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Etiquetas | Política | PSOE | PP
“Los valores no son simplemente palabras, los valores son por lo que vivimos. Son las causas por las que defendemos y por lo que lucha la gente” John Kerry

​Las derechas mantendrán la defensa estricta de sus valores

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Queramos o no, no vamos a tener otro remedio que enfrentarnos a una situación, por supuesto no deseada, pero que tal y como se han dado las cosas y como se han comportado los ciudadanos españoles en su pasada visita a las urnas, nos va a llevar a una situación en la que la conjunción del PSOE, del señor Pedro Sánchez y Podemos, del señor Pablo Iglesias, va a constituirse en una alianza para llegar a la investidura del primero, (en el supuesto de que consigan convencer a ERC para que se abstenga en la votación o vote a favor, algo que parece más complicado) y, al menos aparentemente, parecen dispuestos a un reparto de ministerios. Lo verdaderamente curioso del caso es que, por lo que se está rumoreando, parece que va a ser un gobierno bicéfalo en el que los ministerios que cada uno de los dos partidos confabulados, parece que va a mantener una plena autonomía en las decisiones que adopten en aquellas parcelas de poder que cada uno de ellos se haya reservado, sin que necesite consultar con el otro las medidas que decidan tomar el ámbito respectivo. En este sentido parece que la ministra en funciones, de Hacienda, señora Calviño, ya le ha pedido a Sánchez que quiere actuar con plena independencia sin tener que dar explicación alguna a Pablo Iglesias que, si bien junto a la Calvo, quedarían de vicepresidentes, no obstante parece que ambos quedarían subordinados a la señora Calviño en todo aquello relacionado con la economía del país.

Y, mientras tanto, estamos al albur de si, el señor Sánchez, dispone o no de los apoyos necesarios para ser investido. El protagonismo ahora se ha desplazado al partido del señor Junqueras que, desde la cárcel, se ha constituido en aquella persona, ahora le llamarían influencer que, pese a estar cumpliendo una condena por sus actuaciones delictivas en cuanto al referendo ilegal catalán, puede seguir moviendo los hilos de su partido, de modo que se produce la curiosa circunstancia de que el futuro nuevo gobierno de España dependa de su decisión. De hecho, no parece que la investidura este a la vuelta de la esquina ya que la consulta que parece que ha llevado a cabo ERC a sus afiliados, pidiéndoles opinión sobre la posibilidad de prestar apoyo al nuevo ejecutivo o si, para consentir en hacerlo, se les debería pedir contraprestaciones al Gobierno, tales como poner sobre la mesa el destino de los actuales presos que cumplen condena por los sucesos del 1.O del 2017, junto a una consulta a los catalanes sobre el destino que piden para Cataluña, fuera o dentro de España. Al respeto, no deja de ser significativa aquella encuesta que se ha celebrado en Cataluña, en la que ha quedado reflejado que ha descendido, de una manera notable, el número de ciudadanos que apoyan la independencia de España (un 42%) respeto a los que desean permanecer siendo españoles (un 48%).

Sin embargo, no podemos dejar de sentir una cierta inquietud respeto a la actitud del señor Casado con respecto al problema de la investidura de Pedro Sánchez y la posibilidad de que, para ser elegido, precise de un apoyo de los separatistas que, en alguna manera, supusiera una rectificación de la postura que oficialmente ha ido manteniendo el señor presidente en funciones, de no ceder a las peticiones absurdas de los soberanistas catalanes, en función de acceder en algunos aspectos si, con ello, se conseguía hacerse con el poder. Estamos de acuerdo que el darles alas a los separatistas; el ceder, aunque sólo fuera en una pequeña parte, a sus peticiones de más autonomía o simplemente, intentar conformarlos con aquello que, peligrosamente, ha vuelto a anunciar el señor Pablo Iglesias, un señor para el que la discreción no parece existir, cuando ha vuelto a sacar el tema de la “nación plurinacional”. Entiendo que dentro del PP existen distintas corrientes de opinión aunque, lo que ha sido evidente es que, alguna de ellas, ha conducido a la reprobación del señor Rajoy y al relativo fracaso de las últimas elecciones, en las que no se han conseguido recuperar a los votantes que hace años lo abandonaron, precisamente por considerar que el partido de Fraga no seguía las líneas que había marcado su fundador.

Sin embargo, sería bueno que el señor Pablo Casado no perdiera de vista que nuestras alianzas, nuestros apoyos y nuestros afanes como españoles y como ciudadanos, no están en conseguir ninguna clase de pactos con las izquierdas cuando sabemos perfectamente que, cualesquiera que fueran los pactos, grandes pactos de gobernabilidad del país, nunca tendríamos la certeza de que la entente Sánchez-Iglesias los fueran a cumplir cuando sus intereses les recomendaran adoptar otras decisiones, en sentido contrario. Sabemos perfectamente que el juego de las izquierdas está centrado en intentar enfrentar a los partidos representantes del centro y de la derecha españoles, sabiendo que si evitan que actúen juntos y coordinados, ellos se aseguran permanecer en el gobierno durante muchos años. Y, ante semejante tesitura, estimamos que sería preciso que, el señor Casado y sus asesores, tomaran en cuenta cuáles deberían ser nuestros presuntos aliados y cuáles no pueden serlo nunca. En muchas ocasiones nos hemos referido a la necesidad de mantenernos firmes en nuestras ideas, en nuestros valores y en todo cuanto nos una en lo que es fundamental, como es el rechazo frontal a todo el relativismo imperante, a la deshumanización de nuestra sociedad, a la tentación de volver a aquello de la II República que, desgraciadamente nos condujo a una Guerra Civil, al comunismo y al anarquismo que, en ciertos ámbitos de nuestra sociedad, parece que han vuelto a arraigar con el peligro que ello comporta para la convivencia y el buen entendimiento de todos los españoles algo que, hoy en día, parece estar amenazado debido es estas corrientes separatistas que vienen consiguiendo que, nuevamente, la sociedad española se divida en dos partes enfrentadas entre sí que se miran a cara de perro, con el peligro de que llegue un momento en que el odio se enseñoree de todos y surja la chispa que desate un nuevo enfrentamiento fratricida.


Entendemos como una grave equivocación dejarse arrastrar por aquellos interesados en frenar al partido VOX por ser, precisamente, un partido que constituye por sus ideas, valores y objetivos, a esta hegemonía que parece que pretenden conquistar las izquierdas que, últimamente, es evidente que están intentando resurgir de sus cenizas, si se tiene en cuenta los sucesos de Bolivia, o los de Chile en los que es evidente la intervención de agitadores profesionales empeñados en conducir a ambas naciones a una situación caótica que vuelva a darles ocasión, a los comunistas, de hacerse de nuevo con el poder. Es posible que la reprobación del aborto sea algo que les pone el vello de punta a todas estas feministas egoístas, desmadradas, insolentes y descastadas que desoyendo la llamada de la naturaleza no tienen inconveniente en asesinar, dentro de sus cuerpos, a los inocentes seres que han concebido; en muchas ocasiones por no tomar las precauciones precisas en un acto de plena inconsciencia; tampoco nos extraña que la homosexualidad o el lesbianismo, que a tantas personas afecta y que, en lugar de intentar que no se propagara, hoy en día, es una opción sexual a la que se alaba, se fomenta e incluso se prohíbe que, desde otras posturas religiosas o éticas, tales prácticas puedan ser denigradas como algo que va en contra de las leyes naturales. Sólo aquellos que desprecian el orden, que abjuran del sentimiento de patria, que se mueven solamente por instintos primarios o que prescinden de los derechos de los demás para imponer los suyos propios, pueden ser lo suficientemente intolerantes para sostener que VOX no tiene todo lo necesario para formar parte del arco parlamentario español. Una cosa capaz de llamar la atención si a partidos, como Bildu o ERC, o cualquiera de estos que abjuran de España para pedir su independencia, sin embargo, no se les ponen pegas, considerándolos como partidos constitucionalistas. Un absurdo detrás de otro.


Ciudadanos, un partido que se constituyó como único freno en Cataluña al separatismo galopante que la invadía, no ha sabido crecer y el gran error del señor Ribera no ha sido otro que, cuando se ha salido del ámbito local en el que su oposición al soberanismo local era suficiente para darle votos, al sobrepasar las fronteras de la autonomía catalana para hacerse grande e intentar comer el electorado al centro derecha o la derecha, sólo tuvo éxito cuando aprovechó los efectos del Gürtel para atraerse votantes del PP pero, en cuanto se ha renovado, ha dejado lastre y han surgido nuevos valores que lo han rejuvenecido aquellos que se habían ido, han vuelto porque no han encontrado en Ciudadanos más que un anti-catalanismo, sin que, aparte de ello, estuviera basado en una estructura moral, ética, económica, social que lo pudiera definir como un partido de ideas, algo que, sin duda, no se le puede atribuir a una formación que lo único que la caracterizaba era su obsesión, respetable evidentemente, contraria a cualquier tipo de corrupción; algo que convirtió en su única línea identificativa, una postura insostenible puesto que, la honradez y el cumplimiento estricto de las leyes de convivencias debería ser, por sí mismo, una cualidad innata y exigible a cualquier formación política por el mero hecho de serlo.


No obstante, últimamente, se ha producido un hecho que todavía no sabemos cuáles las consecuencias que, a medio o largo plazo van a tener para el PSOE. Hacía tiempo que no se veía al partido del señor Sánchez en una situación tan crítica. No es sólo que la Justicia haya dejado tocada gravemente su credibilidad como partido incorrupto, ejemplar y en condiciones de dar lecciones de moralidad al PP, con el que se ha estado ensañando durante años, sino que el famoso caso Gürtel, que tanto perjudicó al PP durante años, ha quedado como una simple anécdota, si lo comparamos con el gran fraude que ha tenido lugar en Andalucía, una comunidad que tradicionalmente y durante 40 años ha estado sometida al yugo del socialismo y cuyos gobernantes socialistas han conseguido despilfarrar la friolera de 680 millones de euros para llenarse sus bolsillos y los de su partido, el PSOE.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, seguimos manteniendo que, el PP al mando del señor Pablo Casado debe ser paciente, debe mantener por encima de todo el respeto de sus valores y la defensa de sus ideas de derecha moderada, y es evidente que, si nos empeñamos en volver a la línea pazguata, absurda y de suma tolerancia con la ilegalidad que estuvo manteniendo el gobierno del señor Rajoy durante la última etapa de su gobierno; es evidente que Casado y su equipo corren el peligro de que sus votantes vuelvan a abandonar el partido, para refugiarse en aquel otro que parece que está dispuesto a luchar, aunque fuere en minoría, a favor del respeto de la Ley, la equidad, la moral y los derechos individuales del ciudadano.

​Las derechas mantendrán la defensa estricta de sus valores

“Los valores no son simplemente palabras, los valores son por lo que vivimos. Son las causas por las que defendemos y por lo que lucha la gente” John Kerry
Miguel Massanet
sábado, 23 de noviembre de 2019, 11:07 h (CET)

Queramos o no, no vamos a tener otro remedio que enfrentarnos a una situación, por supuesto no deseada, pero que tal y como se han dado las cosas y como se han comportado los ciudadanos españoles en su pasada visita a las urnas, nos va a llevar a una situación en la que la conjunción del PSOE, del señor Pedro Sánchez y Podemos, del señor Pablo Iglesias, va a constituirse en una alianza para llegar a la investidura del primero, (en el supuesto de que consigan convencer a ERC para que se abstenga en la votación o vote a favor, algo que parece más complicado) y, al menos aparentemente, parecen dispuestos a un reparto de ministerios. Lo verdaderamente curioso del caso es que, por lo que se está rumoreando, parece que va a ser un gobierno bicéfalo en el que los ministerios que cada uno de los dos partidos confabulados, parece que va a mantener una plena autonomía en las decisiones que adopten en aquellas parcelas de poder que cada uno de ellos se haya reservado, sin que necesite consultar con el otro las medidas que decidan tomar el ámbito respectivo. En este sentido parece que la ministra en funciones, de Hacienda, señora Calviño, ya le ha pedido a Sánchez que quiere actuar con plena independencia sin tener que dar explicación alguna a Pablo Iglesias que, si bien junto a la Calvo, quedarían de vicepresidentes, no obstante parece que ambos quedarían subordinados a la señora Calviño en todo aquello relacionado con la economía del país.

Y, mientras tanto, estamos al albur de si, el señor Sánchez, dispone o no de los apoyos necesarios para ser investido. El protagonismo ahora se ha desplazado al partido del señor Junqueras que, desde la cárcel, se ha constituido en aquella persona, ahora le llamarían influencer que, pese a estar cumpliendo una condena por sus actuaciones delictivas en cuanto al referendo ilegal catalán, puede seguir moviendo los hilos de su partido, de modo que se produce la curiosa circunstancia de que el futuro nuevo gobierno de España dependa de su decisión. De hecho, no parece que la investidura este a la vuelta de la esquina ya que la consulta que parece que ha llevado a cabo ERC a sus afiliados, pidiéndoles opinión sobre la posibilidad de prestar apoyo al nuevo ejecutivo o si, para consentir en hacerlo, se les debería pedir contraprestaciones al Gobierno, tales como poner sobre la mesa el destino de los actuales presos que cumplen condena por los sucesos del 1.O del 2017, junto a una consulta a los catalanes sobre el destino que piden para Cataluña, fuera o dentro de España. Al respeto, no deja de ser significativa aquella encuesta que se ha celebrado en Cataluña, en la que ha quedado reflejado que ha descendido, de una manera notable, el número de ciudadanos que apoyan la independencia de España (un 42%) respeto a los que desean permanecer siendo españoles (un 48%).

Sin embargo, no podemos dejar de sentir una cierta inquietud respeto a la actitud del señor Casado con respecto al problema de la investidura de Pedro Sánchez y la posibilidad de que, para ser elegido, precise de un apoyo de los separatistas que, en alguna manera, supusiera una rectificación de la postura que oficialmente ha ido manteniendo el señor presidente en funciones, de no ceder a las peticiones absurdas de los soberanistas catalanes, en función de acceder en algunos aspectos si, con ello, se conseguía hacerse con el poder. Estamos de acuerdo que el darles alas a los separatistas; el ceder, aunque sólo fuera en una pequeña parte, a sus peticiones de más autonomía o simplemente, intentar conformarlos con aquello que, peligrosamente, ha vuelto a anunciar el señor Pablo Iglesias, un señor para el que la discreción no parece existir, cuando ha vuelto a sacar el tema de la “nación plurinacional”. Entiendo que dentro del PP existen distintas corrientes de opinión aunque, lo que ha sido evidente es que, alguna de ellas, ha conducido a la reprobación del señor Rajoy y al relativo fracaso de las últimas elecciones, en las que no se han conseguido recuperar a los votantes que hace años lo abandonaron, precisamente por considerar que el partido de Fraga no seguía las líneas que había marcado su fundador.

Sin embargo, sería bueno que el señor Pablo Casado no perdiera de vista que nuestras alianzas, nuestros apoyos y nuestros afanes como españoles y como ciudadanos, no están en conseguir ninguna clase de pactos con las izquierdas cuando sabemos perfectamente que, cualesquiera que fueran los pactos, grandes pactos de gobernabilidad del país, nunca tendríamos la certeza de que la entente Sánchez-Iglesias los fueran a cumplir cuando sus intereses les recomendaran adoptar otras decisiones, en sentido contrario. Sabemos perfectamente que el juego de las izquierdas está centrado en intentar enfrentar a los partidos representantes del centro y de la derecha españoles, sabiendo que si evitan que actúen juntos y coordinados, ellos se aseguran permanecer en el gobierno durante muchos años. Y, ante semejante tesitura, estimamos que sería preciso que, el señor Casado y sus asesores, tomaran en cuenta cuáles deberían ser nuestros presuntos aliados y cuáles no pueden serlo nunca. En muchas ocasiones nos hemos referido a la necesidad de mantenernos firmes en nuestras ideas, en nuestros valores y en todo cuanto nos una en lo que es fundamental, como es el rechazo frontal a todo el relativismo imperante, a la deshumanización de nuestra sociedad, a la tentación de volver a aquello de la II República que, desgraciadamente nos condujo a una Guerra Civil, al comunismo y al anarquismo que, en ciertos ámbitos de nuestra sociedad, parece que han vuelto a arraigar con el peligro que ello comporta para la convivencia y el buen entendimiento de todos los españoles algo que, hoy en día, parece estar amenazado debido es estas corrientes separatistas que vienen consiguiendo que, nuevamente, la sociedad española se divida en dos partes enfrentadas entre sí que se miran a cara de perro, con el peligro de que llegue un momento en que el odio se enseñoree de todos y surja la chispa que desate un nuevo enfrentamiento fratricida.


Entendemos como una grave equivocación dejarse arrastrar por aquellos interesados en frenar al partido VOX por ser, precisamente, un partido que constituye por sus ideas, valores y objetivos, a esta hegemonía que parece que pretenden conquistar las izquierdas que, últimamente, es evidente que están intentando resurgir de sus cenizas, si se tiene en cuenta los sucesos de Bolivia, o los de Chile en los que es evidente la intervención de agitadores profesionales empeñados en conducir a ambas naciones a una situación caótica que vuelva a darles ocasión, a los comunistas, de hacerse de nuevo con el poder. Es posible que la reprobación del aborto sea algo que les pone el vello de punta a todas estas feministas egoístas, desmadradas, insolentes y descastadas que desoyendo la llamada de la naturaleza no tienen inconveniente en asesinar, dentro de sus cuerpos, a los inocentes seres que han concebido; en muchas ocasiones por no tomar las precauciones precisas en un acto de plena inconsciencia; tampoco nos extraña que la homosexualidad o el lesbianismo, que a tantas personas afecta y que, en lugar de intentar que no se propagara, hoy en día, es una opción sexual a la que se alaba, se fomenta e incluso se prohíbe que, desde otras posturas religiosas o éticas, tales prácticas puedan ser denigradas como algo que va en contra de las leyes naturales. Sólo aquellos que desprecian el orden, que abjuran del sentimiento de patria, que se mueven solamente por instintos primarios o que prescinden de los derechos de los demás para imponer los suyos propios, pueden ser lo suficientemente intolerantes para sostener que VOX no tiene todo lo necesario para formar parte del arco parlamentario español. Una cosa capaz de llamar la atención si a partidos, como Bildu o ERC, o cualquiera de estos que abjuran de España para pedir su independencia, sin embargo, no se les ponen pegas, considerándolos como partidos constitucionalistas. Un absurdo detrás de otro.


Ciudadanos, un partido que se constituyó como único freno en Cataluña al separatismo galopante que la invadía, no ha sabido crecer y el gran error del señor Ribera no ha sido otro que, cuando se ha salido del ámbito local en el que su oposición al soberanismo local era suficiente para darle votos, al sobrepasar las fronteras de la autonomía catalana para hacerse grande e intentar comer el electorado al centro derecha o la derecha, sólo tuvo éxito cuando aprovechó los efectos del Gürtel para atraerse votantes del PP pero, en cuanto se ha renovado, ha dejado lastre y han surgido nuevos valores que lo han rejuvenecido aquellos que se habían ido, han vuelto porque no han encontrado en Ciudadanos más que un anti-catalanismo, sin que, aparte de ello, estuviera basado en una estructura moral, ética, económica, social que lo pudiera definir como un partido de ideas, algo que, sin duda, no se le puede atribuir a una formación que lo único que la caracterizaba era su obsesión, respetable evidentemente, contraria a cualquier tipo de corrupción; algo que convirtió en su única línea identificativa, una postura insostenible puesto que, la honradez y el cumplimiento estricto de las leyes de convivencias debería ser, por sí mismo, una cualidad innata y exigible a cualquier formación política por el mero hecho de serlo.


No obstante, últimamente, se ha producido un hecho que todavía no sabemos cuáles las consecuencias que, a medio o largo plazo van a tener para el PSOE. Hacía tiempo que no se veía al partido del señor Sánchez en una situación tan crítica. No es sólo que la Justicia haya dejado tocada gravemente su credibilidad como partido incorrupto, ejemplar y en condiciones de dar lecciones de moralidad al PP, con el que se ha estado ensañando durante años, sino que el famoso caso Gürtel, que tanto perjudicó al PP durante años, ha quedado como una simple anécdota, si lo comparamos con el gran fraude que ha tenido lugar en Andalucía, una comunidad que tradicionalmente y durante 40 años ha estado sometida al yugo del socialismo y cuyos gobernantes socialistas han conseguido despilfarrar la friolera de 680 millones de euros para llenarse sus bolsillos y los de su partido, el PSOE.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, seguimos manteniendo que, el PP al mando del señor Pablo Casado debe ser paciente, debe mantener por encima de todo el respeto de sus valores y la defensa de sus ideas de derecha moderada, y es evidente que, si nos empeñamos en volver a la línea pazguata, absurda y de suma tolerancia con la ilegalidad que estuvo manteniendo el gobierno del señor Rajoy durante la última etapa de su gobierno; es evidente que Casado y su equipo corren el peligro de que sus votantes vuelvan a abandonar el partido, para refugiarse en aquel otro que parece que está dispuesto a luchar, aunque fuere en minoría, a favor del respeto de la Ley, la equidad, la moral y los derechos individuales del ciudadano.

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