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Nos vendría bien un poco de esperanza, la que podamos sonsacar de este Domingo de Ramos

Y sin embargo

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En el Domingo de Ramos, algo subyace entre las diferentes apreciaciones personales, las numerosas discordancias son también cambiantes con el tiempo. La SECULARIZACIÓN allanó el camino frente a los mensajes y significados de antaño. Ceñidos a los llamados aspectos prácticos, son frecuentes las actitudes indiferentes o despectivas ante los rasgos religiosos. Con mayor o menor grado de cinismo, oscilan desde la aparente neutralidad a una oposición implacable a cualquier manifestación religiosa. También podemos preguntarnos por la sinceridad y coherencia de las creencias proclamadas. Sacudidos por las tensiones ambientales, huiremos de dichas consideraciones o las viviremos de cerca.

Es curioso el contraste, cuando tanto se habla de globalidad. O no entiendo nada, o el marco general de las actuaciones pretende la justificación de los planteamientos por la enérgica presión de un conjunto indefinido; chocando de frente con los rasgos HETEROGÉNEOS de los sufridores, protagonistas de insatisfacciones, injusticias y dramas. La protección jurídica difiere de manera escandalosa según los afectados. El paro contrasta con las acaparaciones dinerarias de carácter legal.

¿Citamos el reparto de alimentos en los amplios horizontes de las hambrunas o los negocios que no las tienen en cuenta? Tampoco la asistencia sanitaria y la prevención de las enfermedades tiende al equilibrio. La balanza de las víctimas está siempre con la misma inclinación. Ni en esto, ni en las operaciones militares, todavía presentes y explotadas por algunos, vislumbramos tratos de igualdad. Es decir, nivelamos de boquilla, lo que no presenta tendencias encomiables.

Una de las paradojas reflejada en las tristezas de la realidad moderna, presenta una versión de los individuos como entes liberados de gran cantidad de sujeciones teóricas; cada uno hace lo que quiere, si sólo escuchamos esas voces. Mientras, quedamos atrapados en unas servidumbres férreas, aunque encubiertas con engaños relucientes. Así, directrices económicas insalvables y de procedencia oscura. Dictaduras de los poderosos grupos bancarios, políticos, mediáticos, de mayorías democráticas o del relativismo cultural impuesto, que liquidan criterios con mejores elaboraciones. Una suerte de PLURALISMO CONDENSADO en unos cuantos sujetos, engañoso y necio, por que impide la presencia activa de los agentes esenciales para una sociedad que se precie. Hablo de las personas participantes, sin renuncias forzadas o abdicaciones de su condición como tales.

Arrastramos un grave problema, viejo y agresivo; no es otro que la presencia del mal en cada rincón de las actividades humanas. Sus mil caras amedrentan. Constituyen un firme argumento utilizado contra la bondad divina y es echado en cara a las mentalidades religiosas. ¿Será el “eclipse” de Dios? Las palabras han sido deterioradas hasta extremos insospechados por el mal uso de sus significados; resultan inservibles para las definiciones precisas y las discusiones subsiguientes. Aunque ahora presumamos de la suficiencia del hombre, de su independencia con respecto a las cuestiones religiosas, el misterio radical y las múltiples penurias acarreadas, ejercen de poderoso acicate, para no acomodarnos; al menos, habremos de pensar en soluciones de mayor alcance. La razón no debiera de organizar impedimentos para los proyectos superadores.

Las etiquetas y la palabrería dicen muy poco; en la mayor parte de las ocasiones originan equívocos o errores preocupantes. Aunque lo sabemos de sobra, precisamente por eso, resulta menos aceptable la CREDULIDAD con que nos acercamos a las realidades circundantes; henchidas como están de dichos etiquetados, mentiras, medias verdades y argumentaciones falseadas por la demagogia. Apenas filtramos las componendas propagadas a diario, la dejadez impone sus reales, con el consiguiente revoltijo generado por toda clase de frivolidades y malversaciones. Permanecemos alienados, debido a ese alejamiento consentido y no pocas veces aplaudido, hemos sido cómplices de la maniobra; hemos pasado muy de puntillas sobre las posibles consecuencias derivadas de semejante desinterés.

En las relaciones cotidianas, servidas por la confusión ambiental referida, transitamos por una serie de RUTAS pintorescas, no siempre encaminadas a los proyectos espléndidos y con frecuencia abocadas a finales desastrosos. El absurdo, sin rumbos elaborados, no es una opción minoritaria. Abundan también las rutas de la pantomima, recorridas a pesar de sus bien visibles falsedades; ejercen como auténticos ídolos encumbrados por la ligereza de quienes avanzan por ellas.

¡Cuántas instituciones, partidos políticos, ideologías o costumbres adoptadas, serían susceptibles de estos calificativos! Adoptan nombres concretos y variados, entre los que reconocemos la divergencia notable desde las apariencias a sus fundamentos. Entra dentro de la lógica, por dignidad personal, mientras quede, que tratemos de ELEVARNOS para eludir las torpezas del momento. ¿Lo llamaremos actitud religiosa? ¿Confiaremos en la liberación a través de la fe en determinadas creencias?

Los comportamientos desmantelan muchos criterios previos. Por numerosas que sean las proclamaciones de actitudes religiosas o creencias concretas, no evitamos los usos impropios e incluso, completamente contrarios a la declaración inicial. La RETÓRICA puede ser encubridora, pero la ruta elegida tras el razonamiento personal, será buena o mala, aparte de los lenguajes empleados en su descripción.

La evidencia observada y lamentada en los más recientes casos de corrupción, en los trajines políticos o en la escasa reacción por parte de los grupos sociales, nos inducen al reconcomio y al anhelo de una rebeldía consecuente con la insatisfacción actual. Bien sea, apegados a las determinaciones exclusivamente pragmáticas, sin mayores reflexiones; o, abiertos a la ESPERANZA depositada en perspectivas de mayor calado, “como si” Dios existiera. Con los esfuerzos personales dirigidos a esa meta razonada a la que no queremos renunciar.

Como resulta notorio, los manantiales de ideas luminosas y las soluciones mágicas no existen; por eso, y por la impericia propia de seres menesterosos como nosotros, navegamos entre tempestades y a punto de zozobrar en cualquier momento. Ni tan siquiera los indicadores son concluyentes. No apreciamos los horizontes donde tengamos disponibles unos remedios oportunos; cómo vamos a detectarlos, si miramos por encima cualquier indicio al respecto.

Las frustraciones proliferan. El drama humano es incesante. Son patentes las limitaciones para recomponer la situación, con los reiterados errores y las hipocresías con las que nos manifestamos. Tratamos con un conjunto peliagudo, por lo que no podrá extrañarnos el entusiasmo por el mensaje de Jesús, centrado ahora en el Domingo de Ramos. En efecto, no podemos hacer nada resolutivo, reconocemos errores  e insuficiencias, pero con la esperanza decimos: Y sin embargo…

Y sin embargo

Nos vendría bien un poco de esperanza, la que podamos sonsacar de este Domingo de Ramos
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 22 de marzo de 2013, 08:56 h (CET)
En el Domingo de Ramos, algo subyace entre las diferentes apreciaciones personales, las numerosas discordancias son también cambiantes con el tiempo. La SECULARIZACIÓN allanó el camino frente a los mensajes y significados de antaño. Ceñidos a los llamados aspectos prácticos, son frecuentes las actitudes indiferentes o despectivas ante los rasgos religiosos. Con mayor o menor grado de cinismo, oscilan desde la aparente neutralidad a una oposición implacable a cualquier manifestación religiosa. También podemos preguntarnos por la sinceridad y coherencia de las creencias proclamadas. Sacudidos por las tensiones ambientales, huiremos de dichas consideraciones o las viviremos de cerca.

Es curioso el contraste, cuando tanto se habla de globalidad. O no entiendo nada, o el marco general de las actuaciones pretende la justificación de los planteamientos por la enérgica presión de un conjunto indefinido; chocando de frente con los rasgos HETEROGÉNEOS de los sufridores, protagonistas de insatisfacciones, injusticias y dramas. La protección jurídica difiere de manera escandalosa según los afectados. El paro contrasta con las acaparaciones dinerarias de carácter legal.

¿Citamos el reparto de alimentos en los amplios horizontes de las hambrunas o los negocios que no las tienen en cuenta? Tampoco la asistencia sanitaria y la prevención de las enfermedades tiende al equilibrio. La balanza de las víctimas está siempre con la misma inclinación. Ni en esto, ni en las operaciones militares, todavía presentes y explotadas por algunos, vislumbramos tratos de igualdad. Es decir, nivelamos de boquilla, lo que no presenta tendencias encomiables.

Una de las paradojas reflejada en las tristezas de la realidad moderna, presenta una versión de los individuos como entes liberados de gran cantidad de sujeciones teóricas; cada uno hace lo que quiere, si sólo escuchamos esas voces. Mientras, quedamos atrapados en unas servidumbres férreas, aunque encubiertas con engaños relucientes. Así, directrices económicas insalvables y de procedencia oscura. Dictaduras de los poderosos grupos bancarios, políticos, mediáticos, de mayorías democráticas o del relativismo cultural impuesto, que liquidan criterios con mejores elaboraciones. Una suerte de PLURALISMO CONDENSADO en unos cuantos sujetos, engañoso y necio, por que impide la presencia activa de los agentes esenciales para una sociedad que se precie. Hablo de las personas participantes, sin renuncias forzadas o abdicaciones de su condición como tales.

Arrastramos un grave problema, viejo y agresivo; no es otro que la presencia del mal en cada rincón de las actividades humanas. Sus mil caras amedrentan. Constituyen un firme argumento utilizado contra la bondad divina y es echado en cara a las mentalidades religiosas. ¿Será el “eclipse” de Dios? Las palabras han sido deterioradas hasta extremos insospechados por el mal uso de sus significados; resultan inservibles para las definiciones precisas y las discusiones subsiguientes. Aunque ahora presumamos de la suficiencia del hombre, de su independencia con respecto a las cuestiones religiosas, el misterio radical y las múltiples penurias acarreadas, ejercen de poderoso acicate, para no acomodarnos; al menos, habremos de pensar en soluciones de mayor alcance. La razón no debiera de organizar impedimentos para los proyectos superadores.

Las etiquetas y la palabrería dicen muy poco; en la mayor parte de las ocasiones originan equívocos o errores preocupantes. Aunque lo sabemos de sobra, precisamente por eso, resulta menos aceptable la CREDULIDAD con que nos acercamos a las realidades circundantes; henchidas como están de dichos etiquetados, mentiras, medias verdades y argumentaciones falseadas por la demagogia. Apenas filtramos las componendas propagadas a diario, la dejadez impone sus reales, con el consiguiente revoltijo generado por toda clase de frivolidades y malversaciones. Permanecemos alienados, debido a ese alejamiento consentido y no pocas veces aplaudido, hemos sido cómplices de la maniobra; hemos pasado muy de puntillas sobre las posibles consecuencias derivadas de semejante desinterés.

En las relaciones cotidianas, servidas por la confusión ambiental referida, transitamos por una serie de RUTAS pintorescas, no siempre encaminadas a los proyectos espléndidos y con frecuencia abocadas a finales desastrosos. El absurdo, sin rumbos elaborados, no es una opción minoritaria. Abundan también las rutas de la pantomima, recorridas a pesar de sus bien visibles falsedades; ejercen como auténticos ídolos encumbrados por la ligereza de quienes avanzan por ellas.

¡Cuántas instituciones, partidos políticos, ideologías o costumbres adoptadas, serían susceptibles de estos calificativos! Adoptan nombres concretos y variados, entre los que reconocemos la divergencia notable desde las apariencias a sus fundamentos. Entra dentro de la lógica, por dignidad personal, mientras quede, que tratemos de ELEVARNOS para eludir las torpezas del momento. ¿Lo llamaremos actitud religiosa? ¿Confiaremos en la liberación a través de la fe en determinadas creencias?

Los comportamientos desmantelan muchos criterios previos. Por numerosas que sean las proclamaciones de actitudes religiosas o creencias concretas, no evitamos los usos impropios e incluso, completamente contrarios a la declaración inicial. La RETÓRICA puede ser encubridora, pero la ruta elegida tras el razonamiento personal, será buena o mala, aparte de los lenguajes empleados en su descripción.

La evidencia observada y lamentada en los más recientes casos de corrupción, en los trajines políticos o en la escasa reacción por parte de los grupos sociales, nos inducen al reconcomio y al anhelo de una rebeldía consecuente con la insatisfacción actual. Bien sea, apegados a las determinaciones exclusivamente pragmáticas, sin mayores reflexiones; o, abiertos a la ESPERANZA depositada en perspectivas de mayor calado, “como si” Dios existiera. Con los esfuerzos personales dirigidos a esa meta razonada a la que no queremos renunciar.

Como resulta notorio, los manantiales de ideas luminosas y las soluciones mágicas no existen; por eso, y por la impericia propia de seres menesterosos como nosotros, navegamos entre tempestades y a punto de zozobrar en cualquier momento. Ni tan siquiera los indicadores son concluyentes. No apreciamos los horizontes donde tengamos disponibles unos remedios oportunos; cómo vamos a detectarlos, si miramos por encima cualquier indicio al respecto.

Las frustraciones proliferan. El drama humano es incesante. Son patentes las limitaciones para recomponer la situación, con los reiterados errores y las hipocresías con las que nos manifestamos. Tratamos con un conjunto peliagudo, por lo que no podrá extrañarnos el entusiasmo por el mensaje de Jesús, centrado ahora en el Domingo de Ramos. En efecto, no podemos hacer nada resolutivo, reconocemos errores  e insuficiencias, pero con la esperanza decimos: Y sin embargo…

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