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El tardío golazo de Benzema fue contrarrestado de manera inmediata por otro de Sergi Guardiola en un grisáceo estreno doméstico en el Santiago Bernabéu, escenario testigo de los regresos de Bale y James.

El Real Madrid patina con el Valladolid (1-1)

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Fotonoticia 20190824211039 640


Bale y James. James y Bale. Ambos eran los protagonistas sin echar a rodarse el esférico. El galés (abucheado hace unos meses) y el colombiano (826 días sin vestir de blanco) retornaban de titulares al Bernabéu. Al mismo estreno de la temporada del Real Madrid en casa. Consecuencias del mercado y de una sanción a Modric. El galés se aposentó en los terrenos de banda derecha mientras que el colombiano ocupaba una zona más centrada. Ni uno ni otro tuvieron un recibimiento destacable; más bien se trató de un tibio saludo de reencuentro. El Santiago Bernabéu exige acciones antes de ganarse esos aplausos con sabor a triunfo. Ambos lo saben y ambos entendieron cuál era el camino. Ambos fueron de lo más destacado de una primera parte de absoluto gobierno blanco. Eso sí, carente de acierto sobre la portería.

De menos a más. El Real Madrid fue incrementando sus prestaciones con el transcurrir de los minutos. Como administrando energías. Si se tratase de medir voluntades y ocasiones, el Real Madrid debió irse al descanso con una renta a su favor. No sucedió. Faltó ese golpe definitivo e impulsar una mayor velocidad al balón. Esto último sólo sucedió en contadas ocasiones. El Valladolid, en consecuencia, apenas notó sobresaltos. Se mostró cómodo y ordenado (táctica que incomoda mucho a este Real Madrid) en defensa a la búsqueda de ese contragolpe que nunca emergió. Bajo este panorama, y hasta doblado el ecuador del primer acto, Bale y James buscaron su reconciliación. Y sentaron las bases. Se llevaron unos reconocidos aplausos. La segunda oportunidad.

Espejismo de buen fútbol
El galés mostró sus habilidades de velocidad, característica principal que no evidenciaba desde hacía meses. Bale parece concienciado en ganarse el respeto futbolístico. La primera ocasión del Real Madrid (minuto 12) tuvo su nombre. Su golpe suave, directo al hoyo, no encontró el resultado esperado. Después, éste colaboró con Carvajal en un remate de Benzema y finalizó con un disparo alto tras una arrancada a pierna cambiada. Bale parecía ser Bale (a falta de ajustes del actual momento del curso). Y James se fue animando. Empezó a triangular con Isco, con Bale y con Kooss como si el tiempo no se hubiera detenido. Se notaba su voluntad. Lanzó alta una falta y un remate suyo estuvo cerca de convertirse en gol.

Ambos lo hubieran merecido. Y ambos encendieron la mecha del Real Madrid. Entre el minuto 30 y el 40 se vivieron los mejores momentos de fútbol: toque rápido, agresivos, ofensivos y ocasiones en cascada. Benzema estuvo cerca en dos ocasiones, pero Masip respondió con acierto. Como también hizo a otro remate de cabeza de Bale. El descanso ayudó al Valladolid, que lo abrazó tan ágilmente como los jugadores recurrieron al agua a consecuencia del intenso calor. Otro tema candente de La Liga: jugar en agosto a las siete de la tarde. Cosas del negocio.

Penalizados por la lentitud
Como son cosas de este Real Madrid. Nada de acelerarse (y lo requería el encuentro), sino mantenerse en su hoja de ruta: posesión, movimientos previsibles de balón y disparos sin mucha pólvora. El Valladolid, con la excepción del tramo anterior al descanso, se gustaba en su posición de defensiva, basculando en función del balón. La muralla estaba resultando. Ni una simple piedra se cayó a los disparos de Benzema y Bale. Lo más destacable, quince minutos después, era la sentida ovación cerrada que se llevó James al ser reemplazado por Vinicius.

Zidane, al menos, conocía el problema: falta de velocidad y un rematador con acierto. El mencionado Vinicius y Jovic entraron en escena. El primero, siempre que tuvo ocasión, imprimió su peculiar, y destartalada, velocidad al balón; Jovic, en su primera acción, se chocó con el larguero. El centro, cómo no, del omnipresente Bale. Dos cambios que no acabaron por revolucionar al Real Madrid. Y el tiempo acuciaba en el estreno doméstico. Lo peor, además, estaba en que esas acciones ofensivas se generaban con cuentagotas. Había una mezcla de nerviosismo y desfallecimiento.

La cuenta atrás se había puesto en marcha. Entonces apareció Benzema. El francés embocó un golazo desde fuera del área. Imparable. El Bernabéu soltó sus tensiones y lo celebró con esas ganas que emergen con cada comienzo de curso. Era un tanto tan tardío como justo a lo visto sobre el campo. Pero el fútbol no entiende de sentimientos ni justicias poéticas. Es un deporte abierto a sorpresas. El Valladolid se despojó de sus ataduras, al tenerlo todo perdido, y no sólo empató el encuentro (seis minutos después) sino que destapó que este Real Madrid aún tiene trabajo defensivo en el que mejorar. Curiosidades del destino, el tanto lo marcó Sergi Guardiola. Nunca sabremos qué hubiera sucedido si el Valladolid se hubiera mostrado más ofensivo o si el árbitro no hubiera sido tan condescendiente con las perdidas de tiempo. Y, por supuesto, qué resultado habría mostrado el marcador si el Real Madrid hubiera jugado a más velocidad.

El Real Madrid patina con el Valladolid (1-1)

El tardío golazo de Benzema fue contrarrestado de manera inmediata por otro de Sergi Guardiola en un grisáceo estreno doméstico en el Santiago Bernabéu, escenario testigo de los regresos de Bale y James.
Rafael Merino
sábado, 24 de agosto de 2019, 21:00 h (CET)

Fotonoticia 20190824211039 640


Bale y James. James y Bale. Ambos eran los protagonistas sin echar a rodarse el esférico. El galés (abucheado hace unos meses) y el colombiano (826 días sin vestir de blanco) retornaban de titulares al Bernabéu. Al mismo estreno de la temporada del Real Madrid en casa. Consecuencias del mercado y de una sanción a Modric. El galés se aposentó en los terrenos de banda derecha mientras que el colombiano ocupaba una zona más centrada. Ni uno ni otro tuvieron un recibimiento destacable; más bien se trató de un tibio saludo de reencuentro. El Santiago Bernabéu exige acciones antes de ganarse esos aplausos con sabor a triunfo. Ambos lo saben y ambos entendieron cuál era el camino. Ambos fueron de lo más destacado de una primera parte de absoluto gobierno blanco. Eso sí, carente de acierto sobre la portería.

De menos a más. El Real Madrid fue incrementando sus prestaciones con el transcurrir de los minutos. Como administrando energías. Si se tratase de medir voluntades y ocasiones, el Real Madrid debió irse al descanso con una renta a su favor. No sucedió. Faltó ese golpe definitivo e impulsar una mayor velocidad al balón. Esto último sólo sucedió en contadas ocasiones. El Valladolid, en consecuencia, apenas notó sobresaltos. Se mostró cómodo y ordenado (táctica que incomoda mucho a este Real Madrid) en defensa a la búsqueda de ese contragolpe que nunca emergió. Bajo este panorama, y hasta doblado el ecuador del primer acto, Bale y James buscaron su reconciliación. Y sentaron las bases. Se llevaron unos reconocidos aplausos. La segunda oportunidad.

Espejismo de buen fútbol
El galés mostró sus habilidades de velocidad, característica principal que no evidenciaba desde hacía meses. Bale parece concienciado en ganarse el respeto futbolístico. La primera ocasión del Real Madrid (minuto 12) tuvo su nombre. Su golpe suave, directo al hoyo, no encontró el resultado esperado. Después, éste colaboró con Carvajal en un remate de Benzema y finalizó con un disparo alto tras una arrancada a pierna cambiada. Bale parecía ser Bale (a falta de ajustes del actual momento del curso). Y James se fue animando. Empezó a triangular con Isco, con Bale y con Kooss como si el tiempo no se hubiera detenido. Se notaba su voluntad. Lanzó alta una falta y un remate suyo estuvo cerca de convertirse en gol.

Ambos lo hubieran merecido. Y ambos encendieron la mecha del Real Madrid. Entre el minuto 30 y el 40 se vivieron los mejores momentos de fútbol: toque rápido, agresivos, ofensivos y ocasiones en cascada. Benzema estuvo cerca en dos ocasiones, pero Masip respondió con acierto. Como también hizo a otro remate de cabeza de Bale. El descanso ayudó al Valladolid, que lo abrazó tan ágilmente como los jugadores recurrieron al agua a consecuencia del intenso calor. Otro tema candente de La Liga: jugar en agosto a las siete de la tarde. Cosas del negocio.

Penalizados por la lentitud
Como son cosas de este Real Madrid. Nada de acelerarse (y lo requería el encuentro), sino mantenerse en su hoja de ruta: posesión, movimientos previsibles de balón y disparos sin mucha pólvora. El Valladolid, con la excepción del tramo anterior al descanso, se gustaba en su posición de defensiva, basculando en función del balón. La muralla estaba resultando. Ni una simple piedra se cayó a los disparos de Benzema y Bale. Lo más destacable, quince minutos después, era la sentida ovación cerrada que se llevó James al ser reemplazado por Vinicius.

Zidane, al menos, conocía el problema: falta de velocidad y un rematador con acierto. El mencionado Vinicius y Jovic entraron en escena. El primero, siempre que tuvo ocasión, imprimió su peculiar, y destartalada, velocidad al balón; Jovic, en su primera acción, se chocó con el larguero. El centro, cómo no, del omnipresente Bale. Dos cambios que no acabaron por revolucionar al Real Madrid. Y el tiempo acuciaba en el estreno doméstico. Lo peor, además, estaba en que esas acciones ofensivas se generaban con cuentagotas. Había una mezcla de nerviosismo y desfallecimiento.

La cuenta atrás se había puesto en marcha. Entonces apareció Benzema. El francés embocó un golazo desde fuera del área. Imparable. El Bernabéu soltó sus tensiones y lo celebró con esas ganas que emergen con cada comienzo de curso. Era un tanto tan tardío como justo a lo visto sobre el campo. Pero el fútbol no entiende de sentimientos ni justicias poéticas. Es un deporte abierto a sorpresas. El Valladolid se despojó de sus ataduras, al tenerlo todo perdido, y no sólo empató el encuentro (seis minutos después) sino que destapó que este Real Madrid aún tiene trabajo defensivo en el que mejorar. Curiosidades del destino, el tanto lo marcó Sergi Guardiola. Nunca sabremos qué hubiera sucedido si el Valladolid se hubiera mostrado más ofensivo o si el árbitro no hubiera sido tan condescendiente con las perdidas de tiempo. Y, por supuesto, qué resultado habría mostrado el marcador si el Real Madrid hubiera jugado a más velocidad.

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