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El desarrollo de técnicas de autocontrol o relajación, la práctica de ejercicio o el cambio de estilo de vida pueden ayudarnos a reducir los niveles de estrés en nuestro organismo

El estrés psicosocial incrementa el riesgo de desarrollar una enfermedad cardiovascular

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Aunque parece que la “normalidad” se instaura poco a poco en nuestras vidas, las secuelas de estos meses de confinamiento y la pandemia de la covid-19, todavía presente, se dejan ver, cada vez de forma más clara, en la población. Es el caso del estrés postraumático, que ha aumentado en estos meses debido a todas las situaciones que la población ha experimentado[1]. Especialistas del Hospital Vithas Xanit Internacional han advertido de la importancia de mantener controlado el estrés, ya que las reacciones intensas que provoca pueden ser desencadenantes de otras patologías como las enfermedades cardiovasculares, cuyo riesgo puede incrementarse si padecemos estrés de forma continuada.

“El estrés es un sentimiento de tensión física o emocional y afecta en la actualidad a un alto porcentaje de la población. Las reacciones intensas que este provoca se asocian con un aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares”, explica el Dr. Gómez Doblas, jefe del Área del Corazón del Hospital Vithas Xanit Internacional. “Numerosos estudios han demostrado el importante papel del estrés en la progresión de estas patologías, especialmente como factor desencadenante de enfermedades cardiovasculares agudas como un infarto o una arritmia”, añade el especialista.

La vinculación entre el estrés y el riesgo cardiovascular ha tardado décadas en demostrarse y han sido los estudios epidemiológicos realizados después de las grandes crisis y catástrofes los que han revelado que el estrés mental desencadena enfermedades cardiovasculares. “Por ejemplo, en las ciudades que han sufrido un terremoto de magnitud >6 se han descrito más eventos cardíacos como muerte cardíaca súbita, infarto de miocardio, miocardiopatía por estrés, insuficiencia cardíaca, accidente cerebrovascular, arritmias, hipertensión y embolia pulmonar. Algo similar se ha descrito, por ejemplo, en las horas de duración de la final de la copa del mundo de fútbol en los países que jugaban dicha final”, expone el Dr. Gómez Doblas.

A diferencia de otros factores de riesgo para las enfermedades cardiovasculares como pueden ser la hipertensión, la diabetes, la obesidad o el colesterol, el estrés psicosocial es heterogéneo en su naturaleza y está relacionado con numerosos factores como las relaciones interpersonales, problemas económicos, cuestiones relacionadas con el empleo o con la salud propia o de familiares, etc. “El estrés, además, produce un efecto indirecto sobre las enfermedades cardiovasculares a través de la adopción de estilos de vida desfavorables: menor autocuidado, consumo de alcohol o tabaco, demoras en la búsqueda de atención para síntomas de eventos cardíacos agudos, reducido cumplimiento de los fármacos prescritos o menor probabilidad de adherencia a los cambios de estilo de vida”, añade el Dr. Gómez Doblas. “Todos estos factores asociados al estrés aumentan de forma indirecto el riesgo de desarrollar una enfermedad cardiovascular o la complicación de alguna si ya se padece”, matiza el especialista.

Algunos consejos para diagnosticar y reducir el estrés




La fisiopatología del estrés es compleja e implica al cerebro, el sistema nervioso autónomo y el sistema endocrino, con el desarrollo de anomalías inflamatorias y protrombóticas. No siempre es fácil determinar que una persona padece estrés, por eso, debemos estar alerta a una serie de síntomas. “El estrés puede causar muchos síntomas, tanto físicos como psicológicos y emocionales. Muchas veces los afectados no relacionan los signos con el propio estrés y es importante reconocer este trastorno que, si no se controla, puede contribuir a muchos problemas de salud, como la presión arterial alta, las enfermedades cardíacas, la obesidad y la diabetes”, explica Vanesa Tejón, psicóloga del Hospital Vithas Xanit Internacional.

La especialista en psicología nos explica algunos factores que pueden alertarnos de que padecemos estrés: “El dolor de cabeza tensional (provocado por la tensión muscular que ejercemos sobre la cabeza, la mandíbula y el cuello, entre otros), es habitual en personas que padecen estrés. Se asocia también a este trastorno la mala memoria, diarrea o estreñimiento, falta de energía o de concentración, cambios de conducta o problemas de salud mental, como ansiedad o depresión. Los cambios en el peso de la persona (a más o menos peso) generado por los malos hábitos alimentarios vinculados con el estrés y los cambios de apetito, así como los problemas estomacales, también pueden ser indicios de que la persona padece este trastorno. Cansancio constante y prolongado, rigidez en la mandíbula y el cuello, insomnio o exceso de sueño también se asocian con él. Y, por supuesto, en casos de estrés prolongado, el paciente puede llegar a experimentar problemas cardiovasculares y musculoesqueléticas”.

Existen diferentes estrategias para reducir el estrés, algunas basadas en la población general, proponiendo un cambio de estilo de vida en nuestras sociedades, y otras basadas en el desarrollo de la resiliencia o capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas. Otras medidas pueden ser el desarrollo de técnicas de autocontrol o la realización de ejercicio. “El ejercicio mejora la salud y el pronóstico de las enfermedades cardiovasculares y también es efectivo para reducir los niveles de estrés psicosocial. El ejercicio en grupo en particular parece proporcionar apoyo social al mismo tiempo que aumenta los niveles de condición física y, por lo tanto, puede ser la intervención más importante para pacientes con enfermedades cardiovasculares concomitantes y estrés emocional.

La actividad física colaborativa, como el ejercicio grupal, los deportes de equipo, el juego físico interactivo y los programas de rehabilitación cardíaca, tienen el potencial de mejorar la salud mental y el pronóstico de las enfermedades cardiovasculares.”, explica el Dr. Gómez Doblas.

“Una buena alimentación, dormir lo necesario, no preocuparse por las cosas que no podemos controlar, anticiparnos a eventos que puedan resultar estresantes y prepararnos para ello, establecer objetivos realistas en nuestra vida o realizar actividades de ocio pueden ayudarnos también a combatir el estrés”, añade Vanesa Tejón.

El estrés psicosocial incrementa el riesgo de desarrollar una enfermedad cardiovascular

El desarrollo de técnicas de autocontrol o relajación, la práctica de ejercicio o el cambio de estilo de vida pueden ayudarnos a reducir los niveles de estrés en nuestro organismo
Redacción
miércoles, 1 de julio de 2020, 09:22 h (CET)

Aunque parece que la “normalidad” se instaura poco a poco en nuestras vidas, las secuelas de estos meses de confinamiento y la pandemia de la covid-19, todavía presente, se dejan ver, cada vez de forma más clara, en la población. Es el caso del estrés postraumático, que ha aumentado en estos meses debido a todas las situaciones que la población ha experimentado[1]. Especialistas del Hospital Vithas Xanit Internacional han advertido de la importancia de mantener controlado el estrés, ya que las reacciones intensas que provoca pueden ser desencadenantes de otras patologías como las enfermedades cardiovasculares, cuyo riesgo puede incrementarse si padecemos estrés de forma continuada.

“El estrés es un sentimiento de tensión física o emocional y afecta en la actualidad a un alto porcentaje de la población. Las reacciones intensas que este provoca se asocian con un aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares”, explica el Dr. Gómez Doblas, jefe del Área del Corazón del Hospital Vithas Xanit Internacional. “Numerosos estudios han demostrado el importante papel del estrés en la progresión de estas patologías, especialmente como factor desencadenante de enfermedades cardiovasculares agudas como un infarto o una arritmia”, añade el especialista.

La vinculación entre el estrés y el riesgo cardiovascular ha tardado décadas en demostrarse y han sido los estudios epidemiológicos realizados después de las grandes crisis y catástrofes los que han revelado que el estrés mental desencadena enfermedades cardiovasculares. “Por ejemplo, en las ciudades que han sufrido un terremoto de magnitud >6 se han descrito más eventos cardíacos como muerte cardíaca súbita, infarto de miocardio, miocardiopatía por estrés, insuficiencia cardíaca, accidente cerebrovascular, arritmias, hipertensión y embolia pulmonar. Algo similar se ha descrito, por ejemplo, en las horas de duración de la final de la copa del mundo de fútbol en los países que jugaban dicha final”, expone el Dr. Gómez Doblas.

A diferencia de otros factores de riesgo para las enfermedades cardiovasculares como pueden ser la hipertensión, la diabetes, la obesidad o el colesterol, el estrés psicosocial es heterogéneo en su naturaleza y está relacionado con numerosos factores como las relaciones interpersonales, problemas económicos, cuestiones relacionadas con el empleo o con la salud propia o de familiares, etc. “El estrés, además, produce un efecto indirecto sobre las enfermedades cardiovasculares a través de la adopción de estilos de vida desfavorables: menor autocuidado, consumo de alcohol o tabaco, demoras en la búsqueda de atención para síntomas de eventos cardíacos agudos, reducido cumplimiento de los fármacos prescritos o menor probabilidad de adherencia a los cambios de estilo de vida”, añade el Dr. Gómez Doblas. “Todos estos factores asociados al estrés aumentan de forma indirecto el riesgo de desarrollar una enfermedad cardiovascular o la complicación de alguna si ya se padece”, matiza el especialista.

Algunos consejos para diagnosticar y reducir el estrés




La fisiopatología del estrés es compleja e implica al cerebro, el sistema nervioso autónomo y el sistema endocrino, con el desarrollo de anomalías inflamatorias y protrombóticas. No siempre es fácil determinar que una persona padece estrés, por eso, debemos estar alerta a una serie de síntomas. “El estrés puede causar muchos síntomas, tanto físicos como psicológicos y emocionales. Muchas veces los afectados no relacionan los signos con el propio estrés y es importante reconocer este trastorno que, si no se controla, puede contribuir a muchos problemas de salud, como la presión arterial alta, las enfermedades cardíacas, la obesidad y la diabetes”, explica Vanesa Tejón, psicóloga del Hospital Vithas Xanit Internacional.

La especialista en psicología nos explica algunos factores que pueden alertarnos de que padecemos estrés: “El dolor de cabeza tensional (provocado por la tensión muscular que ejercemos sobre la cabeza, la mandíbula y el cuello, entre otros), es habitual en personas que padecen estrés. Se asocia también a este trastorno la mala memoria, diarrea o estreñimiento, falta de energía o de concentración, cambios de conducta o problemas de salud mental, como ansiedad o depresión. Los cambios en el peso de la persona (a más o menos peso) generado por los malos hábitos alimentarios vinculados con el estrés y los cambios de apetito, así como los problemas estomacales, también pueden ser indicios de que la persona padece este trastorno. Cansancio constante y prolongado, rigidez en la mandíbula y el cuello, insomnio o exceso de sueño también se asocian con él. Y, por supuesto, en casos de estrés prolongado, el paciente puede llegar a experimentar problemas cardiovasculares y musculoesqueléticas”.

Existen diferentes estrategias para reducir el estrés, algunas basadas en la población general, proponiendo un cambio de estilo de vida en nuestras sociedades, y otras basadas en el desarrollo de la resiliencia o capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas. Otras medidas pueden ser el desarrollo de técnicas de autocontrol o la realización de ejercicio. “El ejercicio mejora la salud y el pronóstico de las enfermedades cardiovasculares y también es efectivo para reducir los niveles de estrés psicosocial. El ejercicio en grupo en particular parece proporcionar apoyo social al mismo tiempo que aumenta los niveles de condición física y, por lo tanto, puede ser la intervención más importante para pacientes con enfermedades cardiovasculares concomitantes y estrés emocional.

La actividad física colaborativa, como el ejercicio grupal, los deportes de equipo, el juego físico interactivo y los programas de rehabilitación cardíaca, tienen el potencial de mejorar la salud mental y el pronóstico de las enfermedades cardiovasculares.”, explica el Dr. Gómez Doblas.

“Una buena alimentación, dormir lo necesario, no preocuparse por las cosas que no podemos controlar, anticiparnos a eventos que puedan resultar estresantes y prepararnos para ello, establecer objetivos realistas en nuestra vida o realizar actividades de ocio pueden ayudarnos también a combatir el estrés”, añade Vanesa Tejón.

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