cara y gestos de pocos amigos, paseamos en un coche de caballos que parecía sacado del parque de Málaga y pateamos a fondo aquella bellísima ciudad. 


Soy un enamorado de Mozart y de su música. Intentaba encontrarlo a través de los lugares que recorrimos a lo largo de todo el día. Llegada la noche encontramos una cervecería bastante bulliciosa. Era difícil salir de allí sin un punto peligroso dada la maldita costumbre de los austríacos de no tener tapas ni un triste marisquero. 


Conseguí pegar la hebra con un indígena en un inglés chapucero. Me indicó que me diera una vuelta por los alrededores de la Universidad. Allí se obro el milagro. Me encontré con virtuosos músicos jóvenes que tocaban el violín o la guitarra. Con cantantes de ambos sexos que entonaban trozos de operas o de lieds. Por allí flotaba Mozart. Fue una noche mágica e inolvidable. 


La buena noticia de hoy se basa en que, gracias a Dios, aun nos quedan los recuerdos. Con la evocación se pueden volver a vivir momentos incomparables. Como aquella noche en Salzburgo.

Una noche mágica en Salzburgo

Con esto de la pandemia nos vemos obligados a viajar en el recuerdo
Manuel Montes Cleries
lunes, 2 de agosto de 2021, 08:37 h (CET)

Durante bastantes años un grupo de amigos hemos dedicado nuestras vacaciones a recorrer diversos países europeos a bordo de autobuses, autocaravanas o coches privados. Esto nos ha permitido conocer bastante bien el viejo continente. Su cultura, su comercio y su “bebercio”. Como supongo, mis queridos lectores han podido experimentar que el recorrer ciudades en grandes grupos es bastante incómodo y te invita a pensar que te encuentras entre un rebaño de turistas. (Aun no se había inventado eso de “la inmunidad de rebaño”). Consiguientemente, llegado el atardecer te escapas junto a un pequeño grupo a fin de disfrutar de la ciudad que visitas. A ser posible mezclándote con los habitantes del lugar. 


Aquel día habíamos llegado a Salzburgo. Iniciamos la visita turista de la mano de un guía que parecía sacado del ejército prusiano. Nos enseñó diversos templos con cara y gestos de pocos amigos, paseamos en un coche de caballos que parecía sacado del parque de Málaga y pateamos a fondo aquella bellísima ciudad. 


Soy un enamorado de Mozart y de su música. Intentaba encontrarlo a través de los lugares que recorrimos a lo largo de todo el día. Llegada la noche encontramos una cervecería bastante bulliciosa. Era difícil salir de allí sin un punto peligroso dada la maldita costumbre de los austríacos de no tener tapas ni un triste marisquero. 


Conseguí pegar la hebra con un indígena en un inglés chapucero. Me indicó que me diera una vuelta por los alrededores de la Universidad. Allí se obro el milagro. Me encontré con virtuosos músicos jóvenes que tocaban el violín o la guitarra. Con cantantes de ambos sexos que entonaban trozos de operas o de lieds. Por allí flotaba Mozart. Fue una noche mágica e inolvidable. 


La buena noticia de hoy se basa en que, gracias a Dios, aun nos quedan los recuerdos. Con la evocación se pueden volver a vivir momentos incomparables. Como aquella noche en Salzburgo.

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