Aún queda mucho por descubrir sobre por qué necesitamos un 30%
de nuestro tiempo para dormir. Se sabe que el sueño es una función
fisiológica necesaria y que dormir mal genera mala calidad de vida y
facilita el desarrollo de algunas enfermedades. Pero se desconoce, entre
otros aspectos, cómo se produce la recuperación del desgaste de la
vigilia durante el sueño.
Según explica a Infosalus la doctora Odile Romero, secretaria de la
Junta Directiva de la Sociedad Española del Sueño, aunque se sabe
mucho sobre los núcleos neuronales implicados en el sueño y la
vigilia, se continua investigando en los circuitos implicados en su modulación y/o
regulación. Además, las investigaciones actuales también buscan descubrir cómo inducir
un sueño con la misma calidad que el fisiológico, dado que el inducido por los hipnóticos
actuales no es de igual calidad.
EL RELOJ INTERNO DEL SUEÑO
Otro campo importante de investigación actual en el conocimiento del sueño que
apunta la doctora es la cronobiología: "somos seres de 24 horas regidos por un reloj
interno, no se puede desligar el sueño de la vigilia", señala la especialista que añade que
debemos intentar dormir en las horas en que todos nuestro ritmos biológicos están
preparados para ello.
"El sueño que se produce durante el día no está sincronizado de igual forma que
otros ritmos biológicos de 24 horas, como sería el ritmo de temperatura corporal",
apunta la doctora Romero.
El sincronizador más potente que tenemos en relación con el exterior y que va a
permitir sincronizar nuestros ritmos biológicos, es el ciclo de luz-oscuridad El estímulo
luminoso llega al núcleo supraquiasmático y desde aquí se coordina toda una red de
estructuras para "poner en hora" el resto de los relojes internos de cada célula", explica
la doctora Romero, jefe de Sección de Neurofisiología Clínica y coordinadora de la
Unidad Multidisciplinar de Sueño del Hospital Universitario Vall d'Hebron (Barcelona).
¿QUÉ PASA CON EL SUEÑO PERDIDO?
No existe recuperación propiamente dicha, sino que más bien hay que tener en cuenta
si es posible volver a un funcionamiento de alerta durante la vigilia como si ese sueño no
se hubiera perdido. "No se trata de recuperar el sueño sino de recuperar el bienestar
diurno y de la vigilia", apunta la doctora.
Sobre cómo es posible determinar si una persona duerme lo necesario, la doctora
señala que para determinar si un sueño es de calidad se mide la calidad de la vigilia a
través del análisis de los niveles de alerta, concentración, reacción y memoria. Si no hay
enfermedades y la persona está durmiendo bien según sus necesidades, sólo hay que
tener en cuenta la calidad de estos procesos durante la vigilia.
"El sueño empieza a cobrar importancia en
nuestra sociedad. En el pasado dormir se
asociaba con una pérdida de tiempo y roncar
era un signo de salud, ahora se admite que
dormir bien es un signo de salud ya que se ha observado que la deprivación de sueño
ocasiona ansiedad, depresión, falta de concentración, irritabilidad y accidentes
laborales", comenta Romero.
Dormir bien se asocia con la realización de las tareas en un menor tiempo, un mejor
estado de ánimo, mayor rendimiento laboral y mejores relaciones con el entorno, todo lo
contrario de cuando existe deprivación.
PROBLEMAS POR EXCESO, DEFECTO O SUCESOS
Tanto dormir poco, como hacerlo demasiado o que se presenten sucesos durante el
sueño tienen su repercusión en una peor calidad del sueño y suelen esconder
patologías subyacentes.
Dormir poco como por ejemplo debido al insomnio o simplemente a robar horas al
sueño para dedicar su tiempo a otras actividades supone tener una deprivación de sueño
y esto aumenta el riesgo de sufrir patologías psiquiátricas y favorece las enfermedades
metabólicas como obesidad, mal control de la diabetes y riesgo cardiovascular.
Dormir más horas puede estar asociado con apneas del sueño o enfermedades
neurológicas. Hay patologías que producen esta hipersomnia como en el caso de los
roncadores, duermen muchas horas y sus apneas favorecen la hipertensión y el ictus.
Por último, lo que sucede en las horas del sueño se puede asociar a parasomnias como
los terrores nocturnos, el sonambulismo, síndrome de piernas inquietas o epilepsias.