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El arte de su proceder no lo conozco, en las sombras vivo, pero existe, existe la luz, se ejecuta y triunfa, sólo deseo avisarles con cuidado, denunciar… a nadie. Es virtud del alma lo que ellos hacen, pero yo soy yo... la captura de esos seres descarriados, buscar sus bases, guiar sus pasos a... yo tampoco sé: el arte de su proceder.
Labor minuciosa, cautelosa, estudiada, calculada, vencerán, también quisiera yo poder... también. Es noble labor, todo se ha hecho... Es su deber, vencer, poder, ganar, merecer… Proceder.
Sin pensar, debo moverme, controlarme, estar en regla y esperar viva para poder disfrutar algún día cuando olvide que tuve que estar controlada y no en la desorganización y el caos que tan feliz me hace.
Gracias por leer el caos con que procedo.
A Mercedes Isabel: A mi edad, me pregunto, sin pretender escribir los versos mas triste esta tarde. Como olvidarte, flor de mi vida. Desventurado sería, no haberte tenido.
El hombre ocupa el área ocre de la pista. La mujer, el área aceituna. El hombre, debajo de una mesa liviana. Cerca y silencioso, un enanito disfrazado de enanito de jardín. El haz del “buscador”, quieto, lo ilumina. Se enloquece. Se pasea por el área ocre. Se detiene en el hombre: Romeo, el italiano. Habrán de imaginárselo: candor.
Resulta admirable encontrarse con un libro que guarda sus raíces en la investigación académica y en la fusión de las pasiones por la tradición oral y la ilustración. La cantidad de datos, citas, reflexiones minuciosas, relatos, trazos y nombres aparecen de una manera tan acertada, que en conjunto configuran ese terreno seguro donde entregarnos confiadamente a la lectura.
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