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Resulta contradictoria, y a la vez elocuente, la ofensiva de algunos sindicatos contra la Comunidad de Madrid, supuestamente en defensa de la sanidad pública y contra los “recortes”, cuando precisamente el nuevo hospital viene a reforzarla y de qué manera.
Se trata de una arremetida más de la “guerra” política desencadenada contra Madrid, que ha sumado estos días un ataque contra un modelo de política fiscal que ha convertido a Madrid en la punta de lanza de la recuperación económica. Lo que menos podía esperarse en este tiempo de crisis es este enfrentamiento ideológico que, además, tiende a socavar el modelo autonómico recogido en la Constitución.
EH Bildu estaría integrada por militantes de Aralar, Alternativa, EA e Independientes, todos ellos fagocitados por la estrella-alfa Sortu, cuyo ideólogo sería el actual candidato a Lehendakari, Pello Otxandiano, quien decidió revisar la anterior estrategia de Bildu e incorporar a su bagaje político la llamada inteligencia maquiavélica.
El pasado martes mientras limpiaba uno de los patios de colegio que me toca dos veces a la semana, una niña intentaba proteger a una abeja que no podía volar cogiéndola con una hoja y la apartó para que nadie la pisara estando pendiente para ver si se podía recuperar a lo que se sumaron una compañera y un compañero. Gestos que demuestran más empatía que muchos adultos.
En la colosal vorágine de los tiempos modernos, nos encontramos enredados en un tejido de deseos y ansias desbocadas. Nos hemos convertido en una sociedad dominada por la avaricia, un apetito voraz que desemboca en la insaciabilidad. La hambruna crónica de la insatisfacción. Más y más por el mero más y más. Lejos queda la capacidad personal y colectiva de detenernos a pensar quiénes somos y echar la vista atrás para recapitular de dónde venimos.
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