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Tenemos un claro ejemplo de esta clase de politicastros

Barcelona, el paraíso de la delincuencia, en manos comunistas

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Una de las consecuencias de la gran degradación política de quienes nos gobiernan, de la escasa calidad de esta nueva hornada de políticos que se han hecho con el poder en España, de haber convertido en un negocio o un modus vivendi lo que debiera ser una vocación de servicio a la patria y a los españoles; sin duda ha sido el hecho indudable de que parece que algunos no se han enterado de los límites a los que está sometida su función pública. Cualquiera al que se le otorga un cargo público, por el mero hecho de constituirse en un funcionario “ con mando en plaza” ya se cree que en su mano está la facultad de ejercer sobre aquellos sometidos a su jurisdicción un poder omnímodo, seguramente como el que ejercían en la Edad Media aquellos alcaides a los que se encargaba la guarda y custodia de los castillo, con poder sobre todos los que los habitaban dentro de sus murallas, burgueses incluidos, para disponer de sus vidas y haciendas si así estimaban que les convenía para su propio beneficio.


En Cataluña y, concretamente en Barcelona, tenemos un claro ejemplo de esta clase de politicastros, ascendidos desde entre los antisistema, que tanto vienen proliferando en esta ciudad, cuyos únicos méritos consisten en haber organizado una actividad de oposición a las ejecuciones de desahucios que los jueces correspondientes encargaban, a las fuerzas del orden, que ejecutasen. Esta Robin Hood de opereta bufa, aparte de sus currículum como activista, sólo tiene estudios de filosofía, sin que conste que terminara la carrera, lo que a la vista de la responsabilidad que debe asumir quien asume el compromiso de ocupar la alcandía de una urbe como la capital catalana, nos parece un escaso bagaje, lo que no parece que le perjudicase ante los electores ( las izquierdas en Cataluña parecen ser mayoritarias) que, en las elecciones del 2015 no tuvieron inconveniente en votar a Barcelona en Comú, partido que la presentó como candidata a la alcaldía de Barcelona.


Las ocasiones en las que la señora Colau ha metido la pata hasta el corvejón, son tan numerosas, tan absurdas, tan demostrativas de su falta de preparación y de lo poco que le importan las leyes (ella misma admitió que, si una ley no le gustaba se la saltaba a la torera) que todavía no podemos entender como sigue ocupando una poltrona que, a todas vistas le viene grande y para el que, es evidente, que no está capacitada. Claro que le ha servido para colocar a su marido y para practicar el clientelismo con aquellos que ella cree que le pueden ayudar a cometer sus tropelías, entre las cuales basta recordar la absurda y desconcertante campaña en contra del turismo con aquella moratoria que abarcaba incluso la apertura de hoteles que tenían el permiso de apertura concedido.


Todos los que se vieron perjudicados por aquella moratoria o por las otras cacicadas de la señora alcaldesa y han optado, en lugar de allanarse a sus frívolas decisiones, por acudir a la Justicia; han conseguido, en una gran mayoría, sentencias favorables a sus intereses, que el Ayuntamiento de la capital catalana se ha tenido que tragar. Pero, como toda esta gente que ha decidido que las normas y las leyes les corresponde a ellos decidirla y no a los organismos encargados de ello, como es el Congreso de Diputados de la nación española; siguen sin desfallecer en cometer aquellas equivocaciones, aun sabiendo que las cometen, confiando que la pasividad de la gente, el miedo de muchos empresarios o comerciantes a enfrentarse a la administración o la idea, muy común por desgracia, de que lo mejor que se puede hacer en estos casos es someterse y conformarse con lo que el destino les ofrece.


Ahora, a unos cuantos meses de tener que someterse a una nueva campaña en la que tendrá que competir, aparte de con los partidos de la oposición, con la nueve plataforma que está organizando el señor Manuel Valls y que, según sus propias palabras, será conocida el próximo mes de noviembre, se ha decidido a dar un paso más con la idea de acaparar para sí los votos de cuantos disconformes, progres, antisistema, ácratas y especialistas en disturbios callejeros, para intentar ganar de nuevo la alcaldía con lo cual, con toda seguridad seguiría su intento de socializar Barcelona, oponiéndose a su progreso económico con medidas como la de permitir que las calles se hayan convertido en lugares peligrosos para transitar, favorecer a los manteros en contra de los legítimos intereses de los comerciantes, obstaculizar aquellos proyectos de grandes inversiones por considerar que perjudica a la ciudad y frenar la actividad constructora con medidas tan incomprensibles y dudosamente legales, como las que estos días ha puesto sobre la mesa.


Lo malo es que, por intereses meramente políticos, por ir en contra del Estado y por razones soberanistas, al proyecto de la señora Colau de exigir a cualquier promotor de nueva vivienda libre o de grandes rehabilitaciones, el compromiso de destinar un 30% a vivienda protegida, ha sido aceptado por los señores del PDECat. Pero no se crean que sólo apoyan este proyecto los de la señora Colau porque, ante las elecciones ocurre aquello de que “el último paga” y, como no hay nadie que quiera quedar desairado, ante un proyecto que será del gusto de todos aquellos que piensan que van a recibir una vivienda a precio de saldo, se han ido apuntando, entre otros, los de ERC, los del escurridizo y peligroso bufón del PSC, señor Iceta, Claro que ante una acción tan absurda, ya que no parece que el Ayuntamiento vaya a hacerse cargo del coste de esta viviendas, ni que ponga en marcha el procedimiento de expropiación pertinente para compensar a los promotores del sobre coste que va a producir el tener que construir un 30% de viviendas baratas en solares que, al menos en Barcelona, están a considerados entre los más caros de toda España, juntamente con los de Madrid.


Sin duda que, los promotores que trabajan en la Ciudad Condal no se van a quedar con las manos cruzadas ante semejante expolio y, es muy posible que, ya sea individualmente o, con toda seguridad, corporativamente, van a intentar parar esta iniciativa con el correspondiente recurso ante los tribunales de Justicia. No en balde, especialmente en Barcelona, ya se han notado pérdida de demanda turística respecto a años anteriores; las inversiones extranjeras durante los últimos meses han bajado un 41% cuando, durante el mismo periodo de tiempo, en Madrid han aumentado en un 43%; la actividad comercial presenta signos de ralentización y la contratación de personal parece que está quedando estancada durante el último mes, disminuyendo respecto a lo que sucedió en el mismo mes del año pasado.


Pero donde Ada Colau ha dado de narices con la realidad, fruto de su tolerancia con los delincuentes y la pasividad de las fuerzas del orden en Barcelona, ha sido en el tema de la seguridad en la capital catalana, que se ha convertido en una de las ciudades más peligrosas de toda Europa. Según los datos publicados por la Secretaría de Estado de Seguridad, en Barcelona se cometen 20 delitos por hora; la escalada de delitos no tiene parangón con ninguna otra ciudad española y, entre el 1 de enero y el 30 de junio de este año, Barcelona registró más de 92.000 infracciones penales, un 20,5% más que en el primer semestre del 2017. Un número escalofriante que demuestra que la alcaldesa hay temas que no la preocupan y que, sin embargo si influyen en los ciudadanos barceloneses y, de forma muy importante, entre el turismo; hasta tal punto que ya hay agencias de viajes extranjeras que ya advierten a sus clientes de la situación de inseguridad que se viene dando en Barcelona. Una forma poco habitual de promocionar una ciudad si se tiene en cuenta que, poco a poco, los otros destinos que han estado años en conflictos y se quedaron prácticamente sin visitantes, ya se están recuperando y compiten con ventaja en precios respecto a los que existen en España que ya parece que se ha convertido en un país excesivamente caro para quienes siguen visitándonos.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, nos sentimos concernidos por esta administración, evidentemente incapaz y politizada hasta el límite, como habitantes de Barcelona que tenemos la impresión de que ya hace años que estamos discriminados del resto de los ciudadanos españoles que no se ven obligados a pasar, día tras día, en un estado de inquietud con respecto al futuro que nos espera. Esta situación viene agravada por los nuevos planes del señor Pedro Sánchez que parece decidido, le cuesto lo que le cueste a España, a ir cediendo todo lo que le vayan pidiendo, como ya hemos visto con el reciente acuerdo de devolverles miles de millones sin que ello haya reportado a los españoles ninguna ventaja respecto a la constante amenaza de los catalanes de escindirse de la patria española.

Barcelona, el paraíso de la delincuencia, en manos comunistas

Tenemos un claro ejemplo de esta clase de politicastros
Miguel Massanet
sábado, 29 de septiembre de 2018, 00:03 h (CET)

Una de las consecuencias de la gran degradación política de quienes nos gobiernan, de la escasa calidad de esta nueva hornada de políticos que se han hecho con el poder en España, de haber convertido en un negocio o un modus vivendi lo que debiera ser una vocación de servicio a la patria y a los españoles; sin duda ha sido el hecho indudable de que parece que algunos no se han enterado de los límites a los que está sometida su función pública. Cualquiera al que se le otorga un cargo público, por el mero hecho de constituirse en un funcionario “ con mando en plaza” ya se cree que en su mano está la facultad de ejercer sobre aquellos sometidos a su jurisdicción un poder omnímodo, seguramente como el que ejercían en la Edad Media aquellos alcaides a los que se encargaba la guarda y custodia de los castillo, con poder sobre todos los que los habitaban dentro de sus murallas, burgueses incluidos, para disponer de sus vidas y haciendas si así estimaban que les convenía para su propio beneficio.


En Cataluña y, concretamente en Barcelona, tenemos un claro ejemplo de esta clase de politicastros, ascendidos desde entre los antisistema, que tanto vienen proliferando en esta ciudad, cuyos únicos méritos consisten en haber organizado una actividad de oposición a las ejecuciones de desahucios que los jueces correspondientes encargaban, a las fuerzas del orden, que ejecutasen. Esta Robin Hood de opereta bufa, aparte de sus currículum como activista, sólo tiene estudios de filosofía, sin que conste que terminara la carrera, lo que a la vista de la responsabilidad que debe asumir quien asume el compromiso de ocupar la alcandía de una urbe como la capital catalana, nos parece un escaso bagaje, lo que no parece que le perjudicase ante los electores ( las izquierdas en Cataluña parecen ser mayoritarias) que, en las elecciones del 2015 no tuvieron inconveniente en votar a Barcelona en Comú, partido que la presentó como candidata a la alcaldía de Barcelona.


Las ocasiones en las que la señora Colau ha metido la pata hasta el corvejón, son tan numerosas, tan absurdas, tan demostrativas de su falta de preparación y de lo poco que le importan las leyes (ella misma admitió que, si una ley no le gustaba se la saltaba a la torera) que todavía no podemos entender como sigue ocupando una poltrona que, a todas vistas le viene grande y para el que, es evidente, que no está capacitada. Claro que le ha servido para colocar a su marido y para practicar el clientelismo con aquellos que ella cree que le pueden ayudar a cometer sus tropelías, entre las cuales basta recordar la absurda y desconcertante campaña en contra del turismo con aquella moratoria que abarcaba incluso la apertura de hoteles que tenían el permiso de apertura concedido.


Todos los que se vieron perjudicados por aquella moratoria o por las otras cacicadas de la señora alcaldesa y han optado, en lugar de allanarse a sus frívolas decisiones, por acudir a la Justicia; han conseguido, en una gran mayoría, sentencias favorables a sus intereses, que el Ayuntamiento de la capital catalana se ha tenido que tragar. Pero, como toda esta gente que ha decidido que las normas y las leyes les corresponde a ellos decidirla y no a los organismos encargados de ello, como es el Congreso de Diputados de la nación española; siguen sin desfallecer en cometer aquellas equivocaciones, aun sabiendo que las cometen, confiando que la pasividad de la gente, el miedo de muchos empresarios o comerciantes a enfrentarse a la administración o la idea, muy común por desgracia, de que lo mejor que se puede hacer en estos casos es someterse y conformarse con lo que el destino les ofrece.


Ahora, a unos cuantos meses de tener que someterse a una nueva campaña en la que tendrá que competir, aparte de con los partidos de la oposición, con la nueve plataforma que está organizando el señor Manuel Valls y que, según sus propias palabras, será conocida el próximo mes de noviembre, se ha decidido a dar un paso más con la idea de acaparar para sí los votos de cuantos disconformes, progres, antisistema, ácratas y especialistas en disturbios callejeros, para intentar ganar de nuevo la alcaldía con lo cual, con toda seguridad seguiría su intento de socializar Barcelona, oponiéndose a su progreso económico con medidas como la de permitir que las calles se hayan convertido en lugares peligrosos para transitar, favorecer a los manteros en contra de los legítimos intereses de los comerciantes, obstaculizar aquellos proyectos de grandes inversiones por considerar que perjudica a la ciudad y frenar la actividad constructora con medidas tan incomprensibles y dudosamente legales, como las que estos días ha puesto sobre la mesa.


Lo malo es que, por intereses meramente políticos, por ir en contra del Estado y por razones soberanistas, al proyecto de la señora Colau de exigir a cualquier promotor de nueva vivienda libre o de grandes rehabilitaciones, el compromiso de destinar un 30% a vivienda protegida, ha sido aceptado por los señores del PDECat. Pero no se crean que sólo apoyan este proyecto los de la señora Colau porque, ante las elecciones ocurre aquello de que “el último paga” y, como no hay nadie que quiera quedar desairado, ante un proyecto que será del gusto de todos aquellos que piensan que van a recibir una vivienda a precio de saldo, se han ido apuntando, entre otros, los de ERC, los del escurridizo y peligroso bufón del PSC, señor Iceta, Claro que ante una acción tan absurda, ya que no parece que el Ayuntamiento vaya a hacerse cargo del coste de esta viviendas, ni que ponga en marcha el procedimiento de expropiación pertinente para compensar a los promotores del sobre coste que va a producir el tener que construir un 30% de viviendas baratas en solares que, al menos en Barcelona, están a considerados entre los más caros de toda España, juntamente con los de Madrid.


Sin duda que, los promotores que trabajan en la Ciudad Condal no se van a quedar con las manos cruzadas ante semejante expolio y, es muy posible que, ya sea individualmente o, con toda seguridad, corporativamente, van a intentar parar esta iniciativa con el correspondiente recurso ante los tribunales de Justicia. No en balde, especialmente en Barcelona, ya se han notado pérdida de demanda turística respecto a años anteriores; las inversiones extranjeras durante los últimos meses han bajado un 41% cuando, durante el mismo periodo de tiempo, en Madrid han aumentado en un 43%; la actividad comercial presenta signos de ralentización y la contratación de personal parece que está quedando estancada durante el último mes, disminuyendo respecto a lo que sucedió en el mismo mes del año pasado.


Pero donde Ada Colau ha dado de narices con la realidad, fruto de su tolerancia con los delincuentes y la pasividad de las fuerzas del orden en Barcelona, ha sido en el tema de la seguridad en la capital catalana, que se ha convertido en una de las ciudades más peligrosas de toda Europa. Según los datos publicados por la Secretaría de Estado de Seguridad, en Barcelona se cometen 20 delitos por hora; la escalada de delitos no tiene parangón con ninguna otra ciudad española y, entre el 1 de enero y el 30 de junio de este año, Barcelona registró más de 92.000 infracciones penales, un 20,5% más que en el primer semestre del 2017. Un número escalofriante que demuestra que la alcaldesa hay temas que no la preocupan y que, sin embargo si influyen en los ciudadanos barceloneses y, de forma muy importante, entre el turismo; hasta tal punto que ya hay agencias de viajes extranjeras que ya advierten a sus clientes de la situación de inseguridad que se viene dando en Barcelona. Una forma poco habitual de promocionar una ciudad si se tiene en cuenta que, poco a poco, los otros destinos que han estado años en conflictos y se quedaron prácticamente sin visitantes, ya se están recuperando y compiten con ventaja en precios respecto a los que existen en España que ya parece que se ha convertido en un país excesivamente caro para quienes siguen visitándonos.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, nos sentimos concernidos por esta administración, evidentemente incapaz y politizada hasta el límite, como habitantes de Barcelona que tenemos la impresión de que ya hace años que estamos discriminados del resto de los ciudadanos españoles que no se ven obligados a pasar, día tras día, en un estado de inquietud con respecto al futuro que nos espera. Esta situación viene agravada por los nuevos planes del señor Pedro Sánchez que parece decidido, le cuesto lo que le cueste a España, a ir cediendo todo lo que le vayan pidiendo, como ya hemos visto con el reciente acuerdo de devolverles miles de millones sin que ello haya reportado a los españoles ninguna ventaja respecto a la constante amenaza de los catalanes de escindirse de la patria española.

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Hoy quisiera invitarlos a reflexionar sobre un aspecto de la vida actual que parece extremadamente novedoso por sus avances agigantados en el mundo de la tecnología, pero cuyo planteo persiste desde Platón hasta nuestros días, a saber, la realidad virtual inmiscuida hasta el tuétano en nuestra cotidianidad y la posibilidad de que llegue el día en que no podamos distinguir entre "lo real" y "lo virtual".

Algo ocurre con la salud de las democracias en el mundo. Hasta hace pocas décadas, el prestigio de las democracias establecía límites políticos y éticos y articulaba las formas de convivencia entre estados y entre los propios sujetos. Reglas comunes que adquirían vigencia por imperio de lo consuetudinario y de los grandes edificios jurídicos y filosófico político y que se valoraban positivamente en todo el mundo, al que denominábamos presuntuosamente “libre”.

Pienso que habrá cada vez más Cat Cafés y no solamente cafeterías, cualquier ciudadano que tenga un negocio podría colaborar. Sólo le hace falta una habitación dedicada a los gatos. Es horrible en muchos países del planeta, el caso de los abandonos de animales, el trato hacia los toros, galgos… las que pasan algunos de ellos… Y sin embargo encuentro gente que se vuelca en ayudarles y llegan a tener un número grande de perros y gatos.

 
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