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​Las mejores aspiraciones derivan de la defensa enérgica de algunas ideas básicas

Refutaciones combativas

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En medio de la algazara del progreso, a pesar de las innumerables ventajas adquiridas, planea inmisericorde el trato despectivo dedicado al ciudadano de manera incomprensible. Un RETROCESO importante entre muchos adelantos. Es como una degradación del ente individual ante una parafernalia endiosada. Lo comprobamos en unos ejemplos, la imposibilidad de efectuar contactos personales con las empresas, instituciones u oficinas de gestión; degeneraron en un teclado numérico. En las cacareadas redes privan como un fiel indicador los anónimos. Aun siendo amplio el panorama, no se vislumbra un solo sitio de auténticos debates. Cunden los desplantes, estridencias, crispaciones y tendencias agresivas.


Tenemos una exagerada tendencia a conferir atribuciones erróneas a los espacios ocupados por una persona. Unas veces es el área geográfica, comarca o país; estableciendo diferencias desde esa premisa. También por el puesto ocupado en las actuaciones comunitarias. O bien por su movilidad o sedentarismo. Es decir, atendemos con fruición a los LUGARES ocupados por los sujetos en observación. Quizá no debiéramos deslizarnos tanto en esa orientación pese a su relevancia. En los ámbitos más rumbosos o desastrosos, en cualquiera al fin; resulta primordial la verdadera sustancia circulante por el interior de la persona en cuestión. Sea donde sea, esas cualidades internas impregnan sus actuaciones.


Hablamos mucho de la condición relativa y con razón, dada la cantidad de conexiones activas. A título de ejemplo, si pretendemos determinar el valor de la libertad, ya en las primeras ideas surge una importante serie de dependencias. La peligrosa, que supone aquella libertad del lobo para las ovejas. En las mentalidades arraigan variantes del concepto de libertad. De ahí la dificultad de su aplicación cotidiana en cualquier sector. Nos interesa rescatar ese concepto RELATIVO de las cosas, en la medida de su influencia o no de cara a las personas. Bien está la consideración de dependencia foránea (Económica, social…), pero no podemos soslayar ese detalle de cómo afecta lo foráneo a cada individuo.


Le damos mucha importancia al acompañamiento en las diversas actividades. Estas colaboraciones distan de ser homogéneas, perdiendo consistencia a base de contradicciones. Sin negar su importancia, son facetas influyentes en la personalidad propia, pueden representar apoyos, como también llegar a estrujar a esa personalidad, dependerá de cómo se incline la balanza. Para encontrar el camino propio es necesario esmerarse en el trato con los ACOMPAÑANTES de todo tipo, dispuestos al logro del equilibrio gratificante en esas relaciones. El incremento de los agobios dificulta el mantenimiento de la entidad individual, olvidando que su deterioro devalúa el concepto de las asociaciones comunitarias.


Ha ido calando una expresión muy complaciente para los egos, afirma la realidad como aquello percibido, sin mención del resto; una especie de engaño gratificante para las versiones subjetivas. Impregna a la sociedad de esas ideas, hasta en referencia a la gente alejada de mi percepción. Un asunto es recalcar en sus detalles la versión propia y muy distinto eso de aislarla del resto de las versiones. Los hechos apuntan a la urgencia de una reposición en sus justos términos, la SUBJETIVIDAD bien entendida, peculiar, aunque consciente de su pequeñez, sin arrebatarle espacio a la realidad foránea de enorme amplitud. Un ajuste necesario para la correcta distribución de los papeles existenciales.


Somos muy adictos a las polarizaciones, con pocos ánimos para entablar relaciones desde los extremos. Al fin cala esa costumbre con poca idea para la consideración del prójimo; domina la mentalidad del éxito a costa de quien sea. La arrogancia se instala fácilmente. Progresa el trato despectivo hacia las situaciones intermedias y las de logros mínimos. La refutación de hoy contra ese desdén, reivindica las labores de esas personas cuyos logros no se elevaron a las cumbres, para que no progrese su catalogación de FRACASADOS; porque en la brega diaria son inevitables las limitaciones. Ahí radica lo bueno, en el arte de superación cotidiana, siempre con aspiraciones.


Somos unas huellas de pasados humores, dejaremos huellas o ni asomo quedara de todo esto; el asunto queda en entredicho para las disquisiciones de altura. En esto también nos sacan de quicio, nos equiparan a una casuística de otros tiempos con sus circunstancias. El sitio, el momento de las intervenciones particulares, se escinde de los planes generales. En cualquier edad, desde la infancia al final, se suceden los eventos propios. Ahí radica, en ese momento, donde se calibra la entidad del protagonista en cuestión, en esa su actuación INSTANTÁNEA muestra las cualidades o defectos, heroicidades o miserias. La semejanza con ejemplos distantes tiene poco que ver con la realidad personal.


Los errores forman parte constitutiva del ser humano, contando con ellos, la manera de afrontarlos será una de las actitudes decisivas para el buen vivir. El paso del tiempo se encarga de añadir lastre a las tendencias de cada sujeto. Uno se enfrenta a serias dificultades para mantener un cierto hilo conductual, de manera consciente o sin detectar los factores participantes. Ese núcleo animado situado en el interior, llamémosle alma, dirige en cierto modo las ideas y sensaciones; pero le hacemos caso sólo según nos viene. Hoy recalco la actitud de VENDER ese potencial a los agentes externos, con la progresiva anulación de la personalidad propia, quedando como títeres descerebrados en un posicionamiento demasiado frecuente.


La fragmentación es un hecho, no disponemos del mínimo asiento para las consideraciones pausadas de otras relaciones. El repiqueteo de los estímulos ambientales no deja espacios libres. No se trata sólo de las técnicas, las costumbres modelan también los comportamientos neuronales. Abocamos a unos dispositivos humanos poco propicios a otras lindezas. Se pierde el rastro al cargamento de cualidades humanas, que echamos de menos, quizá sin saber ya precisarlas. Interesa perseguir esas HUELLAS con mucha dedicación, corremos el riesgo de transformarlas en una pérdida irreparable; porque se habla de naderías, se vuelve la mirada a lo chocante y estamos muy atareados.


Abrumados por las impertinencias populistas, nos urge centrarnos en las proyecciones fascinantes de la libertad creativa. Nunca surge del cero absoluto, los rasgos precedentes están repartidos en el acompañamiento mundano. Es la EXTRACCIÓN artística de las cualidades mágicas, su descubrimiento, el motor ideal para superar la anomia, agobiados por las presiones actuales, para recuperar los acomodos humanos.


Existe un tempo interior resistente, llamémosle paradójicamente intemporal, a cuya esencia no acceden las algaradas foráneas, aunque retumban. Radica en los adentros del individuo. Lo detectamos con nitidez sentados en solitario en la cumbre del Gorbea, observando el balanceo de las ramas aireadas. Es el recurso por excelencia para recomponer las figuras descompuestas.

Refutaciones combativas

​Las mejores aspiraciones derivan de la defensa enérgica de algunas ideas básicas
Rafael Pérez Ortolá
lunes, 7 de junio de 2021, 01:16 h (CET)

En medio de la algazara del progreso, a pesar de las innumerables ventajas adquiridas, planea inmisericorde el trato despectivo dedicado al ciudadano de manera incomprensible. Un RETROCESO importante entre muchos adelantos. Es como una degradación del ente individual ante una parafernalia endiosada. Lo comprobamos en unos ejemplos, la imposibilidad de efectuar contactos personales con las empresas, instituciones u oficinas de gestión; degeneraron en un teclado numérico. En las cacareadas redes privan como un fiel indicador los anónimos. Aun siendo amplio el panorama, no se vislumbra un solo sitio de auténticos debates. Cunden los desplantes, estridencias, crispaciones y tendencias agresivas.


Tenemos una exagerada tendencia a conferir atribuciones erróneas a los espacios ocupados por una persona. Unas veces es el área geográfica, comarca o país; estableciendo diferencias desde esa premisa. También por el puesto ocupado en las actuaciones comunitarias. O bien por su movilidad o sedentarismo. Es decir, atendemos con fruición a los LUGARES ocupados por los sujetos en observación. Quizá no debiéramos deslizarnos tanto en esa orientación pese a su relevancia. En los ámbitos más rumbosos o desastrosos, en cualquiera al fin; resulta primordial la verdadera sustancia circulante por el interior de la persona en cuestión. Sea donde sea, esas cualidades internas impregnan sus actuaciones.


Hablamos mucho de la condición relativa y con razón, dada la cantidad de conexiones activas. A título de ejemplo, si pretendemos determinar el valor de la libertad, ya en las primeras ideas surge una importante serie de dependencias. La peligrosa, que supone aquella libertad del lobo para las ovejas. En las mentalidades arraigan variantes del concepto de libertad. De ahí la dificultad de su aplicación cotidiana en cualquier sector. Nos interesa rescatar ese concepto RELATIVO de las cosas, en la medida de su influencia o no de cara a las personas. Bien está la consideración de dependencia foránea (Económica, social…), pero no podemos soslayar ese detalle de cómo afecta lo foráneo a cada individuo.


Le damos mucha importancia al acompañamiento en las diversas actividades. Estas colaboraciones distan de ser homogéneas, perdiendo consistencia a base de contradicciones. Sin negar su importancia, son facetas influyentes en la personalidad propia, pueden representar apoyos, como también llegar a estrujar a esa personalidad, dependerá de cómo se incline la balanza. Para encontrar el camino propio es necesario esmerarse en el trato con los ACOMPAÑANTES de todo tipo, dispuestos al logro del equilibrio gratificante en esas relaciones. El incremento de los agobios dificulta el mantenimiento de la entidad individual, olvidando que su deterioro devalúa el concepto de las asociaciones comunitarias.


Ha ido calando una expresión muy complaciente para los egos, afirma la realidad como aquello percibido, sin mención del resto; una especie de engaño gratificante para las versiones subjetivas. Impregna a la sociedad de esas ideas, hasta en referencia a la gente alejada de mi percepción. Un asunto es recalcar en sus detalles la versión propia y muy distinto eso de aislarla del resto de las versiones. Los hechos apuntan a la urgencia de una reposición en sus justos términos, la SUBJETIVIDAD bien entendida, peculiar, aunque consciente de su pequeñez, sin arrebatarle espacio a la realidad foránea de enorme amplitud. Un ajuste necesario para la correcta distribución de los papeles existenciales.


Somos muy adictos a las polarizaciones, con pocos ánimos para entablar relaciones desde los extremos. Al fin cala esa costumbre con poca idea para la consideración del prójimo; domina la mentalidad del éxito a costa de quien sea. La arrogancia se instala fácilmente. Progresa el trato despectivo hacia las situaciones intermedias y las de logros mínimos. La refutación de hoy contra ese desdén, reivindica las labores de esas personas cuyos logros no se elevaron a las cumbres, para que no progrese su catalogación de FRACASADOS; porque en la brega diaria son inevitables las limitaciones. Ahí radica lo bueno, en el arte de superación cotidiana, siempre con aspiraciones.


Somos unas huellas de pasados humores, dejaremos huellas o ni asomo quedara de todo esto; el asunto queda en entredicho para las disquisiciones de altura. En esto también nos sacan de quicio, nos equiparan a una casuística de otros tiempos con sus circunstancias. El sitio, el momento de las intervenciones particulares, se escinde de los planes generales. En cualquier edad, desde la infancia al final, se suceden los eventos propios. Ahí radica, en ese momento, donde se calibra la entidad del protagonista en cuestión, en esa su actuación INSTANTÁNEA muestra las cualidades o defectos, heroicidades o miserias. La semejanza con ejemplos distantes tiene poco que ver con la realidad personal.


Los errores forman parte constitutiva del ser humano, contando con ellos, la manera de afrontarlos será una de las actitudes decisivas para el buen vivir. El paso del tiempo se encarga de añadir lastre a las tendencias de cada sujeto. Uno se enfrenta a serias dificultades para mantener un cierto hilo conductual, de manera consciente o sin detectar los factores participantes. Ese núcleo animado situado en el interior, llamémosle alma, dirige en cierto modo las ideas y sensaciones; pero le hacemos caso sólo según nos viene. Hoy recalco la actitud de VENDER ese potencial a los agentes externos, con la progresiva anulación de la personalidad propia, quedando como títeres descerebrados en un posicionamiento demasiado frecuente.


La fragmentación es un hecho, no disponemos del mínimo asiento para las consideraciones pausadas de otras relaciones. El repiqueteo de los estímulos ambientales no deja espacios libres. No se trata sólo de las técnicas, las costumbres modelan también los comportamientos neuronales. Abocamos a unos dispositivos humanos poco propicios a otras lindezas. Se pierde el rastro al cargamento de cualidades humanas, que echamos de menos, quizá sin saber ya precisarlas. Interesa perseguir esas HUELLAS con mucha dedicación, corremos el riesgo de transformarlas en una pérdida irreparable; porque se habla de naderías, se vuelve la mirada a lo chocante y estamos muy atareados.


Abrumados por las impertinencias populistas, nos urge centrarnos en las proyecciones fascinantes de la libertad creativa. Nunca surge del cero absoluto, los rasgos precedentes están repartidos en el acompañamiento mundano. Es la EXTRACCIÓN artística de las cualidades mágicas, su descubrimiento, el motor ideal para superar la anomia, agobiados por las presiones actuales, para recuperar los acomodos humanos.


Existe un tempo interior resistente, llamémosle paradójicamente intemporal, a cuya esencia no acceden las algaradas foráneas, aunque retumban. Radica en los adentros del individuo. Lo detectamos con nitidez sentados en solitario en la cumbre del Gorbea, observando el balanceo de las ramas aireadas. Es el recurso por excelencia para recomponer las figuras descompuestas.

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