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Desde que me quedé solo decreció mi optimismo. (Riego malvones a la madrugada. Volveré al lecho. Hasta que aburrido me dejaré caer, y lograré así reaccionar, sobreponerme y encarar el día, si no laborable para mí, que eso nunca, al menos...) Los que ya no están, con cariño y con resignación, me instaban a la diurna vigilia.
¿Han contemplado a pájaros muriendo?... Yo los he contemplado. Corbatitas, jilgueros, chingolos..., despidiéndose a través de sonidos broncos y aislados, o de un piar chillón y sostenido.
Ya no me afeito ni me peino, no recito églogas en el salón principal ni ensayo formas de saludo frente al gran espejo del vestíbulo. No hay artilugio ni práctica conspicua que pudiera adquirir o conservar. Duermo ahora con los pies envueltos en una bufanda y bebo el té amargo, sin limón ni coñac. Claro está, no espero ser visitado ni socorrido, aun en circunstancias extremas. Desde que me quedé solo, soy, a simple vista, un hombre infeliz.
GatoTruffo, fiel. Te queremos muy muy bien. Eres buen tesoro.
María Herreros es una ilustradora valenciana que termina de publicar ‘Un barbero en la guerra’ (Ed. Lumen), un trabajo que no resulta fácil de catalogar. No es un cómic. No es un libro ilustrado. Es otra cosa. Una hibridación, un cruce, una suma de. Al final las hibridaciones van a consolidarse como género. ‘Un barbero en la guerra’ cuenta la historia del abuelo de la propia María, Domingo Evangelio, un hombre que con diecinueve años hubo de incorporarse a la lucha.
La demencia, más allá de una simple pérdida de memoria asociada a la vejez, representa un complejo conjunto de trastornos que afecta a la vida de quienes la padecen y supone un camino repleto de dudas y obstáculos para familiares y amigos. Este libro proporciona una completa mirada sobre los diferentes tipos de demencias, más allá del conocido alzhéimer, y revela cómo afectan y se manifiestan en cada persona.
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