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Etiquetas | ISRAEL | Netanyahu | Política
Netanyahu estuvo celebrando la derrota de sus dos grandes rivales

Gantz: un general que sirvió a Netanyahu puede reemplazarlo en el poder

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El presidente israelí Reuven Rivlin ha encargado al general Benny Gantz la formación de un nuevo gobierno en reemplazo del actual que conduce Benjamín Netanyahu.

De esta manera el primer ministro hebreo dejaría de ser el mandatario que más ha gobernado dicho Estado para acercarse a la posibilidad de terminar procesado y encarcelado bajo serios cargos de soborno y corrupción.

A pesar que Ganz había perdió en las urnas ante su tocayo y anterior jefe, Netanyahu se mostró incapaz de mantenerse en el poder y liderar una nueva coalición pues solamente contó con el apoyo de 58 de los 120 nuevos congresistas electos.

Lo que cambió la suerte de Gabz es que esta vez concitó el apoyo de Avigdor Lieberman y de toda la Lista Árabe Unida pese a que ambos representan polos opuestos irreconciliables. El primero es partidario de un Estado judío étnicamente depurado de la mayoría de los que no comparten el credo oficial, mientras que los segundos demandan plena igualdad a todos los ciudadanos, sobre todo a los no judíos, y un Estado palestino con Jerusalén oriental como su capital.

Lo que ha unido a ambos extremos es su común interés en desbancar a Netanyahu y a cortar las concesiones que él le ha venido haciendo a los ultra-religiosos hebraicos para preservarse en el poder.

La Lista Árabe Unida que consiguió la mayor bancada no hebrea de toda la historia de Israel (15 diputados) ha querido aprovechar su situación de tercera y dirimente fuerza para derribar a su mayor enemigo (Netanyahu). El Balad, el más radical de los 4 partidos árabes que conforma dicho bloque, decidió remover su anterior veto a apuntalar a Ganz a quien considera un “general genocida” que masacró miles de árabes en sus invasiones a Gaza y Líbano a fin de no romper la unidad de la Lista y evitar ser expulsado de ésta (y eventualmente quedar fuera de un nuevo parlamento).

Elecciones




El 2 de marzo se dieron las terceras elecciones generales en Israel en un lapso de menos de 11 meses, lo que evidencia todo un record de incertidumbre e inestabilidad políticas.

La primera de estas elecciones al parlamento hebreo (la Knesset) se dio el 9 de abril pasado. En éstas el Likud del primer ministro Benjamín Netanyahu pasó de 30 a 35 congresistas, exactamente la misma cifra de su mayor rival (la coalición Azul y Blanco de su tocayo y ex servidor, el general Gantz). Pese a sus avances a él le resultaba difícil desempatar y también viabilizar una mayoría absoluta pues dicho parlamentario unicameral consta de 120 curules repartidas, en ese entonces, entre 11 bancadas.

La segunda elección se dio el 17 de noviembre y en ella el Likud bajó a 32 escaños, lo cual implicaba un retroceso de 3 parlamentarios con relación a los que obtuvo en los pasados comicios y a 6 pues en su gestión durante abril y septiembre Netanyahu logró ganar a 3 parlamentarios de un partido difunto hacia el suyo propio.

En esta tercera elección Netanyahu ha conseguido una clara mayoría. Ha subido de 32 a 36 curules, 3 más que los de sus contrincantes de azul y Blanco. En términos electorales consiguió un 29.5% de los votos, una mejoría frente al 26.5% de abril y al 25.1% de septiembre.

Victoria




Netanyahu estuvo celebrando la derrota de sus dos grandes rivales. Por un lado había hecho retroceder a Benny Gantz, quien pasó de haber quedado primero en septiembre para quedar detrás de él por 3 puntos porcentuales y 3 parlamentarios. Gantz lideró varias intervenciones militares bajo las órdenes del gobierno del Likud en Gaza y Líbano.

La alianza Azul y Blanco que él encabeza congrega muchos antiguos halcones y asociados del Likud quienes reivindican muchas políticas económicas y anexionistas territoriales de Netanyahu pero se distancian del actual premier por las acusaciones de corrupción y autoritarismo que penden en su contra y por las grandes concesiones que él hace a los partidos ultra-religiosos para mantenerse en el poder.

Además Netanyahu debe vanagloriarse de haber fulminado a los laboristas. Hoy la alianza de los laboristas tradicionales con la de los que provienen del socialismo “marxista” apenas consiguió 7 bancas, su peor resultado en la historia.

Recordemos que durante medio siglo la comunidad judía de lo que entonces era la Palestina de la entre-guerra hasta el Israel de fines de los setentas estuvo monopolizado por el laborismo socialdemócrata de David Ben Gurion, el mismo que fue el artífice del modelo estatista y de bienestar social así como de conducir la creación y expansión militar de Israel en las 4 guerras que este país libró contra Egipto.

Trump




Tanto Azul y Blanco como los socialdemócratas pensaban que podían arrinconar a Netanyahu debido a los numerosos procesos por corrupción y soborno que él confronta y que podría llevarlo a la prisión. Sin embargo, el presidente estadounidense Donald Trump decidió jugarse el todo por el todo por su principal socio en el Medio Oriente.

El mandatario norteamericano visitó Israel donde apuntaló la anexión de la Jerusalén antigua y oriental de mayoría árabe y del Golán sirio, la transformación de Israel en un Estado esencialmente para los judíos de todo el mundo (y no tanto para todas las personas nacidas allí o hijo de nacidos allí), y la preparación de un “plan de paz” en el cual prácticamente se elimina la posibilidad de una solución de dos Estados que convivan pacíficamente uno al lado del otro.


Trump acepta la anexión israelí de casi todas las colonias sionistas en los territorios ocupados de Cisjordania y toda la ribera occidental del río Jordán y el Mar Muerto, con lo cual solo deja una serie de pequeños bolsones palestinos interconectados entre sí y hasta pasando por zonas que Israel anexionar y sin frontera común con Jordania. A Gaza le darían más territorios en el borde con Egipto y un túnel que una a esta franja con la Cisjordania, pero el supuesto Estado palestino a crearse sería una colección de enclaves en la cual los palestinos deberían renunciar a cualquier pretensión de cualquier zona de Jerusalén así como que se les permita a quienes nacieron en territorios que hoy son parte de Israel el poder regresar a vivir en sus casas originales.

El endose de Trump a Netanyahu ha sido su principal soporte. El primer ministro israelí debe ser el único jefe de gobierno del mundo que posaba con grandes carteles al lado del presidente norteamericano para poder ser reelecto. En contraposición a ello Boris Johnson fue reelecto como primer ministro británico esquivando todo contacto con Trump, pese a que este último visitó Londres pocos días antes de las elecciones generales del Reino Unido del 12 de diciembre.

El general Gantz no podía objetar el plan de Trump que les entrega toda Jerusalén, el Golán y sus colonias en Cisjordania. Ganz había servido bajo Netanyahu y también había comandado varias operaciones de ocupación en Gaza y en Líbano. Su discurso buscaba presentarse como un derechista no corrupto y no tan dependiente de los teocráticos. Sin embargo, el electorado prefiere optar por el derechista y anexionista más consistente

Israel se ha convertido en el único país del mundo donde la mayoría de sus electores se definen abiertamente como derechistas y la palabra “derecha” es demasiado popular. Ello implica toda una inversión pues hace 7 décadas cuando nació dicho estado el grueso de los hebreos se definía como izquierdistas o socialistas. Hoy el anti-izquierdismo y las simpatías por Trump son sentimientos muy fuertes incluso dentro de las comunidades judías más pobres (como las de los orientales o etíopes) para quienes el principal enemigo son los árabes, el Hamas y la Yihad Islámica.

Derrota




Netanyahu, no obstante, tiene dos grandes problemas. El primero es que, pese a su primer puesto electoral, apenas cuenta con el aval de 58 de los 120 parlamentarios, por lo que aún no puede viabilizar una mayoría absoluta.


Netanyahu ha logrado co-gobernar con 3 partidos ultras. Dos de ellos representan a las comunidades religiosas ultra-ortodoxas (el Shas a la de los judíos sefardíes y de origen asiático y africano, y la Unión del Judaísmo de la Torá a la de los que provienen de Europa), los mismos que han mantenido sumados los mismos 16 parlamentarios que obtuvieron en los pasados comicios. El otro, Yamina, el partido de los colonos religiosos de extrema derecha que quieren un “Gran Israel” y que ha retrocedido de 7 a 6 congresistas.

Los 33 parlamentarios de Azul y Blanco y los 7 del bloque de los distintos desgajes laboristas apenas suman 40 legisladores, la tercera parte de la Knesset. La única manera en la cual Ganz podría convertirse en primer ministro es haciendo una alianza con las otras dos fuerzas que quedan: Israel Nuestra Casa de Avigdor Lieberman y la Lista Unida. Sin embargo, ambas formaciones son antípodas.

Lieberman ha sido ante ministro de guerra y de relaciones exteriores y también número dos de Netanyahu. Él ha propuesto deportar a todos los ciudadanos árabes de Israel que no reconozcan al sionismo y también bombardear Irán (aún bajo el riesgo de desencadenar una III Guerra Mundial), aunque también acepta mayores concesiones territoriales a un Estado palestino (a condición de que se produzca una limpieza étnica de la mayoría de los no judíos de Israel). La Lista Unida es un bloque de los 4 partidos árabes, los mismos que expresan a la mayor minoría étnica y lingüística de Israel y que quieren un Israel para todos sus ciudadanos o la creación de un Estado palestino en base a Jerusalén oriental y a los territorios ocupados desde la guerra de 1967.

Lieberman ha retrocedido de 8 a 7 legisladores pero se estuvo manteniendo como el único que pudiese desempatar y que elija a quien pueda ser el nuevo primer ministro. El ideal de Lieberman es hacer un gobierno amplio de la derecha que una al Likud con Azul y Blanco y donde él aparezca como el mediador. En dicho escenario los partidos ultra-religiosos deberían quedar excluidos a fin de que el estado pudiese acabar con varios de los privilegios que tiene el rabinato ortodoxo para decidir quiénes son o no judíos (y por ende ciudadanos con derecho a establecerse en Israel) y anular la exoneración que tienen los estudiosos de la Torá a prestar servicio militar obligatorio.

La Lista Unida es la fuerza que proporcionalmente más ha crecido. Han pasado de 13 a 15 curules, la mayor bancada árabe en la historia de Israel. Han sacado el 12.6% de los votos demostrando que la mayor parte del 20% de los ciudadanos ‘árabes de dicho estado ha ido a votar en masa por ellos en rechazo al plan de Trump y a dos disposiciones aprobadas por Netanyahu las cuales hicieron que el árabe dejase de ser un idioma co-oficial (pese a que lo hablan o entienden la mayoría de quienes viven bajo administración israelí) y que se defina a Israel como un país para los de la religión dominante.

El segundo problema que tiene Netanyahu es uno aún más grave. La corte suprema pide que Netanyahu sea procesado e impedido de tener funciones públicos debido a serias imputaciones por soborno. La estrategia de Ganz pasa por que el parlamento apruebe una ley que impida que cualquier persona en esas condiciones pueda ser electa como primer ministro. Según varios miembros de Azul y Blanco hay muchos likudistas que están dispuestos a sacrificar a Netanyahu para moralizar al país y para evitar que Israel siga entrampado.

Todo esto, sin embargo, no hace más que darle aún más poder de chantaje y negociación a Lieberman cuyo movimiento tiene muchas denuncias de deshonestidad, el cual decidió inclinarse contra Netanyahu.

Gantz: un general que sirvió a Netanyahu puede reemplazarlo en el poder

Netanyahu estuvo celebrando la derrota de sus dos grandes rivales
Isaac Bigio
lunes, 16 de marzo de 2020, 09:04 h (CET)

El presidente israelí Reuven Rivlin ha encargado al general Benny Gantz la formación de un nuevo gobierno en reemplazo del actual que conduce Benjamín Netanyahu.

De esta manera el primer ministro hebreo dejaría de ser el mandatario que más ha gobernado dicho Estado para acercarse a la posibilidad de terminar procesado y encarcelado bajo serios cargos de soborno y corrupción.

A pesar que Ganz había perdió en las urnas ante su tocayo y anterior jefe, Netanyahu se mostró incapaz de mantenerse en el poder y liderar una nueva coalición pues solamente contó con el apoyo de 58 de los 120 nuevos congresistas electos.

Lo que cambió la suerte de Gabz es que esta vez concitó el apoyo de Avigdor Lieberman y de toda la Lista Árabe Unida pese a que ambos representan polos opuestos irreconciliables. El primero es partidario de un Estado judío étnicamente depurado de la mayoría de los que no comparten el credo oficial, mientras que los segundos demandan plena igualdad a todos los ciudadanos, sobre todo a los no judíos, y un Estado palestino con Jerusalén oriental como su capital.

Lo que ha unido a ambos extremos es su común interés en desbancar a Netanyahu y a cortar las concesiones que él le ha venido haciendo a los ultra-religiosos hebraicos para preservarse en el poder.

La Lista Árabe Unida que consiguió la mayor bancada no hebrea de toda la historia de Israel (15 diputados) ha querido aprovechar su situación de tercera y dirimente fuerza para derribar a su mayor enemigo (Netanyahu). El Balad, el más radical de los 4 partidos árabes que conforma dicho bloque, decidió remover su anterior veto a apuntalar a Ganz a quien considera un “general genocida” que masacró miles de árabes en sus invasiones a Gaza y Líbano a fin de no romper la unidad de la Lista y evitar ser expulsado de ésta (y eventualmente quedar fuera de un nuevo parlamento).

Elecciones




El 2 de marzo se dieron las terceras elecciones generales en Israel en un lapso de menos de 11 meses, lo que evidencia todo un record de incertidumbre e inestabilidad políticas.

La primera de estas elecciones al parlamento hebreo (la Knesset) se dio el 9 de abril pasado. En éstas el Likud del primer ministro Benjamín Netanyahu pasó de 30 a 35 congresistas, exactamente la misma cifra de su mayor rival (la coalición Azul y Blanco de su tocayo y ex servidor, el general Gantz). Pese a sus avances a él le resultaba difícil desempatar y también viabilizar una mayoría absoluta pues dicho parlamentario unicameral consta de 120 curules repartidas, en ese entonces, entre 11 bancadas.

La segunda elección se dio el 17 de noviembre y en ella el Likud bajó a 32 escaños, lo cual implicaba un retroceso de 3 parlamentarios con relación a los que obtuvo en los pasados comicios y a 6 pues en su gestión durante abril y septiembre Netanyahu logró ganar a 3 parlamentarios de un partido difunto hacia el suyo propio.

En esta tercera elección Netanyahu ha conseguido una clara mayoría. Ha subido de 32 a 36 curules, 3 más que los de sus contrincantes de azul y Blanco. En términos electorales consiguió un 29.5% de los votos, una mejoría frente al 26.5% de abril y al 25.1% de septiembre.

Victoria




Netanyahu estuvo celebrando la derrota de sus dos grandes rivales. Por un lado había hecho retroceder a Benny Gantz, quien pasó de haber quedado primero en septiembre para quedar detrás de él por 3 puntos porcentuales y 3 parlamentarios. Gantz lideró varias intervenciones militares bajo las órdenes del gobierno del Likud en Gaza y Líbano.

La alianza Azul y Blanco que él encabeza congrega muchos antiguos halcones y asociados del Likud quienes reivindican muchas políticas económicas y anexionistas territoriales de Netanyahu pero se distancian del actual premier por las acusaciones de corrupción y autoritarismo que penden en su contra y por las grandes concesiones que él hace a los partidos ultra-religiosos para mantenerse en el poder.

Además Netanyahu debe vanagloriarse de haber fulminado a los laboristas. Hoy la alianza de los laboristas tradicionales con la de los que provienen del socialismo “marxista” apenas consiguió 7 bancas, su peor resultado en la historia.

Recordemos que durante medio siglo la comunidad judía de lo que entonces era la Palestina de la entre-guerra hasta el Israel de fines de los setentas estuvo monopolizado por el laborismo socialdemócrata de David Ben Gurion, el mismo que fue el artífice del modelo estatista y de bienestar social así como de conducir la creación y expansión militar de Israel en las 4 guerras que este país libró contra Egipto.

Trump




Tanto Azul y Blanco como los socialdemócratas pensaban que podían arrinconar a Netanyahu debido a los numerosos procesos por corrupción y soborno que él confronta y que podría llevarlo a la prisión. Sin embargo, el presidente estadounidense Donald Trump decidió jugarse el todo por el todo por su principal socio en el Medio Oriente.

El mandatario norteamericano visitó Israel donde apuntaló la anexión de la Jerusalén antigua y oriental de mayoría árabe y del Golán sirio, la transformación de Israel en un Estado esencialmente para los judíos de todo el mundo (y no tanto para todas las personas nacidas allí o hijo de nacidos allí), y la preparación de un “plan de paz” en el cual prácticamente se elimina la posibilidad de una solución de dos Estados que convivan pacíficamente uno al lado del otro.


Trump acepta la anexión israelí de casi todas las colonias sionistas en los territorios ocupados de Cisjordania y toda la ribera occidental del río Jordán y el Mar Muerto, con lo cual solo deja una serie de pequeños bolsones palestinos interconectados entre sí y hasta pasando por zonas que Israel anexionar y sin frontera común con Jordania. A Gaza le darían más territorios en el borde con Egipto y un túnel que una a esta franja con la Cisjordania, pero el supuesto Estado palestino a crearse sería una colección de enclaves en la cual los palestinos deberían renunciar a cualquier pretensión de cualquier zona de Jerusalén así como que se les permita a quienes nacieron en territorios que hoy son parte de Israel el poder regresar a vivir en sus casas originales.

El endose de Trump a Netanyahu ha sido su principal soporte. El primer ministro israelí debe ser el único jefe de gobierno del mundo que posaba con grandes carteles al lado del presidente norteamericano para poder ser reelecto. En contraposición a ello Boris Johnson fue reelecto como primer ministro británico esquivando todo contacto con Trump, pese a que este último visitó Londres pocos días antes de las elecciones generales del Reino Unido del 12 de diciembre.

El general Gantz no podía objetar el plan de Trump que les entrega toda Jerusalén, el Golán y sus colonias en Cisjordania. Ganz había servido bajo Netanyahu y también había comandado varias operaciones de ocupación en Gaza y en Líbano. Su discurso buscaba presentarse como un derechista no corrupto y no tan dependiente de los teocráticos. Sin embargo, el electorado prefiere optar por el derechista y anexionista más consistente

Israel se ha convertido en el único país del mundo donde la mayoría de sus electores se definen abiertamente como derechistas y la palabra “derecha” es demasiado popular. Ello implica toda una inversión pues hace 7 décadas cuando nació dicho estado el grueso de los hebreos se definía como izquierdistas o socialistas. Hoy el anti-izquierdismo y las simpatías por Trump son sentimientos muy fuertes incluso dentro de las comunidades judías más pobres (como las de los orientales o etíopes) para quienes el principal enemigo son los árabes, el Hamas y la Yihad Islámica.

Derrota




Netanyahu, no obstante, tiene dos grandes problemas. El primero es que, pese a su primer puesto electoral, apenas cuenta con el aval de 58 de los 120 parlamentarios, por lo que aún no puede viabilizar una mayoría absoluta.


Netanyahu ha logrado co-gobernar con 3 partidos ultras. Dos de ellos representan a las comunidades religiosas ultra-ortodoxas (el Shas a la de los judíos sefardíes y de origen asiático y africano, y la Unión del Judaísmo de la Torá a la de los que provienen de Europa), los mismos que han mantenido sumados los mismos 16 parlamentarios que obtuvieron en los pasados comicios. El otro, Yamina, el partido de los colonos religiosos de extrema derecha que quieren un “Gran Israel” y que ha retrocedido de 7 a 6 congresistas.

Los 33 parlamentarios de Azul y Blanco y los 7 del bloque de los distintos desgajes laboristas apenas suman 40 legisladores, la tercera parte de la Knesset. La única manera en la cual Ganz podría convertirse en primer ministro es haciendo una alianza con las otras dos fuerzas que quedan: Israel Nuestra Casa de Avigdor Lieberman y la Lista Unida. Sin embargo, ambas formaciones son antípodas.

Lieberman ha sido ante ministro de guerra y de relaciones exteriores y también número dos de Netanyahu. Él ha propuesto deportar a todos los ciudadanos árabes de Israel que no reconozcan al sionismo y también bombardear Irán (aún bajo el riesgo de desencadenar una III Guerra Mundial), aunque también acepta mayores concesiones territoriales a un Estado palestino (a condición de que se produzca una limpieza étnica de la mayoría de los no judíos de Israel). La Lista Unida es un bloque de los 4 partidos árabes, los mismos que expresan a la mayor minoría étnica y lingüística de Israel y que quieren un Israel para todos sus ciudadanos o la creación de un Estado palestino en base a Jerusalén oriental y a los territorios ocupados desde la guerra de 1967.

Lieberman ha retrocedido de 8 a 7 legisladores pero se estuvo manteniendo como el único que pudiese desempatar y que elija a quien pueda ser el nuevo primer ministro. El ideal de Lieberman es hacer un gobierno amplio de la derecha que una al Likud con Azul y Blanco y donde él aparezca como el mediador. En dicho escenario los partidos ultra-religiosos deberían quedar excluidos a fin de que el estado pudiese acabar con varios de los privilegios que tiene el rabinato ortodoxo para decidir quiénes son o no judíos (y por ende ciudadanos con derecho a establecerse en Israel) y anular la exoneración que tienen los estudiosos de la Torá a prestar servicio militar obligatorio.

La Lista Unida es la fuerza que proporcionalmente más ha crecido. Han pasado de 13 a 15 curules, la mayor bancada árabe en la historia de Israel. Han sacado el 12.6% de los votos demostrando que la mayor parte del 20% de los ciudadanos ‘árabes de dicho estado ha ido a votar en masa por ellos en rechazo al plan de Trump y a dos disposiciones aprobadas por Netanyahu las cuales hicieron que el árabe dejase de ser un idioma co-oficial (pese a que lo hablan o entienden la mayoría de quienes viven bajo administración israelí) y que se defina a Israel como un país para los de la religión dominante.

El segundo problema que tiene Netanyahu es uno aún más grave. La corte suprema pide que Netanyahu sea procesado e impedido de tener funciones públicos debido a serias imputaciones por soborno. La estrategia de Ganz pasa por que el parlamento apruebe una ley que impida que cualquier persona en esas condiciones pueda ser electa como primer ministro. Según varios miembros de Azul y Blanco hay muchos likudistas que están dispuestos a sacrificar a Netanyahu para moralizar al país y para evitar que Israel siga entrampado.

Todo esto, sin embargo, no hace más que darle aún más poder de chantaje y negociación a Lieberman cuyo movimiento tiene muchas denuncias de deshonestidad, el cual decidió inclinarse contra Netanyahu.

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