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A ninguna parte

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Un artículo de Jesús Conde.


Existe un lugar que se llama ninguna parte. ¿El limbo, murmuras? No sé qué es el limbo. Ni sé qué es el cielo, ni el infierno…ni siquiera sé lo que soy. Un dilema, probablemente sea. Bueno, de algo hay que morir, como vulgarmente se dice. Y seguramente yo moriré víctima de un dilema. Mas no tiene la mayor o menor importancia. ¿Qué es un dilema si lo comparamos con la inmensidad del océano? Nada, absolutamente nada.


Así que por twitter navego con la esperanza de encontrar náufragos que quieran subirse a mi patera. Hombre, mejor acompañado que solo. De esta manera, cuando encontremos tierra podremos vocear de júbilo y emprender una nueva vida en la desnudez de un micro-mundo inexplorado, no manoseado por el humanoide. ¿Para qué? Para ser libres. ¿Habla de la libertad? Esa cosa no existe, amigo. ¿No se lo dejó caer el Buda, o Jesús de Nazaret? Ande, camine junto a este vejestorio que le voy a contar cuatro cositas y media. O me las cuenta usted a mí, que para eso estamos.


Verá, compadre. No me quiero involucrar en este asunto, espinoso donde los haya, de las vacunas para el Covid-19. Pero convendrá conmigo en que el temita es de lo más parecido a una carrera de 100 metros lisos. Porque un día sí y el otro también nos bombardean en prensa, radio y televisión, con que tenemos un remedio, eficaz donde los haya, para que todos los afectados por este virus puedan curarse y volver a la “normalidad”. Y es curioso, ya que se anuncian a bombo y platillo y con todo lujo de detalles en cuanto a su nomenclatura y efectividad se refiere. Al mejor postor, que diría un servidor.


Hay previsto hasta un calendario de vacunación, inclusive, y apuntan a que son muchos los que andan como locos por ponerse en fila y alargar el brazo… No sé, vecino. Todo esto me parece a mí que se está confeccionando aprisa y corriendo y usted sabe perfectamente que las prisas no son buenas. ¿Estamos seguros de que las vacunas que se exhiben al mundo han “madurado” lo suficiente? ¿Estamos convencidos de que los efectos secundarios de las mismas son nulos? ¿Es la hora H del día D? No quisiera pensar que con el montón de luces que se ven al final del túnel, según algunos. Con la cantidad de semillas en forma de esperanza lanzadas a voleo sobre una población que no sabe a qué atenerse, toda esta soflama oficial nos conduzca a ese lugar que se llama ninguna parte. 

A ninguna parte

Redacción
martes, 8 de diciembre de 2020, 17:30 h (CET)

Un artículo de Jesús Conde.


Existe un lugar que se llama ninguna parte. ¿El limbo, murmuras? No sé qué es el limbo. Ni sé qué es el cielo, ni el infierno…ni siquiera sé lo que soy. Un dilema, probablemente sea. Bueno, de algo hay que morir, como vulgarmente se dice. Y seguramente yo moriré víctima de un dilema. Mas no tiene la mayor o menor importancia. ¿Qué es un dilema si lo comparamos con la inmensidad del océano? Nada, absolutamente nada.


Así que por twitter navego con la esperanza de encontrar náufragos que quieran subirse a mi patera. Hombre, mejor acompañado que solo. De esta manera, cuando encontremos tierra podremos vocear de júbilo y emprender una nueva vida en la desnudez de un micro-mundo inexplorado, no manoseado por el humanoide. ¿Para qué? Para ser libres. ¿Habla de la libertad? Esa cosa no existe, amigo. ¿No se lo dejó caer el Buda, o Jesús de Nazaret? Ande, camine junto a este vejestorio que le voy a contar cuatro cositas y media. O me las cuenta usted a mí, que para eso estamos.


Verá, compadre. No me quiero involucrar en este asunto, espinoso donde los haya, de las vacunas para el Covid-19. Pero convendrá conmigo en que el temita es de lo más parecido a una carrera de 100 metros lisos. Porque un día sí y el otro también nos bombardean en prensa, radio y televisión, con que tenemos un remedio, eficaz donde los haya, para que todos los afectados por este virus puedan curarse y volver a la “normalidad”. Y es curioso, ya que se anuncian a bombo y platillo y con todo lujo de detalles en cuanto a su nomenclatura y efectividad se refiere. Al mejor postor, que diría un servidor.


Hay previsto hasta un calendario de vacunación, inclusive, y apuntan a que son muchos los que andan como locos por ponerse en fila y alargar el brazo… No sé, vecino. Todo esto me parece a mí que se está confeccionando aprisa y corriendo y usted sabe perfectamente que las prisas no son buenas. ¿Estamos seguros de que las vacunas que se exhiben al mundo han “madurado” lo suficiente? ¿Estamos convencidos de que los efectos secundarios de las mismas son nulos? ¿Es la hora H del día D? No quisiera pensar que con el montón de luces que se ven al final del túnel, según algunos. Con la cantidad de semillas en forma de esperanza lanzadas a voleo sobre una población que no sabe a qué atenerse, toda esta soflama oficial nos conduzca a ese lugar que se llama ninguna parte. 

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