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Opinión
Etiquetas | Política | Brexit | Reino Unido
En el primer debate entre el nuevo primer ministro Boris Johnson y el Líder de la Oposición Jeremy Corbyn se ha evidenciado un sustancial viraje en la política británica

Giros de tories y laboristas

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En las elecciones al euro-parlamento del 23 de mayo los laboristas y, sobre todo, los conservadores, quedaron castigados por plantear distintas opciones de “Brexit blando”. Estos partidos que comandan alrededor del 90% del parlamento no sumaron ni la cuarta parte de los votos, mientras que a nivel de todo el Reino Unido el Partido del Brexit y otras formaciones similares que llaman a una ruptura inmediata, frontal e incondicional con la UE aglutinaron el 35% de los votos y los partidos pro-europeos (liberal-demócratas, verdes, nacionalistas de Escocia, Gales e Irlanda del Norte, etc.) sumaron un 42%.

Para evitar quedar aplastados en dicha polarización Boris ha decidido que nuevamente se va a acercarse a las posiciones de NIgel Farage pero sin aliarse con él ni aparecer a su lado (pues busca quitarle su electorado y hacer que su nuevo movimiento se diluya) mientras que Corbyn hoy sostuvo que ante un plan de Brexit como el que postula Boris ahora el laborismo haría campaña por quedarse en la UE.

De esta forma en la polarización que se viene entre un Brexit “duro” e inminente y el quedarse en la UE, los azules encabezaran el primer bando y los rojos el segundo. La cuestión es que en ambos partidos hay importantes alas que se oponen a ello. Todos los 3 ex primeros ministros tories vivos votaron por quedarse en la UE mientras que hay varios ex ministros que no quisieran el Brexit o que éste se dé sin acuerdos. No obstante, ellos ahora deben aceptar el planteo de Boris que la única forma que el conservadurismo no se destruya en demostrando que es capaz de implementar los resultados “democráticos” del referendo europeo del 2016.

De otra parte, hay muchos laboristas, incluido Corbyn, que proviene de una posición euroescéptica y que hubiesen querido salirse de la UE, a la que cuestionan por sus políticas neo-liberales que castigaron a Grecia y hundieron a su gobierno izquierdista, pero manteniendo una forma de mercado común y unión aduanera como las que Noruega, Suiza o Islandia tienen ante la UE. Sin embargo, a medida que Boris amenaza con ir a una ruptura sin acuerdo y a que ésta pase por separarse de cualquier forma de unión aduanera o mercado común, los sindicatos acaban de darle luz verde a Corbyn para que mueva al partido en dirección hacia preferir quedarse en la UE antes que salirse sin acuerdo o con uno “malo”.

Con estos virajes los rojos y los azules buscan recuperar terreno perdido en las euro-elecciones de mayo 2019 donde sacaron muy bajos porcentajes y los tories, por primera vez en su historia, quedaron quintos y por debajo del 9% de los votos.

Para Corbyn fue muy duro ver como los liberal demócratas por primera vez en su historia les ganaron a nivel del Reino Unido, en Londres y también en su distrito de Islington (donde él vive y se acerca a cumplir 4 décadas de representarlo en la cámara de los comunes). Ahora, con esta nueva posición él quiere dar un contragolpe a los liberal demócratas quienes vienen de reclutar a Chuka Umunna, un conocido disidente laborista ligado a Tony Blair, amenazan con atraer a otros parlamentarios que provienen del laborismo y del conservadurismo, y quienes tienden a ganar una elección por una banca parlamentaria en el este de Gales el 1 de agosto.

Corbyn, a su vez, no quiere que los verdes sigan creciendo (casi le empatan en el tercer puesto en mayo aunque en partes del sur de Inglaterra les sobrepasaron). El Líder de la Oposición se ha dado cuenta que ya no cala mucho la tesis de un Brexit blando y que si se mueve hacia demandar un referéndum confirmatorio y el voto por seguir en la UE en caso de que haya un “Brecit tory” los laboristas podían contrapesar el crecimiento del Partido de Gales y el de Nacional de Escocia quienes le ganaron en esos dos países (que antes fueron sus bastiones) en las euro-elecciones pasadas.


Boris ha removido radicalmente al gabinete y ha hecho un nuevo gabinete donde todas las figuras principales siempre demandaron el Brexit y donde todos sus ministros están dispuestos a contemplar una ruptura sin acuerdo con la UE.


Boris fue muy claro en su primera aparición ante el parlamento en sentido que él no va a aceptar el seguro para Irlanda del Norte i cualquier posible postergación, pues para el 1 de noviembre, cuando se celebre el día de los muertos, ya habrá quedado muerto el vínculo entre Reino Unid y la UE.

Ante la dificultad que el parlamento acepte un Brexit sin acuerdo y ante la negativa de Boris de aceptar un nuevo referéndum tanto sobre la UE como sobre Escocia, no se descarta que él adelante las elecciones generales a manera de buscar alterar la composición del parlamento. En caso de moverse en esa dirección sería inevitable que Boris haga algún pacto de trastienda con Farage para evitar que el Partido del Brexit no se presente en plazas fijas tories y que los conservadores le devuelvan el favor en plazas con influencia de los faragistas donde ellos pudiesen derrotar a los laboristas.

Esta táctica es arriesgada pues podría salir como un tiro por la culata. May pagó caro el haber adelantado las elecciones en 2017 pensando que las iba a arrasar y con ello a Corbyn lo iba a fulminar. Boris, además de ese riesgo, corre el de hacer que en el parlamento entre un nuevo partido de la derecha inglesa y británica (como es el de Farage), el cual le quitaría el monopolio de dicho espacio, el cual lo detenta de hace muchas décadas.

Para este 12 de octubre el laborismo va a querer que la marcha por un nuevo voto ante el Brexit sea la mayor de esta década y supera el millón de almas.

Giros de tories y laboristas

En el primer debate entre el nuevo primer ministro Boris Johnson y el Líder de la Oposición Jeremy Corbyn se ha evidenciado un sustancial viraje en la política británica
Isaac Bigio
viernes, 26 de julio de 2019, 10:34 h (CET)

En las elecciones al euro-parlamento del 23 de mayo los laboristas y, sobre todo, los conservadores, quedaron castigados por plantear distintas opciones de “Brexit blando”. Estos partidos que comandan alrededor del 90% del parlamento no sumaron ni la cuarta parte de los votos, mientras que a nivel de todo el Reino Unido el Partido del Brexit y otras formaciones similares que llaman a una ruptura inmediata, frontal e incondicional con la UE aglutinaron el 35% de los votos y los partidos pro-europeos (liberal-demócratas, verdes, nacionalistas de Escocia, Gales e Irlanda del Norte, etc.) sumaron un 42%.

Para evitar quedar aplastados en dicha polarización Boris ha decidido que nuevamente se va a acercarse a las posiciones de NIgel Farage pero sin aliarse con él ni aparecer a su lado (pues busca quitarle su electorado y hacer que su nuevo movimiento se diluya) mientras que Corbyn hoy sostuvo que ante un plan de Brexit como el que postula Boris ahora el laborismo haría campaña por quedarse en la UE.

De esta forma en la polarización que se viene entre un Brexit “duro” e inminente y el quedarse en la UE, los azules encabezaran el primer bando y los rojos el segundo. La cuestión es que en ambos partidos hay importantes alas que se oponen a ello. Todos los 3 ex primeros ministros tories vivos votaron por quedarse en la UE mientras que hay varios ex ministros que no quisieran el Brexit o que éste se dé sin acuerdos. No obstante, ellos ahora deben aceptar el planteo de Boris que la única forma que el conservadurismo no se destruya en demostrando que es capaz de implementar los resultados “democráticos” del referendo europeo del 2016.

De otra parte, hay muchos laboristas, incluido Corbyn, que proviene de una posición euroescéptica y que hubiesen querido salirse de la UE, a la que cuestionan por sus políticas neo-liberales que castigaron a Grecia y hundieron a su gobierno izquierdista, pero manteniendo una forma de mercado común y unión aduanera como las que Noruega, Suiza o Islandia tienen ante la UE. Sin embargo, a medida que Boris amenaza con ir a una ruptura sin acuerdo y a que ésta pase por separarse de cualquier forma de unión aduanera o mercado común, los sindicatos acaban de darle luz verde a Corbyn para que mueva al partido en dirección hacia preferir quedarse en la UE antes que salirse sin acuerdo o con uno “malo”.

Con estos virajes los rojos y los azules buscan recuperar terreno perdido en las euro-elecciones de mayo 2019 donde sacaron muy bajos porcentajes y los tories, por primera vez en su historia, quedaron quintos y por debajo del 9% de los votos.

Para Corbyn fue muy duro ver como los liberal demócratas por primera vez en su historia les ganaron a nivel del Reino Unido, en Londres y también en su distrito de Islington (donde él vive y se acerca a cumplir 4 décadas de representarlo en la cámara de los comunes). Ahora, con esta nueva posición él quiere dar un contragolpe a los liberal demócratas quienes vienen de reclutar a Chuka Umunna, un conocido disidente laborista ligado a Tony Blair, amenazan con atraer a otros parlamentarios que provienen del laborismo y del conservadurismo, y quienes tienden a ganar una elección por una banca parlamentaria en el este de Gales el 1 de agosto.

Corbyn, a su vez, no quiere que los verdes sigan creciendo (casi le empatan en el tercer puesto en mayo aunque en partes del sur de Inglaterra les sobrepasaron). El Líder de la Oposición se ha dado cuenta que ya no cala mucho la tesis de un Brexit blando y que si se mueve hacia demandar un referéndum confirmatorio y el voto por seguir en la UE en caso de que haya un “Brecit tory” los laboristas podían contrapesar el crecimiento del Partido de Gales y el de Nacional de Escocia quienes le ganaron en esos dos países (que antes fueron sus bastiones) en las euro-elecciones pasadas.


Boris ha removido radicalmente al gabinete y ha hecho un nuevo gabinete donde todas las figuras principales siempre demandaron el Brexit y donde todos sus ministros están dispuestos a contemplar una ruptura sin acuerdo con la UE.


Boris fue muy claro en su primera aparición ante el parlamento en sentido que él no va a aceptar el seguro para Irlanda del Norte i cualquier posible postergación, pues para el 1 de noviembre, cuando se celebre el día de los muertos, ya habrá quedado muerto el vínculo entre Reino Unid y la UE.

Ante la dificultad que el parlamento acepte un Brexit sin acuerdo y ante la negativa de Boris de aceptar un nuevo referéndum tanto sobre la UE como sobre Escocia, no se descarta que él adelante las elecciones generales a manera de buscar alterar la composición del parlamento. En caso de moverse en esa dirección sería inevitable que Boris haga algún pacto de trastienda con Farage para evitar que el Partido del Brexit no se presente en plazas fijas tories y que los conservadores le devuelvan el favor en plazas con influencia de los faragistas donde ellos pudiesen derrotar a los laboristas.

Esta táctica es arriesgada pues podría salir como un tiro por la culata. May pagó caro el haber adelantado las elecciones en 2017 pensando que las iba a arrasar y con ello a Corbyn lo iba a fulminar. Boris, además de ese riesgo, corre el de hacer que en el parlamento entre un nuevo partido de la derecha inglesa y británica (como es el de Farage), el cual le quitaría el monopolio de dicho espacio, el cual lo detenta de hace muchas décadas.

Para este 12 de octubre el laborismo va a querer que la marcha por un nuevo voto ante el Brexit sea la mayor de esta década y supera el millón de almas.

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