En la motivación subconsciente para comer, que te puede llevar a
hacerlo por impulso, intervienen múltiples factores como la situación
social, el manejo del estrés, las emociones negativas o los estados
subdepresivos por los que pasa una persona; pero también está
poderosa y dinámicamente regulada por señales hormonales.
Investigadores del Instituto de Investigación Saban del Hospital de
Niños de Los Ángeles (CHLA, por sus siglas en inglés), en Estados Unidos,
revelan un papel inesperado de la hormona de la ghrelina en el
desarrollo temprano del cerebro y muestran su impacto a largo plazo
sobre la regulación del apetito.
La hormona ghrelina procedente del intestino es uno de esos reguladores clave del
hambre, promoviendo el apetito sobre las neuronas en una pequeña región del cerebro
llamada hipotálamo. Además, según publican los investigadores en la edición digital de
este martes de 'Journal of Clinical Investigation', su desarrollo durante la infancia puede
estar vinculada al riesgo de obesidad posterior.
"Hemos demostrado que la ghrelina neonatal influye directamente en el desarrollo de la
parte del cerebro relacionada con el apetito y la regulación del metabolismo", afirma el
investigador principal de este trabajo, Sebastien G. Bouret, del Programa de Neurociencia
del Desarrollo en CHLA y profesor asociado de Pediatría en la Escuela de Medicina Keck
de la Universidad del Sur de California. "Este estudio sugiere una relación entre la
maduración del eje intestino-cerebro y la susceptibilidad más tarde para la obesidad, la
diabetes y la enfermedad cardiovascular", añade.
El peso corporal y el balance energético están regulados por una sofisticada red de
circuitos neuronales. En su centro se encuentra una colección de neuronas o células
nerviosas en el hipotálamo del cerebro llamada núcleo arqueado, que contiene conjuntos
de neuronas que son sensibles a las señales periféricas, como las hormonas metabólicas.
Por ejemplo, cuando el estómago está vacío, se secreta ghrelina y actúa en el núcleo
arqueado para iniciar la alimentación.
Sin embargo, hasta ahora, se sabe poco acerca de la importancia de la ghrelina en el
desarrollo de los mecanismos cerebrales que regulan el peso corporal y el apetito. Estos
científicos identificaron la importancia fisiológica y neurobiológica de la ghrelina durante
la vida temprana.
ESTUDIO EN RA TONES
En dos tipos de experimentos en ratones, estos expertos bloquearon la hormona poco
después del nacimiento, provocando más proyecciones axonales en el núcleo arqueado y
causando alteraciones metabólicas durante toda la vida, como la obesidad y la diabetes.
También aumentaron los niveles de ghrelina durante este periodo de desarrollo clave y
encontraron que deteriora el crecimiento normal de las proyecciones arqueadas y genera
disfunción metabólica.
"Nuestro estudio pone de relieve la importancia de mantener un equilibrio hormonal
saludable, incluyendo la ghrelina, durante la vida temprana, para garantizar el desarrollo
adecuado de los centros de alimentación en el cerebro", afirma Bouret, y agrega que el
momento y la cantidad correcta de ambas hormonas son necesarios para el desarrollo
normal de los circuitos neuronales en el hipotálamo.
Clínicamente, un nivel elevado de ghrelina es una característica de pacientes que sufren
de síndrome de Prader-Willi. Este aumento se produce antes del desarrollo de la obesidad
en estos pacientes, que es causada por el hambre insaciable que es un síntoma del
trastorno, además de que estos individuos también tienen un metabolismo más lento.