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Antiguos locales de espectáculos

La Valencia desaparecida de Rafael Sena

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Para mi hablar de Rafael Sena, autor del libro “Els espectacles públics de la ciutat de València. La cartellera del segle XVI al XXI” , es hablar de una amistad y un conocimiento que está en marcha y funcionando, a veces a pesar de la distancia, durante más de cuarenta años. Con Rafa Sena nos unieron las inquietudes culturales pero también las políticas, eran aquellos tiempos en los que cultura y política caminaban unidas contra la dictadura franquista. A pesar de las prohibiciones del Gobierno de Franco y del miedo que nos producía caer en manos de los esbirros policiales de la temible Brigada Político Social los jóvenes de aquellos días de finales de los sesenta y principios de los setenta nos movíamos, y muchos, yo entre ellos, descubrimos que vivíamos en un País, el País Valencià, distinto y diferente a lo que se nos mostraba desde la oficialidad gubernamental.

Recuerdo con añoranza aquel despertar a la política y a la estima a nuestra tierra, nacido, criado y acrecentado en diversas tertulias nocturnas y vespertinas. Y en todas ellas estaba Rafa Sena, un fotógrafo inquieto, como los demás, por alcanzar el más alto grado de libertad posible en aquellos días en que las libertades, todas, estaban escondidas y encerradas con llave en el lóbrego cajón de la dictadura franquista y sus valedores que desde el año 1939 tenían secuestrado a todo un país. Estaba Rafa Sena, y estaban otros nombres, ahora recuerdo a Enric Tàrrega, Emili Mira , Joan Senent, Vicent Arnau, los hermanos Codonyer, Gabriel Sendra, Valerià Miralles , y muchos otros que, ahora, se quedan en el teclado. Diversas cafeterías vieron en aquellos años cómo un grupo de jóvenes que con los años siguieron caminos diferentes, pero siempre como divisa imperecedera el amor al País Valencià. De aquellas tertulias salieron panfletos, opúsculos llamando a la lucha, y en más de alguna ocasión desde allí mismo salimos a llenar la ciudad y los alrededores de pintadas reivindicando el País Valencià y su lengua.

En aquellos años, poco después del Mayo francés, mientras yo comenzaba a escribir sobre la entonces denominada “nova cançó” la inquietud de Rafa Sena le llevaba a convertirse en una especie de manager de los cantantes que, desde tierras valencianas, comenzaban a moverse por los escenarios de aquel movimiento canoro. Con el tiempo, y cuando la canción se profesionalizó, Rafa siguió con la fotografía y yo comencé a escribir además de música de otras cuestiones además de entrar de lleno en el mundo de la política.

Rafa es un enamorado de su ciudad, que también es la mía. Hace unos años recopiló fotográficamente los diversos rótulos que dan nombre a la mayoría de calles de Valencia. Con estas fotos hizo una exposición, la vi en el Café Lisboa, que fue muy celebrada por todos los que tuvieron la suerte de poder visitarla. No sólo eran fotos, era todo un anecdotario ciudadano desconocido para muchos de nosotros y recopilado, poco a poco, por Sena.

Espero que algún día se edite y así puedan conocer mejor su ciudad una gran mayoría de ciudadanos.

Pero ahora y fruto de una ardua labor investigadora Rafa Sena nos ofrece este libro que es un compendio de todos, o la mayoría, de locales de la ciudad de Valencia donde se han ofrecido espectáculos públicos desde los siglos XVI a la época actual. El libro lleva un estupendo prologo de Josep Lluís Sirera, autor teatral e investigador universitario en esta materia. En su escrito Sirera denuncia la falta de amor a la ciudad y a sus edificios singulares que desde siempre han tenido las autoridades valencianas, paseando por la ciudad es imposible encontrar una sola placa que recuerde que, en aquel sitio, hubo un edificio memorable dedicado al teatro, pero tampoco se encuentran este tipo de recordatorios para otro tipo de elementos culturales.

València es así y más con las autoridades que desde hace más de dos décadas están al frente del Ayuntamiento valenciano.

Pasando las páginas de este libro el lector se hace una idea de que el teatro a lo largo de la historia ha sido importante en la ciudad de Valencia, tanto al aire libre como las representaciones que se hacían en Las Rocas, carrozas que salen a la calle en las fiestas del Corpus y en los “miracles de Sant Vicent” pequeñas obras teatrales en la lengua del País representadas por niños sobre pequeños catafalcos instalados en diversas plazas de la ciudad. Como el teatro representado en locales cerrados desde los primeros teatros hasta los pequeños locales donde hoy los valencianos pueden acudir a ver actuar sobre un escenario. En el recuerdo han quedado, entre los que yo llegué a conocer, el viejo Princesa, también llamado de la Libertad, el Eslava, el Apolo, el Serrano, el Russafa y el Alkazar entre otros a los que la piqueta, con la aquiescencia municipal, y los negocios llevaron a ser derruidos.

Aquellas largas colas de público ante un buen estreno ya tan sólo son un recuerdo en una vieja foto en blanco y negro También los cines han ido despareciendo ante el auge de las mini salas. Metropol, Coliseum, Tyris, Rex, Serrano, Alameda, Oeste, y tantos y tantos también cedieron terreno ante el impetuoso caballo de la modernidad y los negocios. ¿Y qué decir de las salas de fiesta y discotecas? Lara, Erajoma, Simun, Casablanca, Derby Club, Zambra, Stop o Brunos. Fueron los locales de mi juventud, por todos ellos pasé además de alguna incursión dominical en el baile de la Sala de Armas del Gobierno militar para confraternizar con la hija de algún comandante de caballería ante la atenta y vigilante mirada de las madres del elemento femenino del baile. Hoy todo esto tan sólo son recuerdos que el libro de Rafa Sena ha traído a la memoria.

Leer las más de 170 páginas de este libro a unos, los de mi generación, les traerá a la memoria aquellos años del “esplendor en la hierba” que ya no volverán y a otros, los más jóvenes, les dará a conocer una ciudad, Valencia, amante del teatro, del cine y de divertirse, de divertirse incluso en los negros años en que en uno de los cabarets, Lara, el día en que iban a hacer un medio streep tease, sólo los pechos de la chica, me avisaban diciendo que esa noche “habría suelta de palomas” . A los valencianos siempre nos ha encantado hacer vida social, relacionarnos y pasarlo bien, aunque la ciudad lleva años sumida en la mediocridad, la chabacanería y la ordinariez de su primera dama, esa Rita Barberá que no ama para nada la ciudad que mal dirige

La Valencia desaparecida de Rafael Sena

Antiguos locales de espectáculos
Rafa Esteve-Casanova
lunes, 9 de marzo de 2015, 11:18 h (CET)

Para mi hablar de Rafael Sena, autor del libro “Els espectacles públics de la ciutat de València. La cartellera del segle XVI al XXI” , es hablar de una amistad y un conocimiento que está en marcha y funcionando, a veces a pesar de la distancia, durante más de cuarenta años. Con Rafa Sena nos unieron las inquietudes culturales pero también las políticas, eran aquellos tiempos en los que cultura y política caminaban unidas contra la dictadura franquista. A pesar de las prohibiciones del Gobierno de Franco y del miedo que nos producía caer en manos de los esbirros policiales de la temible Brigada Político Social los jóvenes de aquellos días de finales de los sesenta y principios de los setenta nos movíamos, y muchos, yo entre ellos, descubrimos que vivíamos en un País, el País Valencià, distinto y diferente a lo que se nos mostraba desde la oficialidad gubernamental.

Recuerdo con añoranza aquel despertar a la política y a la estima a nuestra tierra, nacido, criado y acrecentado en diversas tertulias nocturnas y vespertinas. Y en todas ellas estaba Rafa Sena, un fotógrafo inquieto, como los demás, por alcanzar el más alto grado de libertad posible en aquellos días en que las libertades, todas, estaban escondidas y encerradas con llave en el lóbrego cajón de la dictadura franquista y sus valedores que desde el año 1939 tenían secuestrado a todo un país. Estaba Rafa Sena, y estaban otros nombres, ahora recuerdo a Enric Tàrrega, Emili Mira , Joan Senent, Vicent Arnau, los hermanos Codonyer, Gabriel Sendra, Valerià Miralles , y muchos otros que, ahora, se quedan en el teclado. Diversas cafeterías vieron en aquellos años cómo un grupo de jóvenes que con los años siguieron caminos diferentes, pero siempre como divisa imperecedera el amor al País Valencià. De aquellas tertulias salieron panfletos, opúsculos llamando a la lucha, y en más de alguna ocasión desde allí mismo salimos a llenar la ciudad y los alrededores de pintadas reivindicando el País Valencià y su lengua.

En aquellos años, poco después del Mayo francés, mientras yo comenzaba a escribir sobre la entonces denominada “nova cançó” la inquietud de Rafa Sena le llevaba a convertirse en una especie de manager de los cantantes que, desde tierras valencianas, comenzaban a moverse por los escenarios de aquel movimiento canoro. Con el tiempo, y cuando la canción se profesionalizó, Rafa siguió con la fotografía y yo comencé a escribir además de música de otras cuestiones además de entrar de lleno en el mundo de la política.

Rafa es un enamorado de su ciudad, que también es la mía. Hace unos años recopiló fotográficamente los diversos rótulos que dan nombre a la mayoría de calles de Valencia. Con estas fotos hizo una exposición, la vi en el Café Lisboa, que fue muy celebrada por todos los que tuvieron la suerte de poder visitarla. No sólo eran fotos, era todo un anecdotario ciudadano desconocido para muchos de nosotros y recopilado, poco a poco, por Sena.

Espero que algún día se edite y así puedan conocer mejor su ciudad una gran mayoría de ciudadanos.

Pero ahora y fruto de una ardua labor investigadora Rafa Sena nos ofrece este libro que es un compendio de todos, o la mayoría, de locales de la ciudad de Valencia donde se han ofrecido espectáculos públicos desde los siglos XVI a la época actual. El libro lleva un estupendo prologo de Josep Lluís Sirera, autor teatral e investigador universitario en esta materia. En su escrito Sirera denuncia la falta de amor a la ciudad y a sus edificios singulares que desde siempre han tenido las autoridades valencianas, paseando por la ciudad es imposible encontrar una sola placa que recuerde que, en aquel sitio, hubo un edificio memorable dedicado al teatro, pero tampoco se encuentran este tipo de recordatorios para otro tipo de elementos culturales.

València es así y más con las autoridades que desde hace más de dos décadas están al frente del Ayuntamiento valenciano.

Pasando las páginas de este libro el lector se hace una idea de que el teatro a lo largo de la historia ha sido importante en la ciudad de Valencia, tanto al aire libre como las representaciones que se hacían en Las Rocas, carrozas que salen a la calle en las fiestas del Corpus y en los “miracles de Sant Vicent” pequeñas obras teatrales en la lengua del País representadas por niños sobre pequeños catafalcos instalados en diversas plazas de la ciudad. Como el teatro representado en locales cerrados desde los primeros teatros hasta los pequeños locales donde hoy los valencianos pueden acudir a ver actuar sobre un escenario. En el recuerdo han quedado, entre los que yo llegué a conocer, el viejo Princesa, también llamado de la Libertad, el Eslava, el Apolo, el Serrano, el Russafa y el Alkazar entre otros a los que la piqueta, con la aquiescencia municipal, y los negocios llevaron a ser derruidos.

Aquellas largas colas de público ante un buen estreno ya tan sólo son un recuerdo en una vieja foto en blanco y negro También los cines han ido despareciendo ante el auge de las mini salas. Metropol, Coliseum, Tyris, Rex, Serrano, Alameda, Oeste, y tantos y tantos también cedieron terreno ante el impetuoso caballo de la modernidad y los negocios. ¿Y qué decir de las salas de fiesta y discotecas? Lara, Erajoma, Simun, Casablanca, Derby Club, Zambra, Stop o Brunos. Fueron los locales de mi juventud, por todos ellos pasé además de alguna incursión dominical en el baile de la Sala de Armas del Gobierno militar para confraternizar con la hija de algún comandante de caballería ante la atenta y vigilante mirada de las madres del elemento femenino del baile. Hoy todo esto tan sólo son recuerdos que el libro de Rafa Sena ha traído a la memoria.

Leer las más de 170 páginas de este libro a unos, los de mi generación, les traerá a la memoria aquellos años del “esplendor en la hierba” que ya no volverán y a otros, los más jóvenes, les dará a conocer una ciudad, Valencia, amante del teatro, del cine y de divertirse, de divertirse incluso en los negros años en que en uno de los cabarets, Lara, el día en que iban a hacer un medio streep tease, sólo los pechos de la chica, me avisaban diciendo que esa noche “habría suelta de palomas” . A los valencianos siempre nos ha encantado hacer vida social, relacionarnos y pasarlo bien, aunque la ciudad lleva años sumida en la mediocridad, la chabacanería y la ordinariez de su primera dama, esa Rita Barberá que no ama para nada la ciudad que mal dirige

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