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Los musulmanes encuentran en las mezquitas algún consuelo solicitado

El fenómeno de llorar en las mezquitas

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El fenómeno de llorar en las mezquitas se difundió desde que surgió “ el genio” de algunos imanes saudíes wahabíes que no dejan de derramar lagrimas tanto en la Gran Mezquita de La Meca como en las grabaciones de sonido en los CDs que se venden en los mercados . En las que, los imanes y los predicadores oran mientras lloran, respiran y se cortan sus voces por ser damnificados espiritualmente.

Algunos ciudadanos graban estas voces en sus móviles, una vez les llamas se escucha la oración del imam llorando. Las mezquitas están llenas de gente que viene para escuchar a los predicadores lloradores considerándoles como fuente de sinceridad y de verdadera fe. Logran hacer llorar a la gente y provocan sus lágrimas.

Este fenómeno ha llegado a ser como algo habitual y desapercibido, pero en realidad estamos afrontando un fenómeno que requiere comentarios y análisis, porque no era solo una coincidencia, sino que está ligado a “unas costumbres arraigadas” en la historia.

Los musulmanes conocían el fenómeno de llorar en las mezquitas en las épocas de decadencia, y se prosperó debido a la intensificación de las angustias, la injusticia, la tiranía de los gobernantes, el aumento de epidemias, hambrunas y los desastres naturales.

Por eso, los musulmanes encuentran en las mezquitas algún consuelo solicitado mientras acurrucados alrededor del orador para que les hable del estado de la nación y de la mala situación, luego levantan sus contornos para orar a Dios llorando con los asistentes al sermón. Después sale la gente de las mezquitas desplegada en la tierra y aliviada de la sensación de opresión, la injusticia y el miedo.

Cuando analizamos los discursos de algunos imanes de hoy, sobre todo las expresiones en las que parten de llanto, encontramos que todos están relacionados con la realidad de los países islámicos subdesarrollados y débiles. Que ya no tienen peso en los países más potentes y civilizados. Dado que, se centran más en temas tales como: “la agresión”, “la prostitución”, “Israel”, etc. Algo que justifica la deplorable situación de los musulmanes caracterizada por la división y la fragmentación.

Por tanto, hablamos de una dependencia económica, tecnológica, política y científica a los países desarrollados, a causa del retraso histórico que venían viviendo los países islámicos desde la Edad Media. Por otra parte, la potencia militar del Califato se convirtió en un retraso debido a las derrotas consecutivas. También se cambiaron las rutas de comercio y las distintas apuestas.

Además, empezaron las revoluciones científicas en el Occidente y los grandes descubrimientos en el mundo. Así como la aparición de universidades modernas y se emprendió el proceso de reformas religiosas y revoluciones sociales y políticas. Se acabó formando un nuevo mundo en el que no cabe lugar a las guerras religiosas ni al despotismo político ni a la economía de rentas basada en los botines y la invasión. Sino, se convirtió en un mundo de Racionalidad y de los Derechos Humanos. Lo que permitió la centralización de la potencia militar, científica y económica en las manos del mundo occidental, y hacer que el mundo árabe ocupase la cola del convoy.

En un principio, los musulmanes se enfrentaron a su cruda realidad, en los finales del XIX y los principios del siglo XX, reconociendo su retraso y preguntando por sus causas. De entre estos que se preguntaron encontramos Mohammed Abdu, Al Afghani, Al Qawakibi y Rachid Rida. Pero, cambiaron de pronto su postura y se dejaron llevar por un callejón sin salida de “Los Hermanos Musulmanes”, a fin de atacar al Occidente y calificarlo del decadente y considerar a los musulmanes como “titulares del mensaje iluminador” aunque no están capacitados para llevarlo a cabo. Por motivos del cambio ocurrido en los equilibrios del poder y en los criterios de la superioridad civilizacional, y a las circunstancias del subdesarrollo en las que están inmersos los países musulmanes.

El petro-dólar revivió El Wahabismo y el modo de religiosidad y fue la gota que colmó el vaso. Por consiguiente, los musulmanes continuaron su descenso para más abajo. Lo que explica su incapacidad para salir de esta angustia civilizacional que se aumenta cada día más. Por eso, acuden al llanto y a los lamentos.

La aparición del terrorismo en nombre del Islam empeoró más la situación de muchos países, que están siempre moviendo hacia el desastre y la devastación, y se difundieron más tanto las células durmientes como las despertadas.

Arabia Saudita desempeñó un papel preponderante en esta escena lamentosa. Es la que gastó miles de millones de dólares para divulgar un modelo de religiosidad caracterizado por esa tendencia cívica incompatible con las causas del progreso.

También, trajo con su propio dinero a las tropas estadounidenses al Golfo, y que apoyaron en el sabotaje de Irak y se opusieron a las revoluciones por tener miedo del arrastre democrático que amenaza los clanes de petróleo del Golfo, gastando un dineral para molestar a los países prósperos que gozan de la estabilidad basada en la democracia política, social, el bienestar y en derechos humanos. Hoy en día hace todo lo posible para desestabilizar a Siria, incluso destruir todo el país y perjudicar a todas las familias.

Por una parte, entendemos que el llanto de los predicadores sauditas y wahabitas distrae al ciudadano del enfoque de la enfermedad que les caracteriza a los musulmanes, y culpabiliza al otro como responsable de todo. Considerando lo ocurrido como un destino de Dios sobre la nación.

Por otra parte, los lideres y los gobernantes encontraron en el llanto de los predicadores su refugio, y el fenómeno se trasladó a otros países islámicos, y se ha convertido en un consuelo y en una forma de distracción de la gente y de descarga de las reprimidas políticas y sociales.

Y cuando el poder viola los derechos fundamentales de las personas y pisotea su dignidad, les permite llorar colectivamente en las mezquitas, para aliviarse de las presiones políticas cotidianas del gobierno. De entre ellas, citamos estos aumentos de precio consecutivos que asfixian a los ciudadanos.

El fenómeno de llorar en las mezquitas

Los musulmanes encuentran en las mezquitas algún consuelo solicitado
Khaldi Mellouk
miércoles, 12 de febrero de 2014, 08:24 h (CET)
El fenómeno de llorar en las mezquitas se difundió desde que surgió “ el genio” de algunos imanes saudíes wahabíes que no dejan de derramar lagrimas tanto en la Gran Mezquita de La Meca como en las grabaciones de sonido en los CDs que se venden en los mercados . En las que, los imanes y los predicadores oran mientras lloran, respiran y se cortan sus voces por ser damnificados espiritualmente.

Algunos ciudadanos graban estas voces en sus móviles, una vez les llamas se escucha la oración del imam llorando. Las mezquitas están llenas de gente que viene para escuchar a los predicadores lloradores considerándoles como fuente de sinceridad y de verdadera fe. Logran hacer llorar a la gente y provocan sus lágrimas.

Este fenómeno ha llegado a ser como algo habitual y desapercibido, pero en realidad estamos afrontando un fenómeno que requiere comentarios y análisis, porque no era solo una coincidencia, sino que está ligado a “unas costumbres arraigadas” en la historia.

Los musulmanes conocían el fenómeno de llorar en las mezquitas en las épocas de decadencia, y se prosperó debido a la intensificación de las angustias, la injusticia, la tiranía de los gobernantes, el aumento de epidemias, hambrunas y los desastres naturales.

Por eso, los musulmanes encuentran en las mezquitas algún consuelo solicitado mientras acurrucados alrededor del orador para que les hable del estado de la nación y de la mala situación, luego levantan sus contornos para orar a Dios llorando con los asistentes al sermón. Después sale la gente de las mezquitas desplegada en la tierra y aliviada de la sensación de opresión, la injusticia y el miedo.

Cuando analizamos los discursos de algunos imanes de hoy, sobre todo las expresiones en las que parten de llanto, encontramos que todos están relacionados con la realidad de los países islámicos subdesarrollados y débiles. Que ya no tienen peso en los países más potentes y civilizados. Dado que, se centran más en temas tales como: “la agresión”, “la prostitución”, “Israel”, etc. Algo que justifica la deplorable situación de los musulmanes caracterizada por la división y la fragmentación.

Por tanto, hablamos de una dependencia económica, tecnológica, política y científica a los países desarrollados, a causa del retraso histórico que venían viviendo los países islámicos desde la Edad Media. Por otra parte, la potencia militar del Califato se convirtió en un retraso debido a las derrotas consecutivas. También se cambiaron las rutas de comercio y las distintas apuestas.

Además, empezaron las revoluciones científicas en el Occidente y los grandes descubrimientos en el mundo. Así como la aparición de universidades modernas y se emprendió el proceso de reformas religiosas y revoluciones sociales y políticas. Se acabó formando un nuevo mundo en el que no cabe lugar a las guerras religiosas ni al despotismo político ni a la economía de rentas basada en los botines y la invasión. Sino, se convirtió en un mundo de Racionalidad y de los Derechos Humanos. Lo que permitió la centralización de la potencia militar, científica y económica en las manos del mundo occidental, y hacer que el mundo árabe ocupase la cola del convoy.

En un principio, los musulmanes se enfrentaron a su cruda realidad, en los finales del XIX y los principios del siglo XX, reconociendo su retraso y preguntando por sus causas. De entre estos que se preguntaron encontramos Mohammed Abdu, Al Afghani, Al Qawakibi y Rachid Rida. Pero, cambiaron de pronto su postura y se dejaron llevar por un callejón sin salida de “Los Hermanos Musulmanes”, a fin de atacar al Occidente y calificarlo del decadente y considerar a los musulmanes como “titulares del mensaje iluminador” aunque no están capacitados para llevarlo a cabo. Por motivos del cambio ocurrido en los equilibrios del poder y en los criterios de la superioridad civilizacional, y a las circunstancias del subdesarrollo en las que están inmersos los países musulmanes.

El petro-dólar revivió El Wahabismo y el modo de religiosidad y fue la gota que colmó el vaso. Por consiguiente, los musulmanes continuaron su descenso para más abajo. Lo que explica su incapacidad para salir de esta angustia civilizacional que se aumenta cada día más. Por eso, acuden al llanto y a los lamentos.

La aparición del terrorismo en nombre del Islam empeoró más la situación de muchos países, que están siempre moviendo hacia el desastre y la devastación, y se difundieron más tanto las células durmientes como las despertadas.

Arabia Saudita desempeñó un papel preponderante en esta escena lamentosa. Es la que gastó miles de millones de dólares para divulgar un modelo de religiosidad caracterizado por esa tendencia cívica incompatible con las causas del progreso.

También, trajo con su propio dinero a las tropas estadounidenses al Golfo, y que apoyaron en el sabotaje de Irak y se opusieron a las revoluciones por tener miedo del arrastre democrático que amenaza los clanes de petróleo del Golfo, gastando un dineral para molestar a los países prósperos que gozan de la estabilidad basada en la democracia política, social, el bienestar y en derechos humanos. Hoy en día hace todo lo posible para desestabilizar a Siria, incluso destruir todo el país y perjudicar a todas las familias.

Por una parte, entendemos que el llanto de los predicadores sauditas y wahabitas distrae al ciudadano del enfoque de la enfermedad que les caracteriza a los musulmanes, y culpabiliza al otro como responsable de todo. Considerando lo ocurrido como un destino de Dios sobre la nación.

Por otra parte, los lideres y los gobernantes encontraron en el llanto de los predicadores su refugio, y el fenómeno se trasladó a otros países islámicos, y se ha convertido en un consuelo y en una forma de distracción de la gente y de descarga de las reprimidas políticas y sociales.

Y cuando el poder viola los derechos fundamentales de las personas y pisotea su dignidad, les permite llorar colectivamente en las mezquitas, para aliviarse de las presiones políticas cotidianas del gobierno. De entre ellas, citamos estos aumentos de precio consecutivos que asfixian a los ciudadanos.

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