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Parecía que después de las elecciones se iba a unir el cielo con la tierra

No pasa nada

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No ha llegado el fin de los días. Todo ha seguido como antes del 29 de Abril. Los augures –especialmente los agoreros- nos vaticinaban una debacle española, cualquiera que fuera el resultado. Finalmente seguimos casi igual. Lo cual es para mí una buena noticia.

Parece que los inquilinos de la piel de toro hemos adquirido una cierta madurez que nos permite asistir, primero a un cambio de gobierno en Andalucía -después de un montón de años- sin que nadie, salvo deshonrosas excepciones, se rasgue las vestiduras, y, en esta ocasión, a la caída en picado de los pasados vencedores de las elecciones al parlamento.

El pasado viernes asistí a la comida mensual que celebramos aquellos que compartimos juegos e ilusiones desde hace más de sesenta años. Me atreví a lanzarme a la calle después de mi enésima caída acontecida en mi domicilio el Jueves Santo, que me tiene fastidiado y con pocas posibilidades de movimiento. Éramos diez a la mesa. De distintas profesiones e ideologías. Me temía lo peor. Mientras degustábamos pescaditos variados y cuanto nos ponían por delante, tan solo hablamos de fútbol y de Semana Santa. Sorprendentemente no hablamos de política ni para llorar no para reír. Cierto que mantuvimos una animada discusión sobre “si caracoles o callos” o la elección entre “ribera o rioja”.

En el bar en el que comía –lleno todo hasta los topes- la gente reía, comía y se veía feliz. Por las calles del centro de Málaga, nativos y visitantes ocupaban todas las terrazas, bares y chiringuitos varios, mientras se ponían a modo de comer, beber y disfrutar.

Al final descubro, lo que es una buena noticia, que las dramáticas situaciones vaticinadas en los debates, los programas de la tele, los artículos de fondo y los gurús de los medios en general, duran lo que duran. Hasta que nos damos cuenta que las situaciones cambian muy poco, no hay más cera que la que arde y los políticos de cualquier signo, siguen defendiendo su puesto, su partido y a los votantes. En ese orden. Finalmente, el sentido común triunfa y… hasta la próxima. No pasa nada, la vida sigue igual.

No pasa nada

Parecía que después de las elecciones se iba a unir el cielo con la tierra
Manuel Montes Cleries
lunes, 6 de mayo de 2019, 15:42 h (CET)

No ha llegado el fin de los días. Todo ha seguido como antes del 29 de Abril. Los augures –especialmente los agoreros- nos vaticinaban una debacle española, cualquiera que fuera el resultado. Finalmente seguimos casi igual. Lo cual es para mí una buena noticia.

Parece que los inquilinos de la piel de toro hemos adquirido una cierta madurez que nos permite asistir, primero a un cambio de gobierno en Andalucía -después de un montón de años- sin que nadie, salvo deshonrosas excepciones, se rasgue las vestiduras, y, en esta ocasión, a la caída en picado de los pasados vencedores de las elecciones al parlamento.

El pasado viernes asistí a la comida mensual que celebramos aquellos que compartimos juegos e ilusiones desde hace más de sesenta años. Me atreví a lanzarme a la calle después de mi enésima caída acontecida en mi domicilio el Jueves Santo, que me tiene fastidiado y con pocas posibilidades de movimiento. Éramos diez a la mesa. De distintas profesiones e ideologías. Me temía lo peor. Mientras degustábamos pescaditos variados y cuanto nos ponían por delante, tan solo hablamos de fútbol y de Semana Santa. Sorprendentemente no hablamos de política ni para llorar no para reír. Cierto que mantuvimos una animada discusión sobre “si caracoles o callos” o la elección entre “ribera o rioja”.

En el bar en el que comía –lleno todo hasta los topes- la gente reía, comía y se veía feliz. Por las calles del centro de Málaga, nativos y visitantes ocupaban todas las terrazas, bares y chiringuitos varios, mientras se ponían a modo de comer, beber y disfrutar.

Al final descubro, lo que es una buena noticia, que las dramáticas situaciones vaticinadas en los debates, los programas de la tele, los artículos de fondo y los gurús de los medios en general, duran lo que duran. Hasta que nos damos cuenta que las situaciones cambian muy poco, no hay más cera que la que arde y los políticos de cualquier signo, siguen defendiendo su puesto, su partido y a los votantes. En ese orden. Finalmente, el sentido común triunfa y… hasta la próxima. No pasa nada, la vida sigue igual.

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