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“Cambia tu opinión pero mantén tus principios. Cambia tus hojas, pero mantén tus raíces” Victor Hugo

Atención al fuego amigo, señor Casado. No permita presiones interesadas

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Sin duda alguna estamos enfrentados a una situación que puede considerarse excepcional. Parece que fue ayer cuando teníamos la sensación de que España había encontrado su camino, que estábamos al borde de superar la grave crisis del 2008 y que, el camino que quedaba por recorrer estaba lleno de esperanza, de ilusión y de buenas sensaciones. No obstante, los acontecimientos nos han venido a demostrar que los españoles somos un pueblo que no se aviene a vivir en paz, a perdonarse ofensas, a soportar que los haya más inteligentes, más trabajadores, más audaces o más dotados por la naturaleza de cualidades especiales. Deberemos reconocer que hay un gran porcentaje de ciudadanos que sólo viven pendientes de resaltar los errores de los demás; criticar a los que han triunfado en la vida; envidiar a los que han sabido desenvolverse mejor dentro de la sociedad o desear que, aquellos que tengan más, sean atacados por el infortunio aunque para ello, los que desean que suceda, salgan perjudicados en sus propios intereses. Es la maldición que ha caído sobre nuestro pueblo cuando, por mucho que se haya intentado evitarlo, España ha tenido periodos de prosperidad, tranquilidad, paz y buen entendimiento entre los españoles; entonces ha sido cuando ha surgido, aparentemente de la nada y sin que viniera a cuento, el ramalazo de maldad que ha servido para que el odio, la violencia, la guerra o la venganza, hayan sentado plaza en nuestro país para acabar, en unos meses, con todo lo positivo y agradable que, durante muchos años y a base de sacrificio y trabajo, se había conseguido alcanzar.

Ya escribimos, en su momento, que la gestión del PP durante la etapa de la presidencia del señor Mariano Rajoy, concretamente durante la última fase de su mandato, con la colaboración, que muchos hemos considerado nefasta, de la señora Soraya Sáez de Santamaría ( por cierto, se está evidenciando el bluff que se había creado en torno a ella de ser la “gran promesa” para el futuro del PP, cuando el bufete Cuatrecasas, que la contrató por 600.000 euros al año, pensando que hacían un gran negocio y, finalmente, han tenido que admitir, decepcionados, que su incorporación ha sido un fracaso, no sólo porque no se han materializado las esperanzas de negocio que se preveían, sino debido a que su comportamiento, dentro del despacho, ha despertado la animadversión de todos sus compañeros) fue tan deficiente, impropia, falta de visión política y, en cierto sentido, equivocada que permitió a un insistente, radicalizado y embaucador Pedro Sánchez provocar una moción de censura contra el presidente Rajoy, que fue el principio del Vía Crucis por el que España está pasando, en el que se han confluido los errores del gobierno del PSOE, la ofensiva de los radicales secesionistas y la infiltración en las altas esferas de la política, impregnada de comunismo bolivariano, del señor Pablo Iglesias y sus secuaces de Podemos.

Tampoco deberíamos olvidarnos de esta señora que ha irrumpido con fuerza en el feminismo más extremo, la mujer de Iglesias, Inés Montero que, aparte de su incapacidad manifiesta como gestora, su feminismo radical, su evidente falta de sentido común y de su nula preparación para el cargo que le ha regalado su marido; tiene la complicación de su sectarismo, que le impide ver con claridad los verdaderos problemas que afectan a la clase femenina, salvo que estén relacionados con el “machismo”, que es lo que, en realidad, le preocupa y forma parte de su particular batalla contra el género opuesto.

En su momento, cuando el señor Casado se hizo con la dirección del PP, el volver a levantar un partido de derechas que estaba completamente desacreditado ante el pueblo español; afectado por numerosos casos de corrupción; que había sido desbancado por una moción de censura de la izquierda y que, para más INRI, tenía dos tendencias manifiestamente enfrentadas en su seno: los renovadores capitaneados por el señor P. Casado y los conservacionistas, partidarios de la política de paños caliente y de tolerancia del señor Rajoy y de su alter ego la señora Sáez de Santamaría; era una tarea poco menos que titánica, y era evidente que no iba a ser fácil y que requeriría toda la firmeza, esfuerzo y empeño de la persona que se ocupara de ello, un empeño que demandaría una restructuración a fondo de la directiva del partido y de sus cargos autonómicos. Era evidente que una labor tan complicada, que requería recobrar la confianza de una serie de millones de votantes que, disgustados con la política de intentar compadrear con los independentistas y de sucesivas concesiones económicas a catalanes y vascos, amén de una tolerancia, rayana en la traición, con relación a los desafíos que, sin ningún rubor y de forma pública, le lanzaban los políticos catalanes y sus organizaciones, desobedeciendo las sentencias de los tribunales, desoyendo los requerimientos del Parlamento de la nación y burlándose de los intentos de enfriar la situación de un gobierno, evidentemente falto de energía y autoridad para poner orden en una cuestión de tanta trascendencia para la nación.

La actuación del señor Sánchez y de su escudero, el señor Pablo Iglesias, no mejorarán en nada la de sus antecesores en el Gobierno, antes bien, llevan trazas de intentar solucionar el problema de Cataluña y el País Vasco de la forma más rápida, es decir, cediendo a todo lo que se les pida y dando la bendición, a lo que lleva trazas de ser una rendición en toda la regla, a las aspiraciones secesionistas de ambas comunidades; algo que puede llegar a ser el pistoletazo de salida de otra serie de demandas, por parte de otras comunidades, que parece que están esperando turno para seguir el ejemplo de las dos primeras. Es evidente que nos encontramos en una situación límite, sin que parezca que, ni el actual gobierno de coalición, más bien con apariencia de ser cómplice de los intentos de división de España, ni las otras instituciones que deberían mostrar su disconformidad ante una situación como la actual, expresando su disgusto y oposición; ni la misma casa real, con pocas funciones según la Constitución pero con la obligación de mantener la Constitución y, el propio Rey, como Jefe del Estado, es el que dispone del poder y los medios para hacer cumplir, con la contundencia precisa, las normas constitucionales, en aquellos casos en los que peligre la soberanía nacional.

El señor Casado no tenía ninguna otra opción, si es que quería sacar adelante al PP verdadero, el que sigue las directrices de Fraga Iribarne, que actuar como ha hecho. Si el señor Feijoo ha hecho valer su gran influencia entre los votantes gallegos para que, en Génova, se hayan decidido por apoyarle, es evidente que el señor Casado no podía permitir una nueva cacicada del señor Alonso, un señor que siempre se ha venido caracterizando por querer imponer al partido sus propias y respetables opiniones, pero que no dejan de ser una más de las que cualquier otro miembro o simpatizante del PP pudiera tener; lo que no significa que la dirección nacional del partido se tuviera que plegar a sus exigencias. El caso de Feijoo puede que deba tratarse en su momento, porque no conviene que este señor, que tuvo oportunidad de dirigir el partido y no la aprovechó, ahora, como presidente de la autonomía gallega, procure también que se sigan sus particulares ideas respecto a cuál deba ser el comportamiento de la dirección nacional del PP y pedir a Génova que actúe como ya lo hizo Rajoy y que ha sido la causa de que estemos en la situación de emergencia nacional en la que nos encontramos en estos momentos.


Si se pierden escaños en el País Vasco, bendito sea, pero de ninguna manera por el capricho de un señor o de un grupo de señores, puede echarse a perder un plan de actuación nacional que, en este caso concreto, se pudiera concretar en una alianza con C´s aunque, a priori, no se trate de una formación que se encuentre en el mejor momento de su trayectoria política. No olvidemos que Cs ha sido la piedra en el zapato, que siempre se ha opuesto al entendimiento con VOX, un partido que, a pesar del aislamiento al que ha sido sometido, sigue manteniéndose, sin que parezca que los últimos acontecimientos hayan conseguido alterar, de una forma sensible, su base electoral.

Cuando vemos como los partidos de la oposición y personajes como la, periodista señora Sonsoles Ónega, asidua concurrente a las tertulias de la Cope, perteneciente a esta clase de informadores que pretenden aparecer como de ideas objetivas y usan el conocido truco de ir enumerando razones con las que dicen estar conformes con posiciones políticas de las que, en realidad, difieren, pero añadiendo siempre una coletilla, precedida de un “dicho lo cual”, en la que se desdicen de todo lo dicho anteriormente y, como socialista irredenta, empieza a poner al PP y a los partidos de la derecha de chupa de dómine, sin la menor contemplación y con argumentos carentes valor alguno debido a su evidente sectarismo, pese a que intenta disimularlo aparentando ser una persona equilibrada; se vuelcan en atacar sin la más mínima consideración las posiciones de los partidos de la derecha o cuando observamos cómo, este personaje que empieza a ser la misma representación de la incongruencia, la contradicción, la desmesura y el engaño, el señor Pedro Sánchez, en la actual campaña en el País Vasco o en la misma Galicia, no se retiene, y con la máxima impunidad y desvergüenza sigue llamando corrupto al actual PP, cuando ninguno de sus dirigentes actuales ha pertenecido a la generación que incurrió en tales delitos y, con una cara dura que indigna hasta a los más reacios a admitir tanta maldad, se olvida de que, su propio partido en Andalucía tiene a cientos de sus miembros encausados por haber incurrido, presuntamente, en la gran estafa de haber robado a obreros que habían sido objeto de unos ERE, quedándose con parte de la indemnización que les correspondía recibir por sus despidos. Si en España, sus ciudadanos fueran como los de otros países, una tomadura de pelo semejante provocaría la inmediata dimisión del culpable de haber cometido semejante infamia. A la vista está que no ha sucedido así.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, no podemos menos que apoyar la táctica del señor Pablo Casado; de animarle a no dejarse intimidar y de no ceder a la presión ni desanimarse si, en las próximas elecciones autonómicas que se anuncian en el País Vasco, Galicia o en cualquier otra autonomía en la que tengan lugar, se perdieran algunos escaños; porque es evidente que todavía no ha llegado el momento en el que el PP esté en condiciones de reclamar al pueblo español, el puesto que, verdaderamente, le corresponde ocupar en la política española. Todo a su tiempo. No olvidemos aquella frase de Ray A. Davis: “La paciencia no es la espera pasiva. Es la aceptación activa del proceso necesario para obtener tus metas y sueños”

Atención al fuego amigo, señor Casado. No permita presiones interesadas

“Cambia tu opinión pero mantén tus principios. Cambia tus hojas, pero mantén tus raíces” Victor Hugo
Miguel Massanet
martes, 25 de febrero de 2020, 09:20 h (CET)

Sin duda alguna estamos enfrentados a una situación que puede considerarse excepcional. Parece que fue ayer cuando teníamos la sensación de que España había encontrado su camino, que estábamos al borde de superar la grave crisis del 2008 y que, el camino que quedaba por recorrer estaba lleno de esperanza, de ilusión y de buenas sensaciones. No obstante, los acontecimientos nos han venido a demostrar que los españoles somos un pueblo que no se aviene a vivir en paz, a perdonarse ofensas, a soportar que los haya más inteligentes, más trabajadores, más audaces o más dotados por la naturaleza de cualidades especiales. Deberemos reconocer que hay un gran porcentaje de ciudadanos que sólo viven pendientes de resaltar los errores de los demás; criticar a los que han triunfado en la vida; envidiar a los que han sabido desenvolverse mejor dentro de la sociedad o desear que, aquellos que tengan más, sean atacados por el infortunio aunque para ello, los que desean que suceda, salgan perjudicados en sus propios intereses. Es la maldición que ha caído sobre nuestro pueblo cuando, por mucho que se haya intentado evitarlo, España ha tenido periodos de prosperidad, tranquilidad, paz y buen entendimiento entre los españoles; entonces ha sido cuando ha surgido, aparentemente de la nada y sin que viniera a cuento, el ramalazo de maldad que ha servido para que el odio, la violencia, la guerra o la venganza, hayan sentado plaza en nuestro país para acabar, en unos meses, con todo lo positivo y agradable que, durante muchos años y a base de sacrificio y trabajo, se había conseguido alcanzar.

Ya escribimos, en su momento, que la gestión del PP durante la etapa de la presidencia del señor Mariano Rajoy, concretamente durante la última fase de su mandato, con la colaboración, que muchos hemos considerado nefasta, de la señora Soraya Sáez de Santamaría ( por cierto, se está evidenciando el bluff que se había creado en torno a ella de ser la “gran promesa” para el futuro del PP, cuando el bufete Cuatrecasas, que la contrató por 600.000 euros al año, pensando que hacían un gran negocio y, finalmente, han tenido que admitir, decepcionados, que su incorporación ha sido un fracaso, no sólo porque no se han materializado las esperanzas de negocio que se preveían, sino debido a que su comportamiento, dentro del despacho, ha despertado la animadversión de todos sus compañeros) fue tan deficiente, impropia, falta de visión política y, en cierto sentido, equivocada que permitió a un insistente, radicalizado y embaucador Pedro Sánchez provocar una moción de censura contra el presidente Rajoy, que fue el principio del Vía Crucis por el que España está pasando, en el que se han confluido los errores del gobierno del PSOE, la ofensiva de los radicales secesionistas y la infiltración en las altas esferas de la política, impregnada de comunismo bolivariano, del señor Pablo Iglesias y sus secuaces de Podemos.

Tampoco deberíamos olvidarnos de esta señora que ha irrumpido con fuerza en el feminismo más extremo, la mujer de Iglesias, Inés Montero que, aparte de su incapacidad manifiesta como gestora, su feminismo radical, su evidente falta de sentido común y de su nula preparación para el cargo que le ha regalado su marido; tiene la complicación de su sectarismo, que le impide ver con claridad los verdaderos problemas que afectan a la clase femenina, salvo que estén relacionados con el “machismo”, que es lo que, en realidad, le preocupa y forma parte de su particular batalla contra el género opuesto.

En su momento, cuando el señor Casado se hizo con la dirección del PP, el volver a levantar un partido de derechas que estaba completamente desacreditado ante el pueblo español; afectado por numerosos casos de corrupción; que había sido desbancado por una moción de censura de la izquierda y que, para más INRI, tenía dos tendencias manifiestamente enfrentadas en su seno: los renovadores capitaneados por el señor P. Casado y los conservacionistas, partidarios de la política de paños caliente y de tolerancia del señor Rajoy y de su alter ego la señora Sáez de Santamaría; era una tarea poco menos que titánica, y era evidente que no iba a ser fácil y que requeriría toda la firmeza, esfuerzo y empeño de la persona que se ocupara de ello, un empeño que demandaría una restructuración a fondo de la directiva del partido y de sus cargos autonómicos. Era evidente que una labor tan complicada, que requería recobrar la confianza de una serie de millones de votantes que, disgustados con la política de intentar compadrear con los independentistas y de sucesivas concesiones económicas a catalanes y vascos, amén de una tolerancia, rayana en la traición, con relación a los desafíos que, sin ningún rubor y de forma pública, le lanzaban los políticos catalanes y sus organizaciones, desobedeciendo las sentencias de los tribunales, desoyendo los requerimientos del Parlamento de la nación y burlándose de los intentos de enfriar la situación de un gobierno, evidentemente falto de energía y autoridad para poner orden en una cuestión de tanta trascendencia para la nación.

La actuación del señor Sánchez y de su escudero, el señor Pablo Iglesias, no mejorarán en nada la de sus antecesores en el Gobierno, antes bien, llevan trazas de intentar solucionar el problema de Cataluña y el País Vasco de la forma más rápida, es decir, cediendo a todo lo que se les pida y dando la bendición, a lo que lleva trazas de ser una rendición en toda la regla, a las aspiraciones secesionistas de ambas comunidades; algo que puede llegar a ser el pistoletazo de salida de otra serie de demandas, por parte de otras comunidades, que parece que están esperando turno para seguir el ejemplo de las dos primeras. Es evidente que nos encontramos en una situación límite, sin que parezca que, ni el actual gobierno de coalición, más bien con apariencia de ser cómplice de los intentos de división de España, ni las otras instituciones que deberían mostrar su disconformidad ante una situación como la actual, expresando su disgusto y oposición; ni la misma casa real, con pocas funciones según la Constitución pero con la obligación de mantener la Constitución y, el propio Rey, como Jefe del Estado, es el que dispone del poder y los medios para hacer cumplir, con la contundencia precisa, las normas constitucionales, en aquellos casos en los que peligre la soberanía nacional.

El señor Casado no tenía ninguna otra opción, si es que quería sacar adelante al PP verdadero, el que sigue las directrices de Fraga Iribarne, que actuar como ha hecho. Si el señor Feijoo ha hecho valer su gran influencia entre los votantes gallegos para que, en Génova, se hayan decidido por apoyarle, es evidente que el señor Casado no podía permitir una nueva cacicada del señor Alonso, un señor que siempre se ha venido caracterizando por querer imponer al partido sus propias y respetables opiniones, pero que no dejan de ser una más de las que cualquier otro miembro o simpatizante del PP pudiera tener; lo que no significa que la dirección nacional del partido se tuviera que plegar a sus exigencias. El caso de Feijoo puede que deba tratarse en su momento, porque no conviene que este señor, que tuvo oportunidad de dirigir el partido y no la aprovechó, ahora, como presidente de la autonomía gallega, procure también que se sigan sus particulares ideas respecto a cuál deba ser el comportamiento de la dirección nacional del PP y pedir a Génova que actúe como ya lo hizo Rajoy y que ha sido la causa de que estemos en la situación de emergencia nacional en la que nos encontramos en estos momentos.


Si se pierden escaños en el País Vasco, bendito sea, pero de ninguna manera por el capricho de un señor o de un grupo de señores, puede echarse a perder un plan de actuación nacional que, en este caso concreto, se pudiera concretar en una alianza con C´s aunque, a priori, no se trate de una formación que se encuentre en el mejor momento de su trayectoria política. No olvidemos que Cs ha sido la piedra en el zapato, que siempre se ha opuesto al entendimiento con VOX, un partido que, a pesar del aislamiento al que ha sido sometido, sigue manteniéndose, sin que parezca que los últimos acontecimientos hayan conseguido alterar, de una forma sensible, su base electoral.

Cuando vemos como los partidos de la oposición y personajes como la, periodista señora Sonsoles Ónega, asidua concurrente a las tertulias de la Cope, perteneciente a esta clase de informadores que pretenden aparecer como de ideas objetivas y usan el conocido truco de ir enumerando razones con las que dicen estar conformes con posiciones políticas de las que, en realidad, difieren, pero añadiendo siempre una coletilla, precedida de un “dicho lo cual”, en la que se desdicen de todo lo dicho anteriormente y, como socialista irredenta, empieza a poner al PP y a los partidos de la derecha de chupa de dómine, sin la menor contemplación y con argumentos carentes valor alguno debido a su evidente sectarismo, pese a que intenta disimularlo aparentando ser una persona equilibrada; se vuelcan en atacar sin la más mínima consideración las posiciones de los partidos de la derecha o cuando observamos cómo, este personaje que empieza a ser la misma representación de la incongruencia, la contradicción, la desmesura y el engaño, el señor Pedro Sánchez, en la actual campaña en el País Vasco o en la misma Galicia, no se retiene, y con la máxima impunidad y desvergüenza sigue llamando corrupto al actual PP, cuando ninguno de sus dirigentes actuales ha pertenecido a la generación que incurrió en tales delitos y, con una cara dura que indigna hasta a los más reacios a admitir tanta maldad, se olvida de que, su propio partido en Andalucía tiene a cientos de sus miembros encausados por haber incurrido, presuntamente, en la gran estafa de haber robado a obreros que habían sido objeto de unos ERE, quedándose con parte de la indemnización que les correspondía recibir por sus despidos. Si en España, sus ciudadanos fueran como los de otros países, una tomadura de pelo semejante provocaría la inmediata dimisión del culpable de haber cometido semejante infamia. A la vista está que no ha sucedido así.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, no podemos menos que apoyar la táctica del señor Pablo Casado; de animarle a no dejarse intimidar y de no ceder a la presión ni desanimarse si, en las próximas elecciones autonómicas que se anuncian en el País Vasco, Galicia o en cualquier otra autonomía en la que tengan lugar, se perdieran algunos escaños; porque es evidente que todavía no ha llegado el momento en el que el PP esté en condiciones de reclamar al pueblo español, el puesto que, verdaderamente, le corresponde ocupar en la política española. Todo a su tiempo. No olvidemos aquella frase de Ray A. Davis: “La paciencia no es la espera pasiva. Es la aceptación activa del proceso necesario para obtener tus metas y sueños”

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