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Etiquetas | Acime | Militares
La Asociación Española de Militares y Guardias Civiles con Discapacidad cumple 25 años

Acime: armas cargadas de razón

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Uno de los militares con discapacidad más ilustres y de reputada fama literaria fue, sin duda, Cervantes que, apodado 'el manco de Lepanto' por haber sido herido en tan conmemorable batalla, dejó patente en su encomiable obra ‘El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha’ la situación de desamparo en la que quedaban los soldados con discapacidad. Pasados cuatro siglos, los militares de las Fuerzas Armadas y Cuerpos de Seguridad del Estado con parecida suerte siguen enarbolando la misma queja. Aquí, en España. Acime, que cumple ahora 25 años, reivindica la inclusión social y laboral de sus integrantes, a poder ser, “dentro de las entidades a las que, tan vocacionalmente, se entregaron apasionados”.

“No es bien que se haga con ellos”, criticaba la pluma de Cervantes asemejando la situación del soldado con discapacidad a lo que solían hacer “los que ahorran y dan libertad a sus negros cuando ya son viejos y no pueden servir” que, en opinión del erudito militar complutense, “echándoles de casa con títulos de libres, los hacen esclavos de hambre”. Es el hondo penar, el hondo sentir de miles de militares de todo el mundo que cuentan que por la adquisición de una discapacidad, en servicio o no, “son apartados de su profesión”, lo que “lejos de ayudar a superar sus problemas de salud, les aleja diametralmente de la vida que llevaban”.

Así lo afirman, en un reportaje publicado en el último número de 'Cermi.es semanal', desde la Asociación Española de Militares y Guardias Civiles con Discapacidad (Acime), una ONG a la que se pueden adscribir, voluntariamente, todos los miembros de las Fuerzas Armadas y Cuerpos de Seguridad del Estado que hayan adquirido, como consecuencia de heridas, lesiones o enfermedades, una discapacidad. Conmemoramos ahora el 25 aniversario de esta organización, que vela por los intereses económicos, morales y sociales de aquellos que, sostienen desde la entidad, “se quedaron desamparados de la protección oficial que les brindaba el Cuerpo de Mutilados”.

“Allá por el 1989, de forma inesperada, nos encontramos que en pocos meses nuestra carrera militar se frustraría y seríamos personas retiradas. La sensación de desamparo fue total. En el plano económico, hubo que luchar para que se aplicara la legislación vigente pues la intención política era otra. En el moral, fue un golpe difícil de asumir, mientras que en el social y asistencial empezaban a aparecer muchos problemas al quedar fuera de la institución”, se lamenta el presidente de Acime, Andrés Medina.

En este sentido, recuerda que “no llegábamos a comprender por qué nuestros generales no reaccionaban, dentro de los cauces legales, contra esa decisión política que expulsaba del sistema a muchos de sus mejores hombres, todos ellos con una discapacidad”. Y de ahí surge, explica el presidente de esta entidad, miembro del Cermi, “la decisión de algunos militares y guardias civiles con discapacidad, entre los que tuve el honor de estar, de fundar Acime para eliminar barreras. Tuvimos que acostumbrarnos a la incomprensión de nuestros propios compañeros e incluso al rechazo de todo lo que supusiera la reivindicación de derechos y asociacionismo”, asegura.

El 25 aniversario de Acime les sirve a sus asociados ahora para demostrar que “estamos orgullosos de haber cumplido una importante misión”, ya que “para un colectivo integrado por militares y guardias civiles apartados de la vida activa de la milicia, el mejor logro ha sido mantenernos unidos por los valores y principios que siempre llevaremos dentro y proyectarlos también sobre aquellos que adquieren una discapacidad”. Así lo siente Medina. El presidente añade que él y los miembros de la asociación tienen muy presente, además, que “un día, algunos de nuestros compañeros en activo también nos van a necesitar”.

El respecto a los que por servir a su patria sufrieron algún tipo de herida o encontraron la muerte en el camino ha estado presente a lo largo de la historia. Hoy, el ‘Reconocimiento al militar retirado’ está recogido en el artículo 41 de las Reales Ordenanzas de las Fuerzas Armadas, sin embargo, desde Acime sostienen que los militares y guardias civiles con discapacidad “han sido apartados de la vida militar, independientemente de la edad o del tipo de discapacidad adquirida”.

Es por ello que, durante su larga trayectoria, esta organización ha luchado para que esto no suceda y defiende su causa aludiendo a que “si no es bastante desgracia para sus miembros adquirir una discapacidad”, aún es peor apartarles de la “única profesión que muchos de ellos saben hacer y cuya especificidad, en muchos de los casos, no tiene salida fuera de la vida militar”. Esto “provoca la exclusión social y laboral de estas personas” y, precisamente, lo que reivindican desde Acime es “la inclusión social y laboral de sus asociados”.

Manuel Molinero, en 1982, tuvo un accidente en acto de servicio en un buque de la Armada a consecuencia del cual tiene una discapacidad. Ingresó en el Cuerpo de Mutilados, que existía en aquel entonces, y con la desaparición de este cuerpo, diez años más tarde, pasó a convertirse en “retirado”, cuenta y puntualiza, “como todos sus compañeros”.

Molinero pertenece a Acime también desde su fundación y, de hecho, en la actualidad es su vicepresidente. Manifiesta que la asociación le ha aportado, además de mucha seguridad, “un apoyo inestimable que sólo se puede reconocer cuando una persona vive un momento que, traumáticamente, cambia tu vida”. Para este luchador ilusionado e incansable, como él mismo se sabe, Acime es “imprescindible para el reconocimiento de derechos e igualdades de sus miembros respecto al resto de componentes de la sociedad”.

Sin embargo, el vicepresidente de Acime es consciente de que las Fuerzas Armadas y los Cuerpos de Seguridad no han sido capaces de integrar ni social ni laboralmente a los militares o guardia civiles que adquieren una discapacidad, y achaca la causa a “la falta de voluntad política y de compañerismo a la hora de abordar el problema”. “Una persona con discapacidad vistiendo de uniforme no sale bien en la foto que se quiere transmitir a la sociedad”, critica disconforme y refrenda su postura con la sentencia de que “hasta hace bien poco, no eran noticia los heridos o fallecidos en misiones de las Fuerzas Armadas en el extranjero”. No obstante, reclama la importancia de la lucha que han mantenido desde Acime durante sus cinco lustros de existencia.

Por su parte, Jean Pedraza tenía 18 años y prestaba el servicio militar como soldado de reemplazo en Barbastro cuando, estando de maniobras en el Campo de Maniobras de San Gregorio (Zaragoza), explosionó un artefacto enterrado y le hizo perder el brazo izquierdo y la visión. “Evidentemente, después del accidente tuve que olvidarme de mi vida anterior y empezar de nuevo con mi situación”, explica Pedraza.

De hecho, acudió al centro de rehabilitación de ciegos adultos que tiene la ONCE en Sabadell y allí le enseñaron a “ser autónomo de nuevo” y se dedicó a la venta del cupón. Acime ha representado para él “un apoyo a todos los niveles porque además de tener amistad con gran parte de sus miembros, me informan y asesoran. Gracias a ellos, he conseguido mantener mi identidad como persona perteneciente al ejército o participar en el desfile de las Fuerzas Armadas. Sin ellos, muchas cosas no habrían sido posible”, sostiene Pedraza.

Molinero es una prueba viviente de la entrega total y absoluta a la profesión de la que le han apartado. “Ya han pasado muchos años, pero añoro todavía el poder navegar y el espíritu de camaradería de una dotación”, relata el vicepresidente de Acime. A este hombre le hubiera gustado seguir prestando sus servicios en un destino de tierra y, de hecho, asegura que “podría haberlo hecho sin ningún tipo de duda”. Porque, reclama, “cualquier miembro de las Fuerzas Armadas y Cuerpos de Seguridad que sufra un accidente debe seguir perteneciendo a los mismos siempre que su discapacidad se lo permita. Encontrar un puesto acorde con la discapacidad que le ha sobrevenido a una persona sólo requiere”, insiste, “voluntad política”, pero también “ganas de buscar una solución”.

A consecuencia de su accidente, también Jean Pedraza descubrió un don dentro de sí mismo: “un afán de superación increíble”. De hecho, fue entonces cuando comenzó a compaginar su trabajo con la práctica de diversos deportes como kárate, atletismo, descenso de barrancos, ciclismo, esquí y montañismo. Esta última afición le impulsó incluso a realizar varias expediciones a diversos picos internacionales como el Aconcagua, el Cotopaxi, el Mont Blanc , Ararat , Kilimanjaro, y otros ya en España como el Teide, el Mulhacén o el Aneto. “Como atleta, también he participado en varias competiciones nacionales he ganado varias medallas”, se enorgullece Pedraza.

Para este hombre, la clave principal para conseguir las propias metas “es la constancia y la paciencia”. “Hay que buscar el método para hacer lo que te gusta y, a partir de ahí, tener perseverancia”, indica Pedraza. “También hay que tener en cuenta las limitaciones y si algo resulta imposible de hacer, hay que intentar otra cosa”, aconseja este deportista ciego.

Acime: armas cargadas de razón

La Asociación Española de Militares y Guardias Civiles con Discapacidad cumple 25 años
Redacción
domingo, 29 de diciembre de 2013, 10:18 h (CET)
Uno de los militares con discapacidad más ilustres y de reputada fama literaria fue, sin duda, Cervantes que, apodado 'el manco de Lepanto' por haber sido herido en tan conmemorable batalla, dejó patente en su encomiable obra ‘El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha’ la situación de desamparo en la que quedaban los soldados con discapacidad. Pasados cuatro siglos, los militares de las Fuerzas Armadas y Cuerpos de Seguridad del Estado con parecida suerte siguen enarbolando la misma queja. Aquí, en España. Acime, que cumple ahora 25 años, reivindica la inclusión social y laboral de sus integrantes, a poder ser, “dentro de las entidades a las que, tan vocacionalmente, se entregaron apasionados”.

“No es bien que se haga con ellos”, criticaba la pluma de Cervantes asemejando la situación del soldado con discapacidad a lo que solían hacer “los que ahorran y dan libertad a sus negros cuando ya son viejos y no pueden servir” que, en opinión del erudito militar complutense, “echándoles de casa con títulos de libres, los hacen esclavos de hambre”. Es el hondo penar, el hondo sentir de miles de militares de todo el mundo que cuentan que por la adquisición de una discapacidad, en servicio o no, “son apartados de su profesión”, lo que “lejos de ayudar a superar sus problemas de salud, les aleja diametralmente de la vida que llevaban”.

Así lo afirman, en un reportaje publicado en el último número de 'Cermi.es semanal', desde la Asociación Española de Militares y Guardias Civiles con Discapacidad (Acime), una ONG a la que se pueden adscribir, voluntariamente, todos los miembros de las Fuerzas Armadas y Cuerpos de Seguridad del Estado que hayan adquirido, como consecuencia de heridas, lesiones o enfermedades, una discapacidad. Conmemoramos ahora el 25 aniversario de esta organización, que vela por los intereses económicos, morales y sociales de aquellos que, sostienen desde la entidad, “se quedaron desamparados de la protección oficial que les brindaba el Cuerpo de Mutilados”.

“Allá por el 1989, de forma inesperada, nos encontramos que en pocos meses nuestra carrera militar se frustraría y seríamos personas retiradas. La sensación de desamparo fue total. En el plano económico, hubo que luchar para que se aplicara la legislación vigente pues la intención política era otra. En el moral, fue un golpe difícil de asumir, mientras que en el social y asistencial empezaban a aparecer muchos problemas al quedar fuera de la institución”, se lamenta el presidente de Acime, Andrés Medina.

En este sentido, recuerda que “no llegábamos a comprender por qué nuestros generales no reaccionaban, dentro de los cauces legales, contra esa decisión política que expulsaba del sistema a muchos de sus mejores hombres, todos ellos con una discapacidad”. Y de ahí surge, explica el presidente de esta entidad, miembro del Cermi, “la decisión de algunos militares y guardias civiles con discapacidad, entre los que tuve el honor de estar, de fundar Acime para eliminar barreras. Tuvimos que acostumbrarnos a la incomprensión de nuestros propios compañeros e incluso al rechazo de todo lo que supusiera la reivindicación de derechos y asociacionismo”, asegura.

El 25 aniversario de Acime les sirve a sus asociados ahora para demostrar que “estamos orgullosos de haber cumplido una importante misión”, ya que “para un colectivo integrado por militares y guardias civiles apartados de la vida activa de la milicia, el mejor logro ha sido mantenernos unidos por los valores y principios que siempre llevaremos dentro y proyectarlos también sobre aquellos que adquieren una discapacidad”. Así lo siente Medina. El presidente añade que él y los miembros de la asociación tienen muy presente, además, que “un día, algunos de nuestros compañeros en activo también nos van a necesitar”.

El respecto a los que por servir a su patria sufrieron algún tipo de herida o encontraron la muerte en el camino ha estado presente a lo largo de la historia. Hoy, el ‘Reconocimiento al militar retirado’ está recogido en el artículo 41 de las Reales Ordenanzas de las Fuerzas Armadas, sin embargo, desde Acime sostienen que los militares y guardias civiles con discapacidad “han sido apartados de la vida militar, independientemente de la edad o del tipo de discapacidad adquirida”.

Es por ello que, durante su larga trayectoria, esta organización ha luchado para que esto no suceda y defiende su causa aludiendo a que “si no es bastante desgracia para sus miembros adquirir una discapacidad”, aún es peor apartarles de la “única profesión que muchos de ellos saben hacer y cuya especificidad, en muchos de los casos, no tiene salida fuera de la vida militar”. Esto “provoca la exclusión social y laboral de estas personas” y, precisamente, lo que reivindican desde Acime es “la inclusión social y laboral de sus asociados”.

Manuel Molinero, en 1982, tuvo un accidente en acto de servicio en un buque de la Armada a consecuencia del cual tiene una discapacidad. Ingresó en el Cuerpo de Mutilados, que existía en aquel entonces, y con la desaparición de este cuerpo, diez años más tarde, pasó a convertirse en “retirado”, cuenta y puntualiza, “como todos sus compañeros”.

Molinero pertenece a Acime también desde su fundación y, de hecho, en la actualidad es su vicepresidente. Manifiesta que la asociación le ha aportado, además de mucha seguridad, “un apoyo inestimable que sólo se puede reconocer cuando una persona vive un momento que, traumáticamente, cambia tu vida”. Para este luchador ilusionado e incansable, como él mismo se sabe, Acime es “imprescindible para el reconocimiento de derechos e igualdades de sus miembros respecto al resto de componentes de la sociedad”.

Sin embargo, el vicepresidente de Acime es consciente de que las Fuerzas Armadas y los Cuerpos de Seguridad no han sido capaces de integrar ni social ni laboralmente a los militares o guardia civiles que adquieren una discapacidad, y achaca la causa a “la falta de voluntad política y de compañerismo a la hora de abordar el problema”. “Una persona con discapacidad vistiendo de uniforme no sale bien en la foto que se quiere transmitir a la sociedad”, critica disconforme y refrenda su postura con la sentencia de que “hasta hace bien poco, no eran noticia los heridos o fallecidos en misiones de las Fuerzas Armadas en el extranjero”. No obstante, reclama la importancia de la lucha que han mantenido desde Acime durante sus cinco lustros de existencia.

Por su parte, Jean Pedraza tenía 18 años y prestaba el servicio militar como soldado de reemplazo en Barbastro cuando, estando de maniobras en el Campo de Maniobras de San Gregorio (Zaragoza), explosionó un artefacto enterrado y le hizo perder el brazo izquierdo y la visión. “Evidentemente, después del accidente tuve que olvidarme de mi vida anterior y empezar de nuevo con mi situación”, explica Pedraza.

De hecho, acudió al centro de rehabilitación de ciegos adultos que tiene la ONCE en Sabadell y allí le enseñaron a “ser autónomo de nuevo” y se dedicó a la venta del cupón. Acime ha representado para él “un apoyo a todos los niveles porque además de tener amistad con gran parte de sus miembros, me informan y asesoran. Gracias a ellos, he conseguido mantener mi identidad como persona perteneciente al ejército o participar en el desfile de las Fuerzas Armadas. Sin ellos, muchas cosas no habrían sido posible”, sostiene Pedraza.

Molinero es una prueba viviente de la entrega total y absoluta a la profesión de la que le han apartado. “Ya han pasado muchos años, pero añoro todavía el poder navegar y el espíritu de camaradería de una dotación”, relata el vicepresidente de Acime. A este hombre le hubiera gustado seguir prestando sus servicios en un destino de tierra y, de hecho, asegura que “podría haberlo hecho sin ningún tipo de duda”. Porque, reclama, “cualquier miembro de las Fuerzas Armadas y Cuerpos de Seguridad que sufra un accidente debe seguir perteneciendo a los mismos siempre que su discapacidad se lo permita. Encontrar un puesto acorde con la discapacidad que le ha sobrevenido a una persona sólo requiere”, insiste, “voluntad política”, pero también “ganas de buscar una solución”.

A consecuencia de su accidente, también Jean Pedraza descubrió un don dentro de sí mismo: “un afán de superación increíble”. De hecho, fue entonces cuando comenzó a compaginar su trabajo con la práctica de diversos deportes como kárate, atletismo, descenso de barrancos, ciclismo, esquí y montañismo. Esta última afición le impulsó incluso a realizar varias expediciones a diversos picos internacionales como el Aconcagua, el Cotopaxi, el Mont Blanc , Ararat , Kilimanjaro, y otros ya en España como el Teide, el Mulhacén o el Aneto. “Como atleta, también he participado en varias competiciones nacionales he ganado varias medallas”, se enorgullece Pedraza.

Para este hombre, la clave principal para conseguir las propias metas “es la constancia y la paciencia”. “Hay que buscar el método para hacer lo que te gusta y, a partir de ahí, tener perseverancia”, indica Pedraza. “También hay que tener en cuenta las limitaciones y si algo resulta imposible de hacer, hay que intentar otra cosa”, aconseja este deportista ciego.

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