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EL faro del Cabo Mayor

Pepe López
Redacción
sábado, 2 de septiembre de 2006, 03:44 h (CET)
Cerrando la bahía de Santander por su parte occidental se encuentra el cabo Mayor, testigo durante la dominación roja en Cantabria de un sin fin de horrendos crímenes cometidos por aquellos forajidos que se proclamaban leales al Gobierno de la República.

En memoria de aquellos centenares de víctimas allí sacrificadas, se levantó un monumento para recordar a los que murieron por Dios y por la Patria.

Quienes han inventado eso de la “Memoria histórica” no quieren que se puedan recordar sus crímenes y han desmantelado el monumento.

Conviene recordar lo que allí sucedió para no olvidar tanto salvajismo: Desde el 18 de Julio de 1936 el buque mercante “Alfonso Pérez” sirvió, en los muelles de Santander, de prisión a un sin número de sacerdotes, religiosos, militares y simples católicos que, en parte, fueron asesinados en el cabo Mayor y en su mayoría en el mismo buque, bien ametrallados en la cubierta o bien arrojándoles bombas de mano a las bodegas en que se encontraban hacinados.

Tales crímenes, cuyos relatos constan en muchos libros, se los oí contar a un amigo que, encontrándose en una de las bodegas, salvó milagrosamente la vida bajo un montón de muertos y agonizantes.

Los asesinados en el faro del cabo Mayor no tuvieron una muerte menos cruenta: El faro se alza sobre un enorme farallón de unos cuarenta metros de altura que cae a pico sobre las aguas y al que sirven de base agudos peñascos barridos continuamente por las bravías aguas del Cantábrico..

Desde lo alto eran arrojadas las pobres víctimas que caían sobre las erizadas rocas y eran arrastradas por las olas. Luis Araquistain en “Por los caminos de la guerra” y Concha Espina en “Retaguardia” cuentan los horribles asesinatos.

Dice Araquistain: “Quien se asome a la baranda del faro, si es cristiano, hará que suba a sus labios una oración como encendido holocausto a los pobres mártires asesinados en el faro del cabo Mayor por la barbarie roja”

En el libro “Historia de la persecución religiosa en España”,del Obispo emérito de Badajoz, Don Antonio Montero, se narra la muerte de ¡diecisiete! trapenses del Monasterio de Viaceli en Cóbreces (Santander) Los diecisiete fueron maltratados y escarnecidos brutalmente y llevados al faro del cabo Mayor y, con las manos atadas a la espalda, fueron arrojados vivos al precipicio..

Unos días después el mar devolvió a la costa los cadáveres de quince de ellos. Varios de ellos aún conservaban las ligaduras de las manos a la espalda y los labios cosidos con alambre.

A la vista de todo esto, es lógico que los sucesores de aquellos criminales, defensores del Gobierno “legítimo” de una República “democrática” hayan desmantelado el monumento.

Lo que no impedirá que los santanderinos suban al faro a rendir el homenaje acostumbrado a las víctimas.

Esta es “Otra Memoria Histórica que no se debe olvidar.

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