Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Cine
Etiquetas | Crítica de cine | Película
Brendan Gleeson encarna a un sacerdote amenazado en 'Calvary', de John Michael McDonagh

El calvario de un buen hombre

|

El padre James Lavelle (Brendan Gleeson), párroco de la iglesia de un pequeño pueblo irlandés, es amenazado de muerte durante una confesión por uno de sus feligreses.

3003152

Si en Yo confieso (I Confess, 1953), infravalorado clásico de Alfred Hitchcock, el sacerdote interpretado por Montgomery Clift escuchaba de boca del asesino la revelación de un crimen que más tarde terminaría por implicarlo, debatiéndose entonces entre su inocencia y el secreto de confesión, en Calvary, segunda película del realizador y guionista británico John Michael McDonagh, el padre James, al que encarna un enorme, colosal Brendan Gleeson, recibe una amenaza directa de muerte por parte de uno de sus parroquianos que previamente le ha confesado haber sufrido abusos sexuales en manos de otro eclesiástico durante el pasado (se estima que en el seno de la Iglesia católica irlandesa se abusó de unos treinta y cinco mil niños entre los años cincuenta y los años ochenta). Con esta inquietante escena, limitada en su plasmación a un primer plano del protagonista, arranca el magnífico filme que nos ocupa.

Emulando a Gabriel García Márquez, podríamos definir a Calvary como la crónica de una muerte anunciada. El relato se estructura a lo largo de ocho días, de domingo a domingo. Una semana entera para que el padre James ponga en orden su propia vida (recibe la visita de su hija Fiona, a la que no ve desde hace algún tiempo y que ha intentado suicidarse) y la de la comunidad en la que ejerce su ministerio, antes de toparse en la playa con el frío rostro de la muerte, como el Antonius Block de El séptimo sello (Det sjunde inseglet, 1957), aunque su personaje recuerde más al del sheriff Will Kane de Solo ante el peligro (High Noon, 1952). Durante esos días asistiremos al calvario de un hombre bueno, íntegro, en el seno de una colectividad mediocre y frustrada. James deberá soportar el descreimiento y la ironía de sus feligreses, de variopintas edades y condición social, bajo cuyas acciones (criminales en determinados casos) subyace el peor de los vacíos existenciales. La figura del sacerdote ya no es lo que era. Los tiempos han cambiado, y su presencia, antaño innegociable, es vista ahora como el arcaico y molesto rescoldo de una antigua moral. McDonagh ha reconocido inspirarse para su película en el llamado modelo psiquiátrico de Kübler-Ross, también conocido como modelo de las cinco etapas del duelo (negación, ira, negociación, depresión y aceptación), normalmente aplicado a aquellas personas a las que se les diagnostica una enfermedad terminal, o que, como en este caso, deben enfrentarse a una situación traumática.

El director, que en su narración no prescinde de un cínico y oscuro sentido del humor, opta por una puesta en escena sobria (especialmente austero resulta el cuarto donde descansa el protagonista), que contrasta con la primigenia belleza del paisaje costero irlandés en las secuencias de exteriores.

Calvary contiene diálogos brillantes, incómodas reflexiones, un gran personaje central y un buen grupo de pintorescos secundarios. De lo mejorcito que veremos en nuestros cines a lo largo de este 2015.

El calvario de un buen hombre

Brendan Gleeson encarna a un sacerdote amenazado en 'Calvary', de John Michael McDonagh
Ricardo Pérez
domingo, 29 de marzo de 2015, 23:37 h (CET)
El padre James Lavelle (Brendan Gleeson), párroco de la iglesia de un pequeño pueblo irlandés, es amenazado de muerte durante una confesión por uno de sus feligreses.

3003152

Si en Yo confieso (I Confess, 1953), infravalorado clásico de Alfred Hitchcock, el sacerdote interpretado por Montgomery Clift escuchaba de boca del asesino la revelación de un crimen que más tarde terminaría por implicarlo, debatiéndose entonces entre su inocencia y el secreto de confesión, en Calvary, segunda película del realizador y guionista británico John Michael McDonagh, el padre James, al que encarna un enorme, colosal Brendan Gleeson, recibe una amenaza directa de muerte por parte de uno de sus parroquianos que previamente le ha confesado haber sufrido abusos sexuales en manos de otro eclesiástico durante el pasado (se estima que en el seno de la Iglesia católica irlandesa se abusó de unos treinta y cinco mil niños entre los años cincuenta y los años ochenta). Con esta inquietante escena, limitada en su plasmación a un primer plano del protagonista, arranca el magnífico filme que nos ocupa.

Emulando a Gabriel García Márquez, podríamos definir a Calvary como la crónica de una muerte anunciada. El relato se estructura a lo largo de ocho días, de domingo a domingo. Una semana entera para que el padre James ponga en orden su propia vida (recibe la visita de su hija Fiona, a la que no ve desde hace algún tiempo y que ha intentado suicidarse) y la de la comunidad en la que ejerce su ministerio, antes de toparse en la playa con el frío rostro de la muerte, como el Antonius Block de El séptimo sello (Det sjunde inseglet, 1957), aunque su personaje recuerde más al del sheriff Will Kane de Solo ante el peligro (High Noon, 1952). Durante esos días asistiremos al calvario de un hombre bueno, íntegro, en el seno de una colectividad mediocre y frustrada. James deberá soportar el descreimiento y la ironía de sus feligreses, de variopintas edades y condición social, bajo cuyas acciones (criminales en determinados casos) subyace el peor de los vacíos existenciales. La figura del sacerdote ya no es lo que era. Los tiempos han cambiado, y su presencia, antaño innegociable, es vista ahora como el arcaico y molesto rescoldo de una antigua moral. McDonagh ha reconocido inspirarse para su película en el llamado modelo psiquiátrico de Kübler-Ross, también conocido como modelo de las cinco etapas del duelo (negación, ira, negociación, depresión y aceptación), normalmente aplicado a aquellas personas a las que se les diagnostica una enfermedad terminal, o que, como en este caso, deben enfrentarse a una situación traumática.

El director, que en su narración no prescinde de un cínico y oscuro sentido del humor, opta por una puesta en escena sobria (especialmente austero resulta el cuarto donde descansa el protagonista), que contrasta con la primigenia belleza del paisaje costero irlandés en las secuencias de exteriores.

Calvary contiene diálogos brillantes, incómodas reflexiones, un gran personaje central y un buen grupo de pintorescos secundarios. De lo mejorcito que veremos en nuestros cines a lo largo de este 2015.

Noticias relacionadas

Adolfo Aristarain está en todas las películas que ha escrito y dirigido: en La parte del león, Tiempo de revancha, Un lugar en el mundo, La ley de la frontera, Martín (Hache), Lugares comunes y Roma -por el momento, su último trabajo-. Y no solo en un personaje, sino en todos los que reflejan su preocupación por encontrar un lugar en el mundo. Él ha encontrado el suyo en Buenos Aires, donde recibió la noticia de que la Academia de Cine le había concedido la Medalla de Oro 2024.

En la España de posguerra, y con un ambiente opresivo de curas ultra franquistas que obligan a sus alumnos a entonar la cara al sol como si les fuera la vida en ello, Ricardo, un buen padre de familia, intelectual de izquierdas, se verá obligado a vivir escondido en su propia casa haciéndose pasar por muerto. Mientras, su mujer Elena será acosada por un joven diácono que atraviesa una fuerte crisis vital.

Filmin estrenará el próximo viernes 29 de marzo, en exclusiva en España, “El tiempo del amor”, el melodrama firmado por Katell Quillévéré ("Reparar a los vivos") sobre una historia de amor singular en los años de la posguerra francesa. La película, que se presentó en la sección Cannes Première del Festival de Cannes, está protagonizada por Vincent Lacoste (“Las ilusiones perdidas”), Anaïs Demoustier (“Los consejos de Alice”) y Morgan Bailey.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto