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Estamos en una situación en la que está amenazada nuestra salud por un virus que, además, pone en precario la economía y amenaza el porvenir de todos

Sin pacto, cisma por el Falcon

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Jueves Santo. Con todos enclaustrados, el Gobierno comparecía en el Congreso de los Diputados para pedir la prórroga del Estado de Alarma. Era una ocasión para buscar el concurso de todos con un pacto que con cualquier nombre (Moncloa o Falcon) tenía un motivo: Unidad contra el virus y suma de energías para hacer frente a las crisis sanitaria y económica. Podría aparecer, incluso, el 'Pacto de las lentejas' - si quieres las comes, sino las dejas - que la diputada Oramas apuntó a Pedro Sánchez. Pero no hubo pacto, ni lentejas. En su lugar, exclusión de la Oposición. Y cisma de Gobierno-PSOE que pervierte el sistema en busca de lo que simboliza un falcon, el avión que sintetiza los privilegios de quien gobierna.

A priori, parecía lógico que el Presidente del Gobierno expusiera la necesidad de prorrogar el Estado de Alarma, pidiera su aprobación y requiriera a las fuerzas políticas para que prestaran ayuda a un programa de actuación justificado. Pero no hubo justificación, ni exposición de programa. Sólo cifras (alguna falsa o manipulada), disimulo de errores, autobombo, críticas e insultos a parte de la Oposición; y excusas que con el 'excusatio non petita' implican la autoinculpación del 'accusatio manifesta'

Pero, sin apriorismos, en la comparecencia del Gobierno en el Congreso de los Diputados había tres realidades que podrían condicionar el debate y que resultaron determinantes, a saber:

- Un documento de 4 páginas con sello del PSOE que, con el título DEFENSA ANTE LOS PRINCIPALES ATAQUES SOBRE LA GESTIÓN SANITARIA, sirve estos días de argumentario socialista en cualquier lugar y ocasión; y de guión en los discursos preparados de Pedro Sánchez y Adriana Lastra, como se vería en sus intervenciones.

- Una Moción de Censura supuestamente instada por diputados del PSOE (sin nombres) para hacer caer al Gobierno con apoyo de PP, Vox, Ciudadanos y otros; y que, sin otro fundamento, se ampara en las críticas de Felipe González y Joaquín Leguina a la gestión del Gobierno.

- Las fricciones en el Gobierno de Coalición, con las tesis comunistas imponiéndose a las tímidas resistencias socialistas

Argumentario socialista, moción de censura socialista a un socialista y conflicto comunista con socio socialista.

Demasiados enredos socialistas. Porque, salvo mejor información, esos fueron los motivos (¿socialistas?) que animaron a un Sánchez que podía haber hecho lo racional y buscar el concurso de todos para enfrentar la situación. Pero optó por apartar e insultar a PP y Vox, segunda y tercera fuerzas políticas en el Congreso, acaso buscando una refriega que provoque la instauración de bloques opuestos, sin reparar (o reparando) en que de ella puedan nacer inquinas y hasta odios (personales o de grupos) que dificultan todo y no benefician a nadie dispuesto a aceptarlo.

Porque no hay otro lugar, ni explicación, en la decisión de Sánchez y del PSOE del Jueves Santo, los intereses nacionales, que podrían haber tenido ayuda del PP y Vox, no ocuparon el lugar de atención debido. La sanidad con miles de muertos e infectados y la economía no merecieron la exposición de unos programas de actuación con los que acoger la aportación de todos. Importaron más las disculpas, las excusas y los insultos contra la Oposición. Con ello, siguiendo el argumentario, se excluía a los que pudieran pretender la ayuda de la Oposición para lograr la Moción de Censura, se atoraban las grietas en el Gobierno de Coalición y se estaba en posición para seguir con lo que, parece ser, impele al Presidente: Seguir como inquilino en el Palacio de la Moncloa como sea y, consecuentemente, usar el falcon.

Puede que, con vistas al interés nacional, convenga no reparar en quien usa el avión, pero, también con vistas al interés nacional, no hay excusa para que nadie posponga ese interés. Ni Pedro Sánchez, que preside el Gobierno, ni el PSOE, que en democracia es el partido político que más tiempo ha regido el interés nacional.

Estamos en una situación en la que está amenazada nuestra salud por un virus que, además, pone en precario la economía y amenaza el porvenir de todos. El Gobierno y Pedro Sánchez podrían haber procurado el pacto que decían pretender para repetir (aunque en otra situación y con otro motivo) los Pactos de la Moncloa de 1977 que propiciaron la Transición del pasado franquista a la democracia actual. No lo han hecho, han crispado el ambiente, han excluido a la Oposición, han propiciado bloques que pueden enfrentarse, han enfangado las crisis con insultos, y han sustituido el pacto por un cisma: El de El Falcon.

Sin pacto, cisma por el Falcon

Estamos en una situación en la que está amenazada nuestra salud por un virus que, además, pone en precario la economía y amenaza el porvenir de todos
José Luis Heras Celemín
martes, 14 de abril de 2020, 15:52 h (CET)

Jueves Santo. Con todos enclaustrados, el Gobierno comparecía en el Congreso de los Diputados para pedir la prórroga del Estado de Alarma. Era una ocasión para buscar el concurso de todos con un pacto que con cualquier nombre (Moncloa o Falcon) tenía un motivo: Unidad contra el virus y suma de energías para hacer frente a las crisis sanitaria y económica. Podría aparecer, incluso, el 'Pacto de las lentejas' - si quieres las comes, sino las dejas - que la diputada Oramas apuntó a Pedro Sánchez. Pero no hubo pacto, ni lentejas. En su lugar, exclusión de la Oposición. Y cisma de Gobierno-PSOE que pervierte el sistema en busca de lo que simboliza un falcon, el avión que sintetiza los privilegios de quien gobierna.

A priori, parecía lógico que el Presidente del Gobierno expusiera la necesidad de prorrogar el Estado de Alarma, pidiera su aprobación y requiriera a las fuerzas políticas para que prestaran ayuda a un programa de actuación justificado. Pero no hubo justificación, ni exposición de programa. Sólo cifras (alguna falsa o manipulada), disimulo de errores, autobombo, críticas e insultos a parte de la Oposición; y excusas que con el 'excusatio non petita' implican la autoinculpación del 'accusatio manifesta'

Pero, sin apriorismos, en la comparecencia del Gobierno en el Congreso de los Diputados había tres realidades que podrían condicionar el debate y que resultaron determinantes, a saber:

- Un documento de 4 páginas con sello del PSOE que, con el título DEFENSA ANTE LOS PRINCIPALES ATAQUES SOBRE LA GESTIÓN SANITARIA, sirve estos días de argumentario socialista en cualquier lugar y ocasión; y de guión en los discursos preparados de Pedro Sánchez y Adriana Lastra, como se vería en sus intervenciones.

- Una Moción de Censura supuestamente instada por diputados del PSOE (sin nombres) para hacer caer al Gobierno con apoyo de PP, Vox, Ciudadanos y otros; y que, sin otro fundamento, se ampara en las críticas de Felipe González y Joaquín Leguina a la gestión del Gobierno.

- Las fricciones en el Gobierno de Coalición, con las tesis comunistas imponiéndose a las tímidas resistencias socialistas

Argumentario socialista, moción de censura socialista a un socialista y conflicto comunista con socio socialista.

Demasiados enredos socialistas. Porque, salvo mejor información, esos fueron los motivos (¿socialistas?) que animaron a un Sánchez que podía haber hecho lo racional y buscar el concurso de todos para enfrentar la situación. Pero optó por apartar e insultar a PP y Vox, segunda y tercera fuerzas políticas en el Congreso, acaso buscando una refriega que provoque la instauración de bloques opuestos, sin reparar (o reparando) en que de ella puedan nacer inquinas y hasta odios (personales o de grupos) que dificultan todo y no benefician a nadie dispuesto a aceptarlo.

Porque no hay otro lugar, ni explicación, en la decisión de Sánchez y del PSOE del Jueves Santo, los intereses nacionales, que podrían haber tenido ayuda del PP y Vox, no ocuparon el lugar de atención debido. La sanidad con miles de muertos e infectados y la economía no merecieron la exposición de unos programas de actuación con los que acoger la aportación de todos. Importaron más las disculpas, las excusas y los insultos contra la Oposición. Con ello, siguiendo el argumentario, se excluía a los que pudieran pretender la ayuda de la Oposición para lograr la Moción de Censura, se atoraban las grietas en el Gobierno de Coalición y se estaba en posición para seguir con lo que, parece ser, impele al Presidente: Seguir como inquilino en el Palacio de la Moncloa como sea y, consecuentemente, usar el falcon.

Puede que, con vistas al interés nacional, convenga no reparar en quien usa el avión, pero, también con vistas al interés nacional, no hay excusa para que nadie posponga ese interés. Ni Pedro Sánchez, que preside el Gobierno, ni el PSOE, que en democracia es el partido político que más tiempo ha regido el interés nacional.

Estamos en una situación en la que está amenazada nuestra salud por un virus que, además, pone en precario la economía y amenaza el porvenir de todos. El Gobierno y Pedro Sánchez podrían haber procurado el pacto que decían pretender para repetir (aunque en otra situación y con otro motivo) los Pactos de la Moncloa de 1977 que propiciaron la Transición del pasado franquista a la democracia actual. No lo han hecho, han crispado el ambiente, han excluido a la Oposición, han propiciado bloques que pueden enfrentarse, han enfangado las crisis con insultos, y han sustituido el pacto por un cisma: El de El Falcon.

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